martes, 28 de marzo de 2017

Yogueando.

Uno de mis propósitos de este año (de esos que no hago porque luego no los cumplo) era hacer algo con mi vida y mi cuerposcombro. Y con algo me refiero a una actividad mínimamente deportiva. Rápidamente, y por experiencia previa, descarté ir al gimnasio y cualquier otra cosa que no estuviera previamente programada y dependiera exclusivamente de mi voluntad (léase correr, ir a nadar o a montar en bici).

Así que me quedaba la opción de ir a clase, que como suele ser un día concreto a una hora concreta, si me organizo, me siento más obligada a ir. Estuve mirando baile (me mola la idea del swing, el Lindy Hop o algo por el estilo, pero no me cuadraba mucho y en Alcorcón no ha mucha oferta de estas modernidades). Mi cuñao también intentó convencerme de convertirme en un arma letal con el wing chun, pero no me veía yo en esas.

Finalmente me decanté por el yoga, que ya había probado una vez con Niki (gran profe de yoga), y a pesar de tener la flexibilidad del palo de una escoba, me gustó bastante. Busqué un sitio cerca de casa y con un horario compatible con el de Dani y la chiquinina, que no fuera demasiado esotérico (esto descartaba varios sitios que hacían tarot y reiki), porque lo que quiero es mover un poco mi oxidado cuerposcombro, no encontrar la iluminación (de momento). Así que desde finales de febrero, llevo ya un mes yendo a mi clase semanal de yoga. De momento no me da la vida para más, pero todo se andará en el futuro.

Y me está gustando mucho. Salgo de las clases con las pilas cargadas de energía y muy relajada. El profe es majo y va adaptando las asanas a nuestro nivel, sin forzar nada. Y tengo una hora a la semana que es solo para mí, cosa que empezaba a necesitar, después de casi dos años de simbiosis con mi pequeña. En fin, que no creo que nunca llegue a hacer cosas muy complicadas, pero de momento cumple con mis objetivos y me siento muy bien haciéndolo, así que seguiré por lo menos hasta verano y luego ya veré si me animo algún día más a la semana o me apunto a alguna de las clases de Niki al aire libre, que tienen que molar bastante.

Y ya. Bueno, namasté. :P

jueves, 23 de marzo de 2017

Soy una cocinillas... hoy, galletas de dos ingredientes.

No recuerdo cuando fue la última vez que publiqué una receta. La verdad es que desde que nació la chiquinina no tengo mucho tiempo para cocinar (ni muchas ganas). Pero bueno, de vez en cuando algo hago. Hoy tenía unos plátanos pasados y he buscado cómo aprovecharlos. Y la verdad es que más fácil no puede ser. El nombre de la receta dice que es de dos ingredientes, pero pueden ser tres, según gustos. Ya lo explico.

Ingredientes:
100 gramos de copos avena.
2 plátanos maduros.
Opcional, nueces o pasas.

Preparación:
Precalentar el horno a 190 grados. Se machacan los plátanos con un tenedor en un bol y se mezcla con los copos de avena. Añadir un puñado de nueces en trozos o de pasas y mezclar. En una bandeja de horno, cubierta con papel para horno, se ponen montoncitos de masa del mismo tamaño. Se pueden aplastar un poco si queremos las galletas gorditas o poner por encima otro papel de horno y pasar el rodillo si las queremos más finas. Se hornean 20 minutos si son gorditas y 15 las finas. Cuando estén, se saca la bandeja del horno y se dejan enfriar un poco las galletas en ella porque al principio están blandas y se pueden romper.

La mezcla de plátano y avena. 
Los trozos de masa un poco aplastados, al horno. 
Y así han quedado. 

Están bastante ricas, me gustan a mí y eso que no me gusta el plátano, y para los peques están muy bien porque es fruta y fibra sin azúcar ni otras guarrerias.

lunes, 20 de marzo de 2017

Un mes después...

No, no he dejado el blog, ni lo tengo previsto. Últimamente tengo poco tiempo y poca inspiración, pero como esto va por rachas no me preocupa mucho, ya volveré a tener más tiempo y se me ocurrirán más chorradas para contar por aquí.

Pero no podía dejar pasar el inicio de la primavera sin venir a celebrarlo un poco aquí. Y más con el buen tiempo que nos ha hecho estos días, estando de puente y en el pueblo. No se puede pedir mucho más. Aunque esta semana vuelve el tiempo más normal para esta época, y nos tocará pasar frío y lluvia aún, pero ya va quedando menos para que vuelva el verano :)

Y que en el pueblo bien, disfrutando de la vida apacible, comiendo cosas ricas, celebrando el día del padre, visitando Salamanca y madrugando como gallinas (esto último patrocinado por la chiquinina).


Y ya. Espero no tardar mucho en volver por aquí.

martes, 21 de febrero de 2017

Popurrí de Febrero.

Bueno, por petición popular (significando popular, que me lo ha pedido mi #mariditosexy), voy a actualizar porque se me acaba el mes y no he contado na de na. Ahí va un popurrí de los buenos.

