No sé si esta entrada va ir más en serio o de coña, a ver cómo sale, porque el tema da para reír y llorar a partes iguales...
Hay veces que no hay nada mejor que el que te obliguen a expresar algo para hacerlo consciente, y gracias a una charla con mi marido hace unos días me di cuenta que lo que se me está haciendo más duro de la maternidad (aparte de la intensidad y variabilidad emocional, que para una persona bastante plana como suelo ser yo, es bastante desconcertante) es la soledad. La maternidad me ha hecho sentir bastante sola, física y emocionalmente. Físicamente porque estoy gran parte del día sola con un bebé. Eso es así y tiene poca solución, más con el estilo de vida que llevamos hoy en día, que no hacemos mucha tribu, y sin tener otras mujeres en mi situación cerca. Emocionalmente porque yo he cambiado (al parecer más de lo que creo) y los que me rodean, no. Es complicado tener que integrar la maternidad en tu autoconcepto, en cómo te ves y te sientes a ti misma, así que me imagino que desde fuera también cuesta, y esas miradas de no te reconozco te separan un poco de la gente. Pero supongo que será algo transitorio, como lo de dormir poco :P
Me hizo mucha gracia, unos días después de haber escrito todo esto, leer este artículo, con el que me he sentido muy identificada.
Y hasta aquí la reflexión seria.
Otras cosas en las que he cambiado:
Cambia el concepto de aseo. He descubierto la duchademadre TM, que simplemente consiste en ducharte en menos de tres minutos porque no sabes cuando va a llorar tu hija, y hay veces que se te olvida hasta ponerte desodorante porque la oyes antes de terminar. Por supuesto, llevo tres meses sin echarme ningún potingue o maquillaje, y con suerte me depilo cuando ya parezco un wookie. Si fuera invierno no me importaría, pero los shorts con pelo no quedan muy bien...
Cambia el concepto de descanso. Dormir cuatro horas seguidas es mi máxima aspiración, aunque todavía es un poco utópico. Las dos o tres veces que lo he conseguido me he sentido como cuando era adolescente y dormía catorce horas del tirón. Por suerte el estar hormonada te da más cuerda que todas las bebidas energéticas juntas.
Cambia el concepto de ocio. Lo que antes era salir a tomar vinos, ir al cine y a conciertos, se ha convertido en salir de paseo al parque y tomar una caña sin alcohol, jugar al preguntados o moñear por Internet desde el móvil y con la peque en brazos, y pasar las horas muertas mirando dormir a mi chiquinina o diciéndole chorradas con voz de pito para que me eche una sonrisa de esas que me derriten. Ah, y echarle dos mil fotos al día.
Cambia el concepto de pareja. De momento somos más padres que cualquier otra cosa, y preferimos dormir a cualquier otra cosa, nosésimexplico... Pero me imagino y espero que sea algo temporal y que volvamos a ser pareja además de padres, cuando la chiquinina nos deje descansar un poco más y cuando su madre esté preparada para dejarla con los abuelitos para ir al cine. Bueno, creo que eso tendrá que ocurrir en diciembre como muy tarde, si quiero ir con Dani a ver la nueva de Star Wars.
Cambian tus gustos culinarios. Yo nunca he sido muy de dulces... hasta que me quedé embarazada, que me dio por el chocolate, y después de parir no se me han ido las ganas. Ahí sigo, dándole al chocolate puro con almendras como si no hubiera un mañana, y ahora que es verano, al helado también. Eso que dicen de que el chocolate es sustitutivo del sexo... Mmmm... Lo mismo es verdad... Y aparte de eso, cambia la dieta un montón, porque comes lo que puedes cuando te dejan, así que no hay muchas ganas ni tiempo de cocinar recetas elaboradas. Las latas de lentejas y los briks de gazpacho me han salvado de la inanición más de un día y más de dos.
Cambian tus conversaciones. Qué es eso de hablar de la actualidad política, del último gran estreno, de ese concierto que no se ha perdido nadie, del restaurante japonés de moda... ¿Mande? ¿Quémestascontandoooo? Mis nuevos temas favoritos son: frecuencia, consistencia y color de las cacas de mi hija; dificultades y bondades de la lactancia; principales hitos del desarrollo en la primera infancia; falta de sueño y métodos o trucos para dormir a un bebé; crianza con respeto; comparativas de pañales, relación calidad - precio; lo guapa, preciosa, espabilada, graciosa, lista que es mi hija... No me extraña que mis amigos me miren como si vieran a un marciano...
Cambian tus costumbres musicales. Aparte de seguir bailando funky de vez en cuando, en mi casa los nuevos hits musicales tienen que ver con pollitos que hacen "pío pío pío", con el ratón que encontró Martín o con los cinco lobitos. A Dani le hace mucha gracia cuando me oye cantar e incluso a mí se me hace raro (nunca he sido muy cantarina, por vergüenza más que nada), pero si a mi chiquinina le gusta, no hay más que hablar.
Cambia tu percepción de los ruidos. Sobre todo cuando es primera hora de la noche y llevas una hora intentando que tu hija se duerma, y a los vecinos les da por subir los toldos, o el viento cierra una puerta de un portazo, o los conejos se ponen a morder la barrera de la puerta, o hay un perro que no para de ladrar por la calle, o pasan los dos mismos hijos de su madre de todas las noches acelerando como si las calles de Alcorcón fueran un circuito, uno con el coche tunning y el otro con la moto-pepino, que deben ser una mezcla del Luisma y el Neng de Castefa... Todas las jodidas noches, ¿en serio? En fin, que te vuelves un sensor ultrasensible de cualquier sonido susceptible de despertar a tu bebé.
Y con esto voy a ir terminando, porque me está quedando una entrada más larga que ná. Si se me ocurren más cosas prometo continuar en una segunda parte.