martes, 27 de febrero de 2018

Cuatro días en Oporto.

En Navidad no pudimos coger vacaciones, así que aprovechamos los días libres que nos quedaban y nos fuimos del 7 al 10 de enero a Oporto. Llevamos una temporada muy portuguesa, le hemos pillado el gusto a visitar nuestro país vecino porque es una pasada de bonito, su gente es agradable y cercana, y su comida y bebida nos encantan. Todavía tengo pendiente escribir un par de entradas sobre Madeira. Llegarán, aunque no sé cuándo. De momento nos trasladamos mentalmente a Oporto.

Llegamos el domingo después de comer, tras dejar a los conejos en su residencia habitual, el coche en el parking de larga estancia del aeropuerto, y un vuelo tranquilo de una horita, en un miniavion que parece un autobús con alas. Sofía estaba emocionada estrenando su Trunki rosa chicle y pudimos comprobar que es muy práctica para viajar con ella. Fuimos directamente al apartamento donde nos estaban esperando para hacer el check in, una chica muy maja que nos dio un montón de información sobre la ciudad, cosas para ver, sitios para comer, supermercados, etc. Se llaman Taipas Apartments y están en pleno centro, a dos minutos de la Torre de los Clérigos y se puede ir andando por todo el centro. Después de dejar las cosas y acomodarnos, bajamos dando un paseo hasta el barrio de Ribeira y cenamos en un restaurante a la orilla del Duero con horario guiri total, y nos fuimos a dormir prontito.
El puente de Luis I con su iluminación nocturna.
El lunes nuestra ruta fue ésta: torre de los clérigos, librería Lello, iglesia del Carmen, ayuntamiento, iglesia de la Santísima Trinidad, mercado de Bolhao, capilla de las Almas, café Majestic, plaza de la Batalha, la Sé, comer en Cerca Velha, funicular dos Guindais, muralla fernandina, tomar un vino en una terraza a la orilla del Duero, casa del infante, iglesia de San Francisco y palacio de la Bolsa. Descansamos y cenamos en Irmaos Linos. A dormir.

La torre de los Clérigos
Fachada de la librería Lello.
Cristalera en la librería Lello.
Escalera de la librería Lello
Librería Lello.
Iglesia del Carmen
Mercado de Bolhao
Capilla de las Almas
Café Majestic
Fachadas de azulejos.
Lateral de la Sé.
La Sé.
Vistas desde la zona Velha
Atardecer a orillas del Duero.
Iglesia de San Francisco
Vistas desde el mirador de la Victoria
El martes está lloviendo así que vamos a ver la estación de Sao Bento y desde allí cogemos el metro a Vila Nova de Gaia. Hacemos la visita a las bodegas Calem y comemos allí al lado en Douro Velho. Volvemos hacia Ribeira paseando por el puente de Luís I. La chiquinina se queda dormida en la mochila y cogemos el tranvía 1 en Infante hasta la desembocadura del Duero, toda la línea. Hace muy mal tiempo, así que después de una vuelta corta, nos volvemos otra vez en el tranvía, esta vez con la peque despierta y disfrutando del viaje. Volvemos un rato al apartamento y hacemos la maleta. Cenamos en Ribeira, en un sitio de vinos que se llama Taberna Ta-sé bem.

Vestíbulo de la estación.
Vestíbulo de la estación
Bodegas Calem
Vista de Ribeira desde Vila Nova
Las barcas de las bodegas.
Más vistas de Ribeira.
Tranvía 1
Faro en la desembocadura del Duero.
El miércoles nos dejan hacer el check out más tarde, lo que nos viene genial porque nuestro vuelo sale a las seis y pico. Calculamos salir sobre las tres del apartamento. Desayunamos y damos un paseo por la Rua de las Flores, y vemos la zona vela, la torre de la rua da baixo y el ascensor de Lada. Repetimos terraza a la orilla del Duero, pero se pone a llover y tenemos que ponernos a cubierto. Cuando deja de llover decidimos ir a recoger el equipaje y salir para el aeropuerto. Llegamos pronto al aeropuerto y comemos algo tranquilamente. Tienen zonas para niños. Volvemos en un avión todavía más mini que el de la ida, un turbohélice que en una hora y poco nos deja en Barajas.

El tranvía 22
Callejuelas por el centro.
Terrazas en Ribeira.
Me ha gustado bastante Oporto, es pequeña, cercana y acogedora. Un poco desastrada pero con mucho encanto.

miércoles, 14 de febrero de 2018

¡A la nieve!

