Arcoíris, cumpleaños y manualidades. Tarta de la cocinillas, lecturas y Sant Jordi. Vermú al sol. arma mortífera y primeras salidas. |
jueves, 30 de abril de 2020
Abril confinado.
¿Quién nos ha robado el mes de abril? Pues el p*to coronavirus, quién va a ser... La verdad es que se me ha pasado bastante rápido el mes. Hacer, lo que se dice hacer, no hemos hecho mucho. La rutina de todos los días: fichas con la peque, hacer comida, poner lavavajillas, poner lavadoras, ir a la compra, ver Netflix y películas, tomar el sol en la terraza y aperitivear cuando se puede, leer, hacer un poco de yoga o de boxeo con Dani, y esta última semana, salir a dar algún paseo con la chiquinina. Pues eso, todo muy de esta rutina nueva en la que nos hemos instalado, en la que más o menos estamos cómodos, y de la que nos va a costar salir, pero esto lo dejo para otra entrada. Hemos celebrado el cumple de Sofía con muchas videollamadas y merienda de guarrerías y tarta. También celebramos Sant Jordi, como tradición importada por Dani de sus tiempos en Bacelona.
No sé si mayo será el mes de desconfinamiento o si el futuro va a ser en algún momento como era nuestra vida antes. Iremos intentando adaptarnos a las cosas como vengan y sacarle algo bueno a cada día.
martes, 28 de abril de 2020
Del arte de la crispación.
Si de algo me está sirviendo esta cuarentena, tanto a nivel personal como profesional, es para confirmar que es mucho más fácil mirar para fuera que para dentro. Esta reflexión la estoy teniendo de forma muy intensa desde el principio del confinamiento. Es algo que con mucha frecuencia intento transmitir a los pacientes cuando hacen terapia: Es muchísimo más fácil enfadarse con los demás que con uno mismo, es mucho más sencillo poner el foco en los demás que en ti mismo, mirarnos por dentro y vernos tal y como somos nos suele producir miedo, rechazo, dolor, si no estamos acostumbrados a hacerlo.
La primera vez que tuve este pensamiento fue en los primeros días del confinamiento, cuando algunas personas que sigo en IG, que son de fuera de Madrid, compartían fotos de atascos un viernes por la tarde, echando pestes como si los madrileños fueran los únicos culpables de lo que estaba pasando. Luego resulta que el atasco había sido en una carretera porque había un accidente, pero era mucho más fácil volcar toda la rabia y la frustración de lo que estaba pasando con los madrileños, y que les encierren a todos en casa. Fueron muy famosas las imágenes de la Pedriza el primer fin de semana de confinamiento. También pasó más tarde con barceloneses que se iban a la Cerdanya, los vascos que se iban a Cantabria o los sevillanos que se iban a Cádiz. Mira, al final hemos acabado encerrados todos en casa.
También me ha ocurrido en las dos o tres primeras semanas, cuando una amiga se quejaba en un grupo de guasap de lo mal que lo hacían sus vecinos, de que todo el mundo estaba en la calle, de que la gente salía de paseo. Ha sido también noticia los policías de balcón, increpando a todo aquel que pensaban que estaba incumpliendo. Hasta el punto de increpar a trabajadores esenciales que iba a o volvía de trabajar o plantear el marcar a las personas con TEA (con una muñequera azul) para que no tuvieran que aguantar insultos de los demás. Mi pensamiento era ¿y de qué te sirve fijarte en los que lo hacen mal? Para sentirte frustrada, para sentirte tonta porque ellos son unos "listos", para enfadarte y estar crispada. ¿Acaso puedes controlar lo que hacen los demás, por mucho que creas que lo están haciendo mal? Seguramente no. A día de hoy sabemos que casi todo el mundo lo está haciendo bien.
La última situación en la que he tenido estos pensamientos ha sido el domingo, con el desconfinamiento de los niños. Tres o cuatro fotos y un par de vídeos que han sido virales, mostrando lo malos que son los padres y las madres, lo mal que lo están haciendo, y tuiter ardiendo en llamas contra ellos, vomitando toda su rabia y su odio (como de costumbre). Que sí, que siempre va a haber quien lo haga mal, que siempre está quien se cree más listo que los demás por saltarse las normas, y más en este país donde está tan ensalzada la "picaresca". Las cuestiones son: ¿De qué me sirve a mí fijarme en esas personas que lo hacen mal? ¿Cómo me hace sentir? Y lo que es más importante, si no estoy pendiente de los demás, ¿cómo me siento? Porque lo mismo la cuestión está ahí, que prefiero estar enfadada con los demás a sentirme triste, sola, aburrida, nerviosa...