El sábado estuvimos en la nieve. Fue la primera vez de la peque. Y guay, se lo pasó bastante bien y flipó mucho. Intentamos subir al puerto de la Morcuera pero había habido un accidente y nos quedamos a medio camino. No había mucha nieve pero sí la suficiente para jugar un poco con la chiquinina. Tendremos que comprar un trineo para que lo flipe del todo. Luego comimos en Miraflores y nos pusimos bastante gochos.

El sábado también conocimos al churri de Andrea (ponga emoticono de "el grito" aquí). Muy majo él. A pesar del corte (mío por lo menos) nos lo pasamos muy bien, hicimos cenita en casa y estuvimos hasta las mil. Lo malo fue tener que madrugar el domingo habiendo dormido solo cinco horas y habiendo bebido varias copas de Albariño. Pero la peque no perdona sus siete de la mañana sea el día de la semana que sea...

Voy a apuntarme a yoga. Llevaba tiempo buscando en Alcorcón un sitio que no estuviera muy lejos de casa y que me cuadrase el horario con el de Dani. He visto varios, pero los sitios que mezclan yoga con esoterismo no me van mucho. Ayer encontré un sitio de pilates que también hacen Hatha Yoga y de horario y precio me cuadra. Ahora sólo me falta ir. Y que me guste. Y mantenerme... XD En fin, que quería hacer algo para mí, tener mi momento semanal para mimarme, y si encima puedo hacer algo con mi cuerpo escombro, mejor que mejor.

Y hablando de clases, ya llevamos tres clases de música para bebés y nos encanta. La chiquinina lo disfruta muchísimo, es decirle que vamos a ir a cantar y bailar y se pone muy contenta. En las clases cantamos, bailamos, hacen juegos con música, cuentos, tocamos instrumentos... Se nos pasa el tiempo volando, así que estoy muy contenta de haber empezado esta actividad con la peque.

Este finde es carnaval. El jueves la peque tiene que ir disfrazada al cole, y vamos a ver si la apañamos de médico con los complementos que le regalaron en navidad de Peppa Pig (fonendo, jeringa, termómetro, botiquín...). A ver cómo apañamos una bata o un pijama verde y ya está. También teníamos en mente disfraces frikis en familia pero no sé si al final nos animaremos: la peque de Leia, Dani de Obi Wan y yo de Han Solo. Molaría, aunque solo fuera para sacarnos una foto XD

Y que ya se me ha pasado el mes. Quedan cuatro semanas escasas para que empiece la primavera. Y ya estoy planificando escapadas y vacaciones de aquí a verano. En principio vamos a ir a Cuenca, al sur de Francia y al pueblico, si Dani se deja. Aunque se resiste siempre un poco, luego le gusta viajar casi tanto como a mí. Y a ver si le seguimos dando a las escapadas de sábado o domingo, que empezamos en otoño pero lo hemos abandonado otra vez.

Y ya. A ver si no dejo abandonado el blog guanmortaim.

viernes, 3 de febrero de 2017

De la niña del exorcista, segunda parte.

Siento el tema escatológico pero... Dos veces. Y en el coche. Estoy traumatizada.

#nohasefaltadesirnadamás

En fin, que en menos de tres semanas hemos tenido dos accidentes de vomitona incontrolada e incontrolable en el coche. ¡Afú! La primera la entiendo, fue después de una tarde en casa de unos amigos y la peque se pasó toda la tarde picoteando. Luego la bajamos al coche y se debió quedar fría, y cuando se estaba durmiendo pues para fuera que fue todo. Menos mal que estábamos ya en la puerta de casa. Paramos, limpiamos lo que pudimos con toallitas, y me la subí a casa a cambiar toda la ropa y a dormir. De la silla del coche sólo hubo que lavar los reductores que lleva.

Y esta segunda vez ha sido más show aún. Vomitona enoooorme a diez minutos de casa. La niña hasta arriba, la silla hasta arriba... Por suerte el coche ha sobrevivido en las dos ocasiones. Tuvimos que cambiarla de ropa en el coche y llevarla a casa a pie en el carro porque no había manera de limpiar la silla más que desenfundándola entera y dándole un aclarado en la ducha y a la lavadora junto con toda la ropa que llevaba puesta la chiquinina. Todavía no me puedo creer que salga tanto de un cuerpo tan pequeño...

En fin, que aparte del coñazo que es tener que limpiar la silla del coche (bastante peor que cambiar las sábanas), se te queda mal cuerpo un buen rato y además de la preocupación de si estará mala, si soy una malamadre que deja que su hija se empache a comer, si conduzco como el culo (porque las dos veces iba yo conduciendo), si está empezando a marearse en el coche (es muy pequeña aún, ¿¿¿no???), y de temer cuando será el siguiente festival exorcista :(

Pues eso, que menos mal que es viernes. Ale, a disfrutar y perdón por el desahogo asqueroso (pero ya saben, es mi blog y me lo f*llo cuando quiero).