Noviembre me resulta el mes más otoñal del otoño, valgalarebuznancia... Se empiezan a caer las hojas, empieza a hacer frío de verdad, ponen los puestos de castañas asadas y de churros en la calle, llueve bastante, entran ganas de quedarse en casa tapada con una mantita hasta las orejas...
Y como Diciembre está a la vuelta de la esquina, a pocas horas de llegar, ya está casi todo el mundo con la Navidad en mente. Yo también. Es una época que me gusta, le quita un poco de amargor a mis pocas ganas de invierno. Las navidades y poder ir a hacer snowboard es lo único que salvaría del invierno. En fin...
Pues eso, que como también tengo ya la mente en las navidades, pensando en los regalos que voy a hacer, en las comilonas que nos vamos a pegar, quedando para la cena anual de Navidad con todos los amigos, y esas cosas, y además tengo grandes cantidades de tiempo libre, me he dedicado un par de días a hacerle un calendario de adviento a Dani. Sí, ya sé que es una costumbre cristiana, y que yo lo que tengo de cristiana es el vivir en una sociedad con ese trasfondo cultural, pero me gusta la idea que transmite de esperar las fiestas con ilusión.
Tiene muchos vales por cosas (chorradillas) y algún detallito pequeño. Pero mola porque a Dani le ha gustado ^^
Es lo que tiene tener mucho tiempo libre...
Noviembre también ha sido un mes de muchos cambios, han pasado cosas buenas y malas, como siempre, pero parece que se han querido juntar todas en el mismo mes. Ha sido bastante intenso. A ver si Diciembre se presenta más tranquilo, o voy a terminar un poco tarumba como sigan pasando tantas cosas.
viernes, 30 de noviembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
Costa Oeste de EE.UU: San Francisco (III).
Para comenzar la semana, sigo con mi viaje por el lejano Oeste.
El martes es nuestro tercer día en San Francisco. No ponemos el despertador porque hemos quedado con Lindsay, una amiga que vive allí, a las once. Nos duchamos y vamos a tomar un café a un Starbucks que hay en Taylor con Bay St., otro de los sitios donde da la vuelta el cable car, pero hay mucha menos gente que en Powell St. Volvemos al hotel a esperar a Lindsay.
Cuando llega, decidimos acercarnos hasta la bahía para ver si hay niebla en el Golden Gate. Hace mucho sol, pero en San Francisco nunca se sabe. Pero tenemos suerte y cuando llegamos a la bahía se ve el puente perfectamente. Nos acercamos hasta allí en bus, primero el 47 y después el 28 que nos deja en el mismo puente. Hacemos muchas fotos, sopla mucho aire, hay mucha gente y hace mucho frío, pero disfrutamos como enanos del paseo por el puente. Es espectacular, una de las cosas más bonitas del viaje. De vuelta pasamos por la tienda turística del puente, donde venden la pintura con la que lo pintan, que está registrada y se llama International Orange. De lejos parece más un rojizo amarronado, pero de cerca sí que puede pasar por un naranja raro XD
Cuando terminamos, Lindsay nos lleva a comer a una rottiserie en el barrio de Missión que se llama Limón (en el 524 de Valencia St.). La comida es peruana, latina, fusión... Comemos un pollo asado para los tres con patatas y yuca fritas y salsas variadas. No puedo decir si fue barato o caro porque Lindsay nos invitó a la comida. Después nos llevó a comer un helado a un sitio que tienen sabores muy curiosos. Se llama Bi-Rite Creamery y está en el 3692 de la 18th St, muy cerca de Mission Dolores Park. Yo pido el ricanelas, que es de canela con trozos de bizcocho. Impresionante. Lindsay se pide uno de aceite de oliva, que me deja probar y está buenísimo también. Tiene sabor muy suave como a nata montada dulce. Dani pide de vainilla y chocolate, él es un clásico :P Nos vamos con nuestros helados al parque y nos tiramos en la hierba, rodeados de grupos de gente joven que también están allí tirados, en la hierba, bebiendo y fumando... hierba. XD
Después de disfrutar del sol un rato, quedamos con la hermana de nuestra anfitriona, para ir a tomar algo. Cogemos en Muni hasta North Beach, al principio de Columbus. En un principio nos querían llevar a un Tiki-bar, pero está cerrado (Si quieres saber qué es Tiki, la Wikipedia lo sabe). Al final acabamos en un classy-pub, tomando prosecco las chicas (parecido al cava) y Dani, unas Stela Artois. Para terminar, vamos a cenar a Tommaso's, un italiano que está muy cerca, en el 1042 de Kearny St. Pedimos dos pizzas pequeñas para los tres, una calzone de jamón y ricota y una pizza de alcachofas y pollo, que están espectaculares y no podemos terminarlas. Nos ponen lo que queda para llevar, como manda la costumbre estadounidense. Nos costó 60$ con la propina, muy barato para lo gigantescas y espectaculares que son las pizzas.