Esta situación nos está dando una buena oportunidad de conocernos mejor, de empezar a aceptar cómo somos, de entender las cosas que nos gustan y las que no de uno mismo, de aprender a convivir con nuestras emociones y a gestionarlas, de querernos un poco más. No la desperdiciemos estando constantemente enfadados con los demás, intentando cambiar o controlar situaciones que no podemos cambiar ni controlar, estando mas pendientes de los demás que de nosotros mismos. Seamos más responsables de nuestros actos, en lugar de juzgar a los demás de forma indiscriminada.
La primera vez que tuve este pensamiento fue en los primeros días del confinamiento, cuando algunas personas que sigo en IG, que son de fuera de Madrid, compartían fotos de atascos un viernes por la tarde, echando pestes como si los madrileños fueran los únicos culpables de lo que estaba pasando. Luego resulta que el atasco había sido en una carretera porque había un accidente, pero era mucho más fácil volcar toda la rabia y la frustración de lo que estaba pasando con los madrileños, y que les encierren a todos en casa. Fueron muy famosas las imágenes de la Pedriza el primer fin de semana de confinamiento. También pasó más tarde con barceloneses que se iban a la Cerdanya, los vascos que se iban a Cantabria o los sevillanos que se iban a Cádiz. Mira, al final hemos acabado encerrados todos en casa.
También me ha ocurrido en las dos o tres primeras semanas, cuando una amiga se quejaba en un grupo de guasap de lo mal que lo hacían sus vecinos, de que todo el mundo estaba en la calle, de que la gente salía de paseo. Ha sido también noticia los policías de balcón, increpando a todo aquel que pensaban que estaba incumpliendo. Hasta el punto de increpar a trabajadores esenciales que iba a o volvía de trabajar o plantear el marcar a las personas con TEA (con una muñequera azul) para que no tuvieran que aguantar insultos de los demás. Mi pensamiento era ¿y de qué te sirve fijarte en los que lo hacen mal? Para sentirte frustrada, para sentirte tonta porque ellos son unos "listos", para enfadarte y estar crispada. ¿Acaso puedes controlar lo que hacen los demás, por mucho que creas que lo están haciendo mal? Seguramente no. A día de hoy sabemos que casi todo el mundo lo está haciendo bien.
La última situación en la que he tenido estos pensamientos ha sido el domingo, con el desconfinamiento de los niños. Tres o cuatro fotos y un par de vídeos que han sido virales, mostrando lo malos que son los padres y las madres, lo mal que lo están haciendo, y tuiter ardiendo en llamas contra ellos, vomitando toda su rabia y su odio (como de costumbre). Que sí, que siempre va a haber quien lo haga mal, que siempre está quien se cree más listo que los demás por saltarse las normas, y más en este país donde está tan ensalzada la "picaresca". Las cuestiones son: ¿De qué me sirve a mí fijarme en esas personas que lo hacen mal? ¿Cómo me hace sentir? Y lo que es más importante, si no estoy pendiente de los demás, ¿cómo me siento? Porque lo mismo la cuestión está ahí, que prefiero estar enfadada con los demás a sentirme triste, sola, aburrida, nerviosa...
Esta situación nos está dando una buena oportunidad de conocernos mejor, de empezar a aceptar cómo somos, de entender las cosas que nos gustan y las que no de uno mismo, de aprender a convivir con nuestras emociones y a gestionarlas, de querernos un poco más. No la desperdiciemos estando constantemente enfadados con los demás, intentando cambiar o controlar situaciones que no podemos cambiar ni controlar, estando mas pendientes de los demás que de nosotros mismos. Seamos más responsables de nuestros actos, en lugar de juzgar a los demás de forma indiscriminada.
viernes, 24 de abril de 2020
Cuarentena, pero aún nos queda.
¿Te acuerdas cuando pensabas que una cuarentena eran cuarenta días? Qué ilusa. ¿Te acuerdas cuando pensabas que quince días en casa se te iba a hacer cuesta arriba? Qué inocencia. ¿Te acuerdas cuando sólo tenías que preocuparte de trabajar, llevar a la niña al parque, hacer la compra y poco más? ¿Cuando no tenías que ser profesora, animadora, chef realfooder, monitora de gimnasio, cuentacuentos, chica fitness, monje budista en estado zen entre otras muchas cosas? Pues eso... Que esta situación está superando todas nuestras expectativas. Llevamos cuarenta (y pico) días de confinamiento y aún nos queda bastante tiempo para volver a una cierta normalidad, si es que podemos volver a tener la vida que teníamos antes. Yo ya llevaba tiempo, desde antes de Semana Santa, pensando que el puente de mayo lo pasábamos en casa encerrados, aunque lo que no había previsto es que también tendríamos que cancelar el viaje del puente de San Isidro. En fin. Lo que sí tengo cada vez más claro es que la peque no va a volver al cole este curso.
