miércoles, 3 de abril de 2019

Cuatro años de mi pequeña.

La chiquinina cumple cuatro años y me sigue sorprendiendo lo rápido que va cambiando y lo poco que me doy cuenta en el día a día.

Hace cuatro años que me convertí en madre, aunque ya me sentía así desde unos meses antes. Todavía me acuerdo mucho de esa época, sobre todo de lo bueno. Qué sabia es la mente y cómo borra las pequeñas penalidades diarias (aquellas náuseas continuas, argh...) para quedarse con los recuerdos bonitos. Recuerdo el parto y los primeros días como a través de una niebla (probablemente hormonal), si hago un esfuerzo recuerdo los dolores, las molestias, el agotamiento total de los primeros días, pero lo recuerdo como con mucha distancia. Me acuerdo mucho más de los siguientes meses, de cómo nos fuimos conociendo, de la necesidad de contacto, de la lactancia, de las primeras sonrisas, de cómo poco a poco el amor incondicional me llegó y cada día es mayor. Cuando lo hablo con Dani bromeamos, diciendo que tenemos que acumular mucho amor hasta la adolescencia, para luego no cometer ninguna locura, pero sigue siendo curioso cómo se puede querer un poco más cada día que pasa.

En fin, a lo que voy, que es la chiquinina.

Este último año ha cambiado una barbaridad. Parece mentira que el año pasado a estas alturas todavía era un poco bebé (todavía llevaba pañal y hacía pocos meses que había dejado la teta, iba a la guarde...) y cómo el paso al cole de mayores le ha hecho crecer tanto. Ya conté que la adaptación al cole fue muy buena, le encanta su cole, quiere mucho a su profe y se lo pasa genial. Últimamente también hemos tenido cambios en la rutina, por mi cambio de trabajo, y le ha costado un poquito adaptarse, ha vuelto a llorar un poco al entrar en el cole y por las noches le costaba un poco dormirse, pero es que ha sido un cambio muy grande para ella, que estaba acostumbrada a estar conmigo todo el tiempo que no estaba en el cole. La verdad es que siempre nos lo pone todo muy fácil.

Que vaya con su amigo del alma al cole ha sido una suerte porque se llevan genial y se apoyan mucho mutuamente. Su profe dice que se pasan el día hablando en clase, que en el recreo también juegan juntos. y cuando salen del cole ¡también quieren estar juntos! Se nota que están en la fase del juego simbólico a tope y que ya tienen muchísima imaginación. Juegan a los Pijamask, a los piratas, a que son hermanos, y se montan unas aventuras que me recuerdan mucho a cuando yo era pequeña... qué gran etapa la de jugar con la imaginación.  La mayoría de los días juegan juntos en el parque, y algún día hemos ido a casa de su amigo a jugar también. Por suerte los padres son encantadores, muy normales y simpáticos. Que esto de socializar con los padres de los compañeros no es algo que me haga especial ilusión, pero hemos tenido suerte.

En el cole, aparte de hablar todo el rato con su amigo, la profe nos dice que es una niña que se interesa mucho por todo, que colabora mucho en clase, que le encantan los juegos simbólicos y las manualidades. El día que fuimos a la tutoría, salimos tan anchos que no cabíamos por la puerta. A mí me parece una niña muy lista, pero sé que no la juzgo objetivamente. Le encanta que le leamos cuentos, le chifla la música, cuando canta entona muy bien (me sorprende el oído que tiene), y por Reyes pidió un ukelele (rosa) y un micrófono de pie. Así que lo mismo un día de estos nos pide que la llevemos a clases de música o de baile, que también le encanta. En el cole juegan mucho, pero ella ya se interesa por los números y las letras. De vez en cuando me pregunta cuánto son tres y tres o cuanto son cuatro y cuatro, yo le pongo los dedos y ellas los cuenta. También va reconociendo las letras y algunos nombres cuando los ve escritos, sobre todo el suyo. Y ayer descubrimos que se había lanzado a escribir ella solita.

ANA Y SOFEA, sus primeros escritos :)

A los cuatro años sí que tenemos revisión (y vacunas) en la enfermera. Pero como hasta el día 9 no vamos, no sabremos con exactitud en qué talla y peso está. En casa se sube a la báscula y pesa más de 15 kilos. Y de talla debe andar por un metro ya, porque ya no le sirve nada de la talla de 98 centímetros y la de 104 empieza a quedarle justa. Sigue con el pañal por la noche y casi la mayoría de los días se despierta con él mojado. A ver si cuando empiece el buen tiempo hacemos una intentona de quitarlo, que ahora nos da un poco de pereza lo de cambiar sábanas y pijamas. Y sobre el tema del colecho, seguimos igual. Ya casi no cabe en la cuna, pero dormimos los tres a pierna suelta y no tenemos prisa por que se vaya a su habitación. Ya tiene su cama preparada, y a veces pide dormir en ella, pero conmigo. Alguna noche me he quedado con ella hasta que se duerme y luego he dormido en mi cama, pero se suele despertar y llamarme de madrugada. Así que estamos un poco de baile de camas, lo normal a esta edad, vamos.

De autonomia, quitando el sueño, vamos avanzando bastante. Se ducha ya solita, yo solo le repaso el pelo y el culete, y también se lava los dientes sola, con repaso mío después. Va aprendiendo a desvestirse y ponerse alguna prenda sola, el abrigo y los zapatos ya lo hace con total autonomía. También he notado en estos meses, desde que empezó el cole, que pide mucho menos que la cojamos en brazos. No sé si es porque se cansa menos o porque tiene menos necesidad de contacto, pero los primeros días de cole el camino de ida y vuelta iba más en brazos que andando, y ahora ya es raro que pida que la coja. Cuando vamos al cole, va todo el rato dándome la mano, me va contando cosas o jugando al veo veo o a las adivinanzas, y es uno de los mejores momentos del día. Por supuesto, come sola, va al baño y se lava las manos, cuelga su abrigo cuando llegamos a casa.

Sigue siendo una niña muy alegre, tranquila, empática, muy cauta, con mucha capacidad de tolerancia a la frustración. Tiene sus épocas de buscarnos un poco más el límite, pero entiendo que está construyendo su identidad y su autonomía y es importante que tenga esos momentos de desafío. Todavía le cuesta mucho separarse, aunque ya habíamos conseguido salir alguna noche de juerga y dejarla con los abuelos. Con mi cambio de trabajo vuelve a no querer quedarse, pero sé que es algo temporal porque ahora necesita pasar todo el tiempo posible con nosotros y que con el tiempo volverá a tomar confianza otra vez. Con la gente que no tiene confianza es muy siesa (le sale toda la sangre salmantina que tiene en el cuerpo), y le suele costar hasta hablar (y mucho menos dar besos). Eso sí, los bebés y los niños pequeños le encantan, con esos no tiene ningún problema para acercarse y darles besos XD

Y como le digo de vez en cuando: Chiquinina, me encanta ser tu mamá (y ella me contesta gracias, mamá XD).

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