Al terminar nos despedimos de Lindsay y vamos dando un paseo hasta el hotel. Me acuesto con la sensación de que San Francisco se va a convertir en una de mis ciudades favoritas.
El martes es nuestro tercer día en San Francisco. No ponemos el despertador porque hemos quedado con Lindsay, una amiga que vive allí, a las once. Nos duchamos y vamos a tomar un café a un Starbucks que hay en Taylor con Bay St., otro de los sitios donde da la vuelta el cable car, pero hay mucha menos gente que en Powell St. Volvemos al hotel a esperar a Lindsay.
El hotel San Remo. |
Cuando llega, decidimos acercarnos hasta la bahía para ver si hay niebla en el Golden Gate. Hace mucho sol, pero en San Francisco nunca se sabe. Pero tenemos suerte y cuando llegamos a la bahía se ve el puente perfectamente. Nos acercamos hasta allí en bus, primero el 47 y después el 28 que nos deja en el mismo puente. Hacemos muchas fotos, sopla mucho aire, hay mucha gente y hace mucho frío, pero disfrutamos como enanos del paseo por el puente. Es espectacular, una de las cosas más bonitas del viaje. De vuelta pasamos por la tienda turística del puente, donde venden la pintura con la que lo pintan, que está registrada y se llama International Orange. De lejos parece más un rojizo amarronado, pero de cerca sí que puede pasar por un naranja raro XD
Precioso e imponente, el Golden Gate. |
Curioso mensaje a los suicidas: "Hay esperanza. Haz la llamada." |
Vista de SFO desde el puente. |
Paseando por el puente. |
Vista desde el puente. |
Sorprende el tamaño de los cables del puente. |
El International Orange, registrado y a la venta. |
Cuando terminamos, Lindsay nos lleva a comer a una rottiserie en el barrio de Missión que se llama Limón (en el 524 de Valencia St.). La comida es peruana, latina, fusión... Comemos un pollo asado para los tres con patatas y yuca fritas y salsas variadas. No puedo decir si fue barato o caro porque Lindsay nos invitó a la comida. Después nos llevó a comer un helado a un sitio que tienen sabores muy curiosos. Se llama Bi-Rite Creamery y está en el 3692 de la 18th St, muy cerca de Mission Dolores Park. Yo pido el ricanelas, que es de canela con trozos de bizcocho. Impresionante. Lindsay se pide uno de aceite de oliva, que me deja probar y está buenísimo también. Tiene sabor muy suave como a nata montada dulce. Dani pide de vainilla y chocolate, él es un clásico :P Nos vamos con nuestros helados al parque y nos tiramos en la hierba, rodeados de grupos de gente joven que también están allí tirados, en la hierba, bebiendo y fumando... hierba. XD
Después de disfrutar del sol un rato, quedamos con la hermana de nuestra anfitriona, para ir a tomar algo. Cogemos en Muni hasta North Beach, al principio de Columbus. En un principio nos querían llevar a un Tiki-bar, pero está cerrado (Si quieres saber qué es Tiki, la Wikipedia lo sabe). Al final acabamos en un classy-pub, tomando prosecco las chicas (parecido al cava) y Dani, unas Stela Artois. Para terminar, vamos a cenar a Tommaso's, un italiano que está muy cerca, en el 1042 de Kearny St. Pedimos dos pizzas pequeñas para los tres, una calzone de jamón y ricota y una pizza de alcachofas y pollo, que están espectaculares y no podemos terminarlas. Nos ponen lo que queda para llevar, como manda la costumbre estadounidense. Nos costó 60$ con la propina, muy barato para lo gigantescas y espectaculares que son las pizzas.