Aunque también estoy sacando muchas cosas buenas de todo esto. Es un curso intensivo y acelerado de aprender a vivir (y disfrutar) el presente. Porque si no vivimos el presente, pues vivimos en una tristeza constante (por lo que hemos perdido) o una angustia constante (por no saber lo que va a pasar). Así que el aquí y ahora es nuestro refugio de tranquilidad y estabilidad. Para mí antes una fuente muy importante de alegría era planificar, idear, soñar con viajes, escapadas y planes futuros. Con esta situación, lógicamente, ni planes, ni viajes, ni escapadas caben y no sabemos hasta cuándo. Al principio de la cuarentena no podía ni pararme a pensar en ello, porque me ponía muy triste y enfadada. Ahora lo voy llevando mejor, sigo sin pensar mucho en ello (ni pasarme por mi blog o mi Instagram de viajes), pero voy aceptando que esas cosas que tanto me gustaban y ocupaban una parte importante de mi tiempo y mi espacio mental, ahora ya no son posibles, y en un futuro cercano tampoco. Así que me centro en las cosas que ahora me ayudan: volver a leer, ver muchas series y películas nuevas o ya vistas, hacer fotos caseras, hacer puzzles, escuchar música y de vez en cuandopegar a Dani intentar aprender un poco de boxeo con Dani y sudar un rato juntos o pasar un rato en la esterilla.
Ayuda mucho también que todos estamos bien, no hemos tenido a nadie en situación crítica por el virus, no hemos tenido grandes conflictos en la convivencia y la chiquinina lo lleva con mucha tranquilidad. Parece mentira que lleve cuarenta y tantos días sin pisar la calle. Sí que es verdad que lleva unos días un poco más sensible e irritable, pero no más que los adultos de esta casa, que todos empezamos a notar en cierta medida el estar tanto tiempo encerrados y nuestra paciencia se va agotando poco a poco. Pero como digo, en general estamos bien, salimos a nuestra terraza cuando se puede a recargar un poco de vitamina D. Y cuando a partir del domingo podamos salir un ratito con la chiquinina, daremos un pequeño paseo cerca de casa para que ella pueda desfogarse un poco.
Y así seguiremos mientras haga falta. Cocinando y poniendo lavavajillas como nunca en nuestra vida. Haciéndonos expertos en vivir el aquí y ahora. Convirtiéndome en una artista marcial/máquina de matar. Multiempleada como nunca en mi vida pero cobrando el paro. Pasando el rato, vamos XD
Aunque también estoy sacando muchas cosas buenas de todo esto. Es un curso intensivo y acelerado de aprender a vivir (y disfrutar) el presente. Porque si no vivimos el presente, pues vivimos en una tristeza constante (por lo que hemos perdido) o una angustia constante (por no saber lo que va a pasar). Así que el aquí y ahora es nuestro refugio de tranquilidad y estabilidad. Para mí antes una fuente muy importante de alegría era planificar, idear, soñar con viajes, escapadas y planes futuros. Con esta situación, lógicamente, ni planes, ni viajes, ni escapadas caben y no sabemos hasta cuándo. Al principio de la cuarentena no podía ni pararme a pensar en ello, porque me ponía muy triste y enfadada. Ahora lo voy llevando mejor, sigo sin pensar mucho en ello (ni pasarme por mi blog o mi Instagram de viajes), pero voy aceptando que esas cosas que tanto me gustaban y ocupaban una parte importante de mi tiempo y mi espacio mental, ahora ya no son posibles, y en un futuro cercano tampoco. Así que me centro en las cosas que ahora me ayudan: volver a leer, ver muchas series y películas nuevas o ya vistas, hacer fotos caseras, hacer puzzles, escuchar música y de vez en cuando
Ayuda mucho también que todos estamos bien, no hemos tenido a nadie en situación crítica por el virus, no hemos tenido grandes conflictos en la convivencia y la chiquinina lo lleva con mucha tranquilidad. Parece mentira que lleve cuarenta y tantos días sin pisar la calle. Sí que es verdad que lleva unos días un poco más sensible e irritable, pero no más que los adultos de esta casa, que todos empezamos a notar en cierta medida el estar tanto tiempo encerrados y nuestra paciencia se va agotando poco a poco. Pero como digo, en general estamos bien, salimos a nuestra terraza cuando se puede a recargar un poco de vitamina D. Y cuando a partir del domingo podamos salir un ratito con la chiquinina, daremos un pequeño paseo cerca de casa para que ella pueda desfogarse un poco.