No es que nos hayamos ido a esquiar, pero el sábado nos fuimos a la nieve para que la chiquinina disfrutase de un día diferente. Nos fuimos a San Rafael, que es todo autovía para llegar y en poco más de media hora estábamos allí. Nada más pasar el túnel de Guadarrama estaba tooooodo nevado, así que no nos hizo falta ni salir del pueblo. Aparcamos el coche un poco en las afueras y estuvimos dando un paseo mientras la chiquinina flipaba con el medio metro de nieve que había por todas partes.

Fuimos a comer a un sitio que había visto recomendado en Instagram y la recomendación fue muy buena. Se llama restaurante La Viña y comimos de lujo y no muy caro. La decoración es preciosa y es un sitio muy family friendly porque tienen tronas, un rincón con juguetes para los peques, un cambiador perfectamente equipado con toallitas y pañales por si se te olvida algo, y menú infantil. Salimos encantados.

Volvimos dando otro paseo hasta el coche, hice muchas fotos, nos lanzamos bolas, cogimos carámbanos, hicimos un par de muñecos de nieve y como a las cinco ta estábamos helados y mojados, nos volvimos para casa. En fin, un día estupendo que la chiquinina disfrutó un montón y que me encantaría repetir antes de que acabe el invierno.


martes, 6 de febrero de 2018

Parar a pensar (porque no te queda más remedio).

A veces intento explicar a mis pacientes la función que tiene la tristeza y para lo que sirve. Suelen ser unos evitadores patológicos, así que no se suelen quedar con la copla. ¿Como va a ser bueno estar triste, con lo desagradable que es? Pues sí, es bueno. Aquí lo explican muy bien. La tristeza nos sirve para parar. La tristeza hace que queramos quedarnos en la cama, nos deja sin ganas de hacer nada, queriendo estar solos. Sola conmigo misma. Y con mis pensamientos. Ése es el quid de la cuestión. La tristeza nos ayuda a reflexionar, a procesar lo que nos ha pasado, a elaborar. Haciendo cosas constantemente es imposible pensar a fondo, pero si estoy metida en la cama sin ganas de nada ni de nadie, se crea un ambiente propicio para la reflexión y la introspección. Estoy hablando de la tristeza normal, que tiene que formar parte de la vida de todos y que tiene su función, no de la depresión, que es otro cantar.

Bueno, esta introducción tan profunda para la chorrada que voy a contar... Antes de los smartphone había otro espacio propicio para la reflexión: la taza del váter. Y yo no estoy triste, pero sí que me he pasado mucho rato ahí sentada en las últimas veinticuatro horas. Mucho más del que me gustaría. Es lo que tienen los virus que la chiquinina se trae de la guardería, que a veces atacan al resto de la familia, y con ganas.

Es verdad que tengo mi móvil, pero cuando llevas todo el día del sofá al váter y viceversa, al final te terminas interné. Y te da tiempo a pensar cosas. Cosas bastante profundas, oye. Como para replantearte tu estilo de vida y todo. Unas cosas muy raras. Yo creo que la futura mudanza me está agobiando y me entran ganas de tirar la mitad de las cosas que tengo a la basura (o darlas, o venderlas). También tendrá que ver con que he visto este documental. Y con que últimamente leo cosas relacionadas con gente que se dedica más a la experiencias que a las cosas, y me gusta la idea. También la filosofía del yoga va en ese sentido y como últimamente leo muchas cosas sobre yoga, no sé si se me está pegando.

De momento he hecho unfollow a un montón de blogueras, páginas y demás relacionadas con la moda, que para lo único que sirven es para crearme necesidades que no son reales. Y me estoy planteando seriamente probar la experiencia de no comprar ropa durante un año (con la cantidad que tengo seguro que no me hace mucha falta nada).

Pues eso, que no sé si estoy deshidratada y eso me hace desbarrar o es el inicio de algo. El tiempo lo dirá :)

viernes, 2 de febrero de 2018

Enero viajero y fotográfico.

Enero ha sido el mes de visitar Oporto, estrenar la Trunki y hacer mi curso de fotografía. Viéndolo así, un buen mes para la cuesta que tiene ;)

Atardecer, vistas y comida en Oporto.
Risas con lágrimas, jugando con la profundidad de campo y volviendo a ver Harry Potter.
Fotos varias de Madrid ❤️

Vamos a por Febrero, que no nos dura ni dos bocaos.