Al terminar nos despedimos de Lindsay y vamos dando un paseo hasta el hotel. Me acuesto con la sensación de que San Francisco se va a convertir en una de mis ciudades favoritas.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Soy una cocinillas... hoy, hamburguesas de salmón.
Bueno, desde que no curro y tengo más tiempo libre, estoy recuperando mi gusto por la cocina y el probar a hacer cosas nuevas. Esta receta es una mezcla de una que leí en Directo al Paladar (gran blog gastrónómico, por cierto) y modificaciones para que fuera más a mi gusto.
Son hamburguesas de salmón fresco con queso de untar y cebolla caramelizada. Ahí va:
Ingredientes:
Preparación:
Lo primero es preparar las hamburguesas. Se trocean en trozos muy pequeños los lomos de salmón, así también se le quitan todas las espinas que pueda tener. Se pone el salmón en un bol, lo salamos, añadimos el huevo y lo mezclamos bien. Añadimos el ajo en polvo y las hierbas aromáticas que nos gusten. Yo le eché perejil, pero al salmón le va muy bien el eneldo, por ejemplo. Añadimos pan rallado hasta que quede una mezcla más consistente, que se pueda manejar para hacer las hamburguesas. Hacemos cuatro bolas con todo en contenido del bol.
Por otra parte se pocha la cebolla partida en juliana a fuego lento. Cuando esté transparente se le añade media o una cucharadita de azúcar (depende del tamaño de la cebolla). Yo no le echo líquido, sólo espero a que el azúcar se caramelice, porque me gusta la textura crujiente que le queda.
Se hacen las hamburguesas en una parrilla o una plancha. Se pone la bola encima de la plancha caliente, con una gota de aceite, y se aplasta un poco, hasta que quede con la forma. Yo me ayudé de papel film para hacer las bolas y ponerlas en la sartén, porque se deshacía. Una vez que esté hecha por un lado, ya no se desmenuza la hamburguesa. Se hace al gusto, se pone en un panecillo, se echa queso de untar por encima (a mi me gusta bastante cantidad) y encima del queso la cebolla caramelizada. No necesita más.
El primer día que las comí, que era de experimentación, me gustaron tanto que me comí dos. Es una forma diferente de comer pescado, y encima azul, que viene estupendamente. Además, si no vas a hacer las cuatro el mismo día, se puede congelar la hamburguesa cruda, envuelta en film transparente, y el día que la quieras comer, descongelarla y hacerla a la plancha y listo.
Son hamburguesas de salmón fresco con queso de untar y cebolla caramelizada. Ahí va:
Ingredientes:
- 1/2 kilo de salmón fresco, preferiblemente lomos para que no tenga espinas,
- una cebolla,
- cuatro panecillos de hamburguesa,
- un huevo,
- queso de untar,
- pan rallado,
- ajo en polvo,
- hierbas aromáticas al gusto,
- una cucharadita de azúcar,
- sal,
- y aceite.
Preparación:
Lo primero es preparar las hamburguesas. Se trocean en trozos muy pequeños los lomos de salmón, así también se le quitan todas las espinas que pueda tener. Se pone el salmón en un bol, lo salamos, añadimos el huevo y lo mezclamos bien. Añadimos el ajo en polvo y las hierbas aromáticas que nos gusten. Yo le eché perejil, pero al salmón le va muy bien el eneldo, por ejemplo. Añadimos pan rallado hasta que quede una mezcla más consistente, que se pueda manejar para hacer las hamburguesas. Hacemos cuatro bolas con todo en contenido del bol.
Por otra parte se pocha la cebolla partida en juliana a fuego lento. Cuando esté transparente se le añade media o una cucharadita de azúcar (depende del tamaño de la cebolla). Yo no le echo líquido, sólo espero a que el azúcar se caramelice, porque me gusta la textura crujiente que le queda.