Y así seguiremos mientras haga falta. Cocinando y poniendo lavavajillas como nunca en nuestra vida. Haciéndonos expertos en vivir el aquí y ahora. Convirtiéndome en una artista marcial/máquina de matar. Multiempleada como nunca en mi vida pero cobrando el paro. Pasando el rato, vamos XD
viernes, 3 de abril de 2020
Cinco años.
Hace cinco años ya que me convertí en mamá y, aunque hay veces que echo un poco de menos la etapa bebé (olvidándome de las cosas malas, claro, de sentirme una vaca lechera, de no dormir ni dos horas seguidas, del dolor de espalda por llevarla en brazos a todas horas, de no poder comer ni ir al baño sin tener un bebé encima), cada año que pasa me parece que es mejor ser la mamá de la chiquinina. Este ha sido un cumpleaños extraño. Habíamos planeado celebrarlo en un parque de bolas con algunos de sus amigos y la familia, pero no ha podido ser por la cuarentena. Al final la celebración ha sido los tres solos en casa, con muchas videollamadas soplando la vela de la tarta.
Ha cambiado un montón este último año. Veo las fotos de hace un año y le veo carita de casi bebé entonces. Ha crecido un montón, ya mide 107 centímetros y ha llegado casi a los 18 kilos, así que hemos tenido que jubilar la silla del coche. Hace un montón de cosas sola, aunque nos ha salido un poco vaguilla y tira mucho del "es que no puedo". Se viste y se desviste sola con ayuda, se ducha sola con ayuda para lavar el pelo, se lava los dientes, va al baño de forma totalmente autónoma, me ayuda a cocinar, sabe poner y quitar la mesa, me ayuda a poner la lavadora y tender la ropa, intenta pasar el aspirador (aunque se cansa porque pesa bastante), pasa el plumero, guarrea en el fregadero diciendo que friega los platos, intenta coger a Paul en brazos todo el rato. Ya casi nunca pide ir en brazos, a no ser que esté realmente cansada, aunque sigue necesitando mucho contacto físico y vive pegada a su madre (yo). Le encanta saltar en la cama y ya sabe dar volteretas hacia delante.
Habla por los codos, pronuncia bien todos los fonemas menor la rr, que creo que es algo genético/familiar (yo tuve que ir al logopeda por eso mismo y tengo varios tíos que no la dicen bien). En el cole ya está con la lectoescritura a tope. Conoce las letras y los números y es capaz de escribirlos. Sabe escribir algunas palabras ella sola y reconoce muchas. Es una pena que no pueda ir al cole estos meses porque echa mucho de menos a sus amigos. Ya tiene su grupo de amigos en clase, con los que se lleva mejor. El año pasado estaba casi siempre con sus amigos Hugo y Héctor, pero ha empezado a jugar mucho más con otras niñas de su clase. Y es que ya está en época princesil a tope.
Mira que hemos intentado que no fuera una niña sólo con juguetes o ropa de niña, pero no hay manera, tiene sus gustos muy claros y si algo es rosa le encanta. Le flipan las princesas disney, las sirenas, estamos con Frozen 2 a tope, los disfraces, los complementos, el maquillaje, las joyas. Igualita que su madre (no). También le sigue encantando cantar y bailar, aunque vamos avanzando ya de los Cantajuegos y Pica Pica a nuevos géneros. Le gusta ver películas y series en la tablet, y cenar viendo Big Bang Theory con nosotros. Ya tiene bici de mayor (con ruedines) y le hemos regalado por su cumple unos patines de mayor. Si le coge el gusto lo mismo me compro yo unos también para hacer ejercicio con ella, que de pequeña me encantaba patinar.