Se hacen las hamburguesas en una parrilla o una plancha. Se pone la bola encima de la plancha caliente, con una gota de aceite, y se aplasta un poco, hasta que quede con la forma. Yo me ayudé de papel film para hacer las bolas y ponerlas en la sartén, porque se deshacía. Una vez que esté hecha por un lado, ya no se desmenuza la hamburguesa. Se hace al gusto, se pone en un panecillo, se echa queso de untar por encima (a mi me gusta bastante cantidad) y encima del queso la cebolla caramelizada. No necesita más.
El primer día que las comí, que era de experimentación, me gustaron tanto que me comí dos. Es una forma diferente de comer pescado, y encima azul, que viene estupendamente. Además, si no vas a hacer las cuatro el mismo día, se puede congelar la hamburguesa cruda, envuelta en film transparente, y el día que la quieras comer, descongelarla y hacerla a la plancha y listo.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Costa Oeste de EE.UU: San Francisco (II).
Con la vuelta al siglo XXI, y recuperando la conexión a Internet, continúo con los últimos capítulos de mi viaje de fin de novios. A ver si termino antes de que se acabe el año :P
El lunes, nuestro segundo día en San Francisco, nos levantamos sobre las nueve porque entra mucha luz en la habitación y no tiene cortinas opacas. Creo que ya hemos superado totalmente el jet lag, después de doce días :S
Nos vestimos y vamos al coche para dejarlo en la oficina de Dollar que está en O'Farrell St. Como la oferta de alquiler era con depósito lleno, no nos tenemos que preocupar de buscar una gasolinera. Lo metemos en el garaje y un empleado se ocupa de revisarlo. Creo que es la primera persona en todo el viaje que nos habla en castellano directamente. Nos dice que está todo OK y que el alquiler nos va a salir más barato de lo que nos dijeron en Las Vegas. Una buena noticia para empezar la semana. Salimos del garaje, y enfrente hay un Starbuck's que está en el lobby del hotel Hilton. Tomamos dos caffe latte y un croisant, por unos 10$. Nos sentamos allí en el lobby a tomarlo. Sólo la entrada del hotel es más grande que nuestro hotel entero, y hay muchísima gente trajeada y con identificaciones, como si hubiera un congreso o algo así.
Cuando terminamos de desayunar nos damos una vuelta por el distrito financiero y el Downtown. Pasamos por Union Square, bajamos por Powell St. hasta Market St. y vemos el sitio donde da la vuelta el cable car, es decir, el tranvía tradicional de San Francisco. Ni nos planteamos subir porque hay una cola de 200 metros. Vamos a comprar el Muni Pass de tres días, que nos sirve para bus, metro, tranvías y cable car, pero no para el BART (que debe ser como el cercanías). Cada uno nos cuesta 21$. Un truco: hay un kiosco que vende el Muni Pass justo al lado de donde da la vuelta el cable car, pero siempre tiene mucha cola. Bajando las escaleras hacia el metro, a la derecha, hay una oficina de transportes que también lo venden. Está a diez metros del kiosco y tiene mucha menos cola.
Un vídeo de la vuelta del cable car.
Vamos dando un paseo hasta la Puerta de Dragón, al principio del barrio chino. Nos pateamos el barrio, alucinando, porque parece que estamos en Asia y nos hemos trasladado de continente. También nos acercamos a ver el edificio en forma de pirámide de Transamerica. Como ya tenemos gusa, comemos en un chino en Columbus con Broadway, yo cerdo agridulce con arroz y Dani un plato de pollo al limón y otro plato de arroz blanco. Lógicamente no se lo puede terminar (ni yo tampoco). Yo bebo té, sin azúcar, que me recuerda mucho a nuestro viaje a Japón, y Dani una Bud, todo por 30$ más propina.
Volvemos andando hacia el hotel, dando un paseo por Columbus, y cuando estamos llegando me doy cuenta que me he dejado la cámara en el restaurante. ¡Mierda! ¿%%$%&gggsssfhhh!!!!?! Y muchos más juramentos para mayores de 18... Dani se da una carrera de vuelta hasta el restaurante, mientras yo voy andando detrás lo más deprisa que puedo y pensando en que me va a dar algo si me quedo sin las fotos de mi luna de miel. La cámara se puede comprar otra, pero las fotos... Por suerte la camarera la ha guardado, y cuando ve llegar a Dani corriendo, le pregunta con una sonrisa ¿Camera? Ufff... menos mal...
De vuelta al hotel vemos pasamos por Lombard St. para hacer unas fotos a la sinuosa calle. La subida es matadora, pero merece la pena por lo curiosa que es esa parte de la calle y por las vistas que hay desde allí. Volvemos al hotel, y descansamos un rato. Yo me echo la siesta y todo, por primera vez en el viaje, desde Las Vegas. A las cinco Dani me llama para que me vaya despertando porque tenemos reservada la excursión a Alcatraz.
He reservado la última de la tarde, a las 18.45, con Alcatraz Cruises. Y menos mal que hice la reserva, porque cuando llegamos allí, hay un cartel en las taquillas que dice que no hay entradas hasta el 15 de Agosto (y estamos a 23 de Julio...). Antes de entrar al ferry que nos lleva a la isla, hay un fotógrafo que hace fotos a todos los grupos y familias delante de un fondo que es una foto de la isla. Por supuesto, a la vuelta las puedes comprar por el módico precio de 30$. Cómo les gusta a los americanos esas cosas... Cuando entramos en el ferry nos acomodamos dentro. Luego, mientras se acerca a la isla salimos fuera a hacer un par de fotos, pero hace tanto frío que volvemos a entrar enseguida, antes de congelarnos del todo.
Alcatraz nos gusta un montón y verlo al anochecer le da un encanto especial. Nada más llegar nos van separando en grupos y nos acoge un ranger que nos cuenta historias y curiosidades de la isla. Después entramos en la cárcel y nos dan una audioguía en castellano. La audioguía nos va haciendo la visita por toda la cárcel y contándonos la historia y curiosidades que han ocurrido. Me gusta cuando cuenta la historia de la fuga de Frank Morris y los hermanos Anglin, porque lo habíamos visto en el capítulo de Los Cazadores de Mitos, y verlo in situ es impresionante. Recomiendo encarecidamente ver ese capítulo de Los Cazadores de Mitos antes de ir a Alcatraz. Después de una hora y pico de visita, y muchas fotos, cogemos el ferry de vuelta a las 20.40h.
Vamos andando hasta el Pier 39 y cenamos en una especie de hawaiano que se llama Wipe Out. Yo como pasta con brócoli y langostinos, y Dani una hamburguesa, más dos Stella Artois de medio litro por unos 55$ más propina. Volvemos dando un paseo al hotel y a dormir.
El lunes, nuestro segundo día en San Francisco, nos levantamos sobre las nueve porque entra mucha luz en la habitación y no tiene cortinas opacas. Creo que ya hemos superado totalmente el jet lag, después de doce días :S
Nos vestimos y vamos al coche para dejarlo en la oficina de Dollar que está en O'Farrell St. Como la oferta de alquiler era con depósito lleno, no nos tenemos que preocupar de buscar una gasolinera. Lo metemos en el garaje y un empleado se ocupa de revisarlo. Creo que es la primera persona en todo el viaje que nos habla en castellano directamente. Nos dice que está todo OK y que el alquiler nos va a salir más barato de lo que nos dijeron en Las Vegas. Una buena noticia para empezar la semana. Salimos del garaje, y enfrente hay un Starbuck's que está en el lobby del hotel Hilton. Tomamos dos caffe latte y un croisant, por unos 10$. Nos sentamos allí en el lobby a tomarlo. Sólo la entrada del hotel es más grande que nuestro hotel entero, y hay muchísima gente trajeada y con identificaciones, como si hubiera un congreso o algo así.
Cuando terminamos de desayunar nos damos una vuelta por el distrito financiero y el Downtown. Pasamos por Union Square, bajamos por Powell St. hasta Market St. y vemos el sitio donde da la vuelta el cable car, es decir, el tranvía tradicional de San Francisco. Ni nos planteamos subir porque hay una cola de 200 metros. Vamos a comprar el Muni Pass de tres días, que nos sirve para bus, metro, tranvías y cable car, pero no para el BART (que debe ser como el cercanías). Cada uno nos cuesta 21$. Un truco: hay un kiosco que vende el Muni Pass justo al lado de donde da la vuelta el cable car, pero siempre tiene mucha cola. Bajando las escaleras hacia el metro, a la derecha, hay una oficina de transportes que también lo venden. Está a diez metros del kiosco y tiene mucha menos cola.