Sigue siendo cariñosa/arisca selectiva. Con quien quiere y cuando quiere, no te empeñes en pedirle un beso, que si no le sale no te lo va a dar. Como su madre, vamos (esta vez sí). Le cuesta menos quedarse con los abuelos, con la abuela o con los primos, así que su padre y yo hemos podido hacer algunos planes de novios este último año. Lo que no quiere todavía es quedarse a dormir sin nosotros, pero bueno, todo llegará. Hace dos años no podíamos casi ni ir al cine, así que mira, algo vamos avanzando. Tiene bastante carácter y es un poco cabezota (en eso se parece a los dos). Cada vez es menos tímida, aunque es bastante vergonzosa. Sigue siendo muy cauta y cuidadosa, muy perfeccionista. Es una niña alegre y feliz, que es lo más importante.
Dicen que con lxs hijxs cada vez es más difícil, pero de verdad que con ella no me lo parece así. Es fácil convivir con ella, llegar a acuerdos, a veces cede ella y otras veces cedemos nosotros. Me imagino que cuando pase a primaria, tenga más carga académica, y cuando se acerce a la preadolescencia, las cosas se irán complicando, pero ahora creo que estamos disfrutando de una etapa muy tranquila y especial, aprovechando a tope que todavía se deja achuchar, que todavía no nos quiere perder de vista XD
Y no me explayo más. Felicidades chiquinina. Un año más juntas es un regalo. Me encanta ser tu mamá.
Ha cambiado un montón este último año. Veo las fotos de hace un año y le veo carita de casi bebé entonces. Ha crecido un montón, ya mide 107 centímetros y ha llegado casi a los 18 kilos, así que hemos tenido que jubilar la silla del coche. Hace un montón de cosas sola, aunque nos ha salido un poco vaguilla y tira mucho del "es que no puedo". Se viste y se desviste sola con ayuda, se ducha sola con ayuda para lavar el pelo, se lava los dientes, va al baño de forma totalmente autónoma, me ayuda a cocinar, sabe poner y quitar la mesa, me ayuda a poner la lavadora y tender la ropa, intenta pasar el aspirador (aunque se cansa porque pesa bastante), pasa el plumero, guarrea en el fregadero diciendo que friega los platos, intenta coger a Paul en brazos todo el rato. Ya casi nunca pide ir en brazos, a no ser que esté realmente cansada, aunque sigue necesitando mucho contacto físico y vive pegada a su madre (yo). Le encanta saltar en la cama y ya sabe dar volteretas hacia delante.
Pegadas desde 2015 |
Habla por los codos, pronuncia bien todos los fonemas menor la rr, que creo que es algo genético/familiar (yo tuve que ir al logopeda por eso mismo y tengo varios tíos que no la dicen bien). En el cole ya está con la lectoescritura a tope. Conoce las letras y los números y es capaz de escribirlos. Sabe escribir algunas palabras ella sola y reconoce muchas. Es una pena que no pueda ir al cole estos meses porque echa mucho de menos a sus amigos. Ya tiene su grupo de amigos en clase, con los que se lleva mejor. El año pasado estaba casi siempre con sus amigos Hugo y Héctor, pero ha empezado a jugar mucho más con otras niñas de su clase. Y es que ya está en época princesil a tope.
Mira que hemos intentado que no fuera una niña sólo con juguetes o ropa de niña, pero no hay manera, tiene sus gustos muy claros y si algo es rosa le encanta. Le flipan las princesas disney, las sirenas, estamos con Frozen 2 a tope, los disfraces, los complementos, el maquillaje, las joyas. Igualita que su madre (no). También le sigue encantando cantar y bailar, aunque vamos avanzando ya de los Cantajuegos y Pica Pica a nuevos géneros. Le gusta ver películas y series en la tablet, y cenar viendo Big Bang Theory con nosotros. Ya tiene bici de mayor (con ruedines) y le hemos regalado por su cumple unos patines de mayor. Si le coge el gusto lo mismo me compro yo unos también para hacer ejercicio con ella, que de pequeña me encantaba patinar.
¿Esto es la preadolescencia? |
Dicen que con lxs hijxs cada vez es más difícil, pero de verdad que con ella no me lo parece así. Es fácil convivir con ella, llegar a acuerdos, a veces cede ella y otras veces cedemos nosotros. Me imagino que cuando pase a primaria, tenga más carga académica, y cuando se acerce a la preadolescencia, las cosas se irán complicando, pero ahora creo que estamos disfrutando de una etapa muy tranquila y especial, aprovechando a tope que todavía se deja achuchar, que todavía no nos quiere perder de vista XD
Y no me explayo más. Felicidades chiquinina. Un año más juntas es un regalo. Me encanta ser tu mamá.
Seguirá siendo mi chiquinina toda la vida. |