Union Square. |
Un vídeo de la vuelta del cable car.
Vamos dando un paseo hasta la Puerta de Dragón, al principio del barrio chino. Nos pateamos el barrio, alucinando, porque parece que estamos en Asia y nos hemos trasladado de continente. También nos acercamos a ver el edificio en forma de pirámide de Transamerica. Como ya tenemos gusa, comemos en un chino en Columbus con Broadway, yo cerdo agridulce con arroz y Dani un plato de pollo al limón y otro plato de arroz blanco. Lógicamente no se lo puede terminar (ni yo tampoco). Yo bebo té, sin azúcar, que me recuerda mucho a nuestro viaje a Japón, y Dani una Bud, todo por 30$ más propina.
La puerta del dragón. |
El cable car pasando por el barrio chino. |
Las curiosas farolas. |
El edificio de Transamerica. |
Volvemos andando hacia el hotel, dando un paseo por Columbus, y cuando estamos llegando me doy cuenta que me he dejado la cámara en el restaurante. ¡Mierda! ¿%%$%&gggsssfhhh!!!!?! Y muchos más juramentos para mayores de 18... Dani se da una carrera de vuelta hasta el restaurante, mientras yo voy andando detrás lo más deprisa que puedo y pensando en que me va a dar algo si me quedo sin las fotos de mi luna de miel. La cámara se puede comprar otra, pero las fotos... Por suerte la camarera la ha guardado, y cuando ve llegar a Dani corriendo, le pregunta con una sonrisa ¿Camera? Ufff... menos mal...
De vuelta al hotel vemos pasamos por Lombard St. para hacer unas fotos a la sinuosa calle. La subida es matadora, pero merece la pena por lo curiosa que es esa parte de la calle y por las vistas que hay desde allí. Volvemos al hotel, y descansamos un rato. Yo me echo la siesta y todo, por primera vez en el viaje, desde Las Vegas. A las cinco Dani me llama para que me vaya despertando porque tenemos reservada la excursión a Alcatraz.
La inclinación de Lombard St. |
La parte más empinada de la calle. |
Vista de Alcatraz. |
He reservado la última de la tarde, a las 18.45, con Alcatraz Cruises. Y menos mal que hice la reserva, porque cuando llegamos allí, hay un cartel en las taquillas que dice que no hay entradas hasta el 15 de Agosto (y estamos a 23 de Julio...). Antes de entrar al ferry que nos lleva a la isla, hay un fotógrafo que hace fotos a todos los grupos y familias delante de un fondo que es una foto de la isla. Por supuesto, a la vuelta las puedes comprar por el módico precio de 30$. Cómo les gusta a los americanos esas cosas... Cuando entramos en el ferry nos acomodamos dentro. Luego, mientras se acerca a la isla salimos fuera a hacer un par de fotos, pero hace tanto frío que volvemos a entrar enseguida, antes de congelarnos del todo.
Alcatraz nos gusta un montón y verlo al anochecer le da un encanto especial. Nada más llegar nos van separando en grupos y nos acoge un ranger que nos cuenta historias y curiosidades de la isla. Después entramos en la cárcel y nos dan una audioguía en castellano. La audioguía nos va haciendo la visita por toda la cárcel y contándonos la historia y curiosidades que han ocurrido. Me gusta cuando cuenta la historia de la fuga de Frank Morris y los hermanos Anglin, porque lo habíamos visto en el capítulo de Los Cazadores de Mitos, y verlo in situ es impresionante. Recomiendo encarecidamente ver ese capítulo de Los Cazadores de Mitos antes de ir a Alcatraz. Después de una hora y pico de visita, y muchas fotos, cogemos el ferry de vuelta a las 20.40h.
Vista de SFO desde el ferry. |
Celdas en Alcatraz. |
Más pasillos con celdas... |
Vamos andando hasta el Pier 39 y cenamos en una especie de hawaiano que se llama Wipe Out. Yo como pasta con brócoli y langostinos, y Dani una hamburguesa, más dos Stella Artois de medio litro por unos 55$ más propina. Volvemos dando un paseo al hotel y a dormir.
martes, 20 de noviembre de 2012
De vuelta y con muchas cosas nuevas.
Bueno, después de casi un mes sin Internet en casa, aquí estoy, de vuelta al mundo blogueril. Con la buena cadencia de actualizaciones que llevaba yo... En fin. Este mes han pasado un montón de cosas.
La primera y más importante: me he mudado de casa (de ahí el no tener internet en tanto tiempo). Aunque Dani no quería hacer todas las cosas importantes en el mismo año (boda y mudanza), en octubre encontré un piso que nos gustó mucho a los dos, en una zona mejor, más grande, sin muebles, con terracita, que estaba bien cuidado... Lo fuimos a ver. Nos encantó a los dos. Al día siguiente llamamos al dueño y le dijimos que nos interesaba. Nos dijo que ya se había comprometido con otro chico. ¡Nooooo! ¡Jo! Yo tenía un deja vu de esos, porque la otra vez que buscamos piso también nos quitaron uno que nos gustaba mucho delante de nuestras narices. En fin, habría que seguir buscando y resignarse. A las dos semanas, inesperadamente, nos volvió a llamar el dueño y nos dijo que si nos seguía interesando, al final no lo iba a alquilar a los otros chicos. Volvimos a verlo y le dijimos que sí.
Y, después de hablar con nuestro casero del piso antiguo, nos dedicamos a hacer la mudanza en una semana. Bueno, más bien me dediqué yo, que como ahora estoy parada.... Al final no fue tan terrible. Poco a poco y con ayuda de los amigos y familia, ya estamos instalados en el piso nuevo y yo estoy muy contenta con el cambio. Pensaba que me iba a costar más acostumbrarme, que este piso nuevo fuera mi casa, pero en menos de un mes ya me siento muy cómoda aquí. Eso sí, también ha sido el mes de visitas al Ikea, Conforama, Leroy Merlin, etc, que normalmente las disfruto, pero a ver si ya terminamos de comprar todo lo que necesitamos porque empieza a ser un coñazo.
Más cosas. El puente de La Almudena me fui con Dani a Valencia a disfrutar de mi regalazo de despedida de la residencia: unas entradas para las carreras de motos y dos noches de hotel. Lo disfruté muchísimo, a pesar de que el tiempo no acompañó del todo. Me encantó el hotel, por la localización en todo el centro de Valencia, y de las carreras se quedan cortas las palabras. Las entradas eran para unos asientos muy buenos, desde donde se veía toda la recta de meta y las primeras curvas. La verdad es que el circuito de Cheste se disfruta mucho porque se ve casi todo el recorrido desde cualquier sitio. Y además disfrutamos de una remontada épica de Márquez, que ganó la carrera saliendo último, y de otra parecida de Pedrosa, que también ganó saliendo desde el pit. ¿Qué más se puede pedir? ^^
Ese finde dejamos a Paul, nuestro nuevo conejín, con Andrea. Pero el fin de semana pasado, nos fuimos a Avilés, Andrea, Dani, mi hermano y yo, con el conejo a cuestas. Me lo he pasado muy bien, a pesar de la paliza de viaje, disfrutando de la buena comida y mejor bebida asturiana. Fuimos a ver Luanco y el cabo de Peñas, donde ya había estado con mis padres hace unos años, pero me gustó mucho volver, es un sitio precioso.
El conejito se ha portado muy bien, a pesar de las cinco horas en coche y de estar malito, el pobre. Al final, a mi que me daba cosica tener otro conejo, también estoy muy contenta con tener a Paul. Está siendo una mascota muy dócil y cariñosa, aunque como todavía es un gazapo, no para quieto y todo lo tiene que oler, cotillear y catar, pero merece la pena porque es muy gracioso cuando corretea por la casa, es un tragoncete de mucho cuidado, hemos conseguido que venga cuando le llamas y nunca se pone arisco o se enfada. Mola.
Por lo demás, yo sigo con mi búsqueda de trabajo y marujeando bastante en casa, qué remedio. Todavía no me agobia demasiado, porque está la cosa muy parada. Después de Navidades me empezaré a plantear si busco otras cosas o ponerme como autónoma o qué hacer...
Por cierto, que ya falta muy poquito para Navidades. Dentro de nada, mi consabida entrada sobre ellas, lo que me gusta y el resumen del año, que ha sido movidito.
Y ya.
La primera y más importante: me he mudado de casa (de ahí el no tener internet en tanto tiempo). Aunque Dani no quería hacer todas las cosas importantes en el mismo año (boda y mudanza), en octubre encontré un piso que nos gustó mucho a los dos, en una zona mejor, más grande, sin muebles, con terracita, que estaba bien cuidado... Lo fuimos a ver. Nos encantó a los dos. Al día siguiente llamamos al dueño y le dijimos que nos interesaba. Nos dijo que ya se había comprometido con otro chico. ¡Nooooo! ¡Jo! Yo tenía un deja vu de esos, porque la otra vez que buscamos piso también nos quitaron uno que nos gustaba mucho delante de nuestras narices. En fin, habría que seguir buscando y resignarse. A las dos semanas, inesperadamente, nos volvió a llamar el dueño y nos dijo que si nos seguía interesando, al final no lo iba a alquilar a los otros chicos. Volvimos a verlo y le dijimos que sí.
Y, después de hablar con nuestro casero del piso antiguo, nos dedicamos a hacer la mudanza en una semana. Bueno, más bien me dediqué yo, que como ahora estoy parada.... Al final no fue tan terrible. Poco a poco y con ayuda de los amigos y familia, ya estamos instalados en el piso nuevo y yo estoy muy contenta con el cambio. Pensaba que me iba a costar más acostumbrarme, que este piso nuevo fuera mi casa, pero en menos de un mes ya me siento muy cómoda aquí. Eso sí, también ha sido el mes de visitas al Ikea, Conforama, Leroy Merlin, etc, que normalmente las disfruto, pero a ver si ya terminamos de comprar todo lo que necesitamos porque empieza a ser un coñazo.
Más cosas. El puente de La Almudena me fui con Dani a Valencia a disfrutar de mi regalazo de despedida de la residencia: unas entradas para las carreras de motos y dos noches de hotel. Lo disfruté muchísimo, a pesar de que el tiempo no acompañó del todo. Me encantó el hotel, por la localización en todo el centro de Valencia, y de las carreras se quedan cortas las palabras. Las entradas eran para unos asientos muy buenos, desde donde se veía toda la recta de meta y las primeras curvas. La verdad es que el circuito de Cheste se disfruta mucho porque se ve casi todo el recorrido desde cualquier sitio. Y además disfrutamos de una remontada épica de Márquez, que ganó la carrera saliendo último, y de otra parecida de Pedrosa, que también ganó saliendo desde el pit. ¿Qué más se puede pedir? ^^
Ese finde dejamos a Paul, nuestro nuevo conejín, con Andrea. Pero el fin de semana pasado, nos fuimos a Avilés, Andrea, Dani, mi hermano y yo, con el conejo a cuestas. Me lo he pasado muy bien, a pesar de la paliza de viaje, disfrutando de la buena comida y mejor bebida asturiana. Fuimos a ver Luanco y el cabo de Peñas, donde ya había estado con mis padres hace unos años, pero me gustó mucho volver, es un sitio precioso.
El conejito se ha portado muy bien, a pesar de las cinco horas en coche y de estar malito, el pobre. Al final, a mi que me daba cosica tener otro conejo, también estoy muy contenta con tener a Paul. Está siendo una mascota muy dócil y cariñosa, aunque como todavía es un gazapo, no para quieto y todo lo tiene que oler, cotillear y catar, pero merece la pena porque es muy gracioso cuando corretea por la casa, es un tragoncete de mucho cuidado, hemos conseguido que venga cuando le llamas y nunca se pone arisco o se enfada. Mola.
Por lo demás, yo sigo con mi búsqueda de trabajo y marujeando bastante en casa, qué remedio. Todavía no me agobia demasiado, porque está la cosa muy parada. Después de Navidades me empezaré a plantear si busco otras cosas o ponerme como autónoma o qué hacer...
Por cierto, que ya falta muy poquito para Navidades. Dentro de nada, mi consabida entrada sobre ellas, lo que me gusta y el resumen del año, que ha sido movidito.
Y ya.