miércoles, 28 de marzo de 2018

Si chove, que chova.

Como marzo no está siendo muy productivo en entradas, actualizo desde Galicia, dentro del coche, esperando a que llueva un poco menos para salir a conocer Muros. Nuestro road trip por Galicia está bien a ratos y a ratos regulero.

La chiquinina se está poniendo fina de pulpo, menos mal que al final le gusta porque si no, iba a pasar hambre en este viaje XD

Yo voy con la cámara de David colgada al cuello, haciendo todas las fotos que puedo y convenciéndome que necesito una cámara que pese un poco menos :P

Dani va dándole vueltas a sus cosas, sin disfrutar mucho de nada. Que se haya puesto medio malo me imagino que tampoco ayuda mucho :(

Y que sólo nos quedan tres días por tierras gallegas, pasados por agua y espero que repletos de pulpo y albariño. Y si chove, que chova.

Y a la vuelta, un nuevo curso de fotografía, para no deprimirme mucho por la vuelta al curro.

Playa de Lapaman 
Pontevedra 
Duna de Corrubedo 
Noia 

martes, 20 de marzo de 2018

Primavera, a ver si llega.

Casi me sale el título como la canción de Jarabe de Palo, pero he preferido ponerme optimista y animar un poco, a ver si empieza ya el buen tiempo. Hemos empezado igual que el año pasado, con un poco de nieve, pero esperemos que la cosa se enderece rápido.

Mientras tanto, voy animándome con el road trip que haremos la semana que viene por Galicia, por las Rías Baixas y la Costa da Morte. Guardo la esperanza de que no nos llueva torrencialmente todos los días, y que podamos disfrutar de la costa y los paisajes, pero tampoco me importa mucho que llueva algo. Al fin y al cabo es Galicia, y tengo ganas de usar mis botas de agua nuevas :P

En fin, que el invierno ha terminado con un palo gordo, y aunque saldremos para adelante como siempre, estaría bien que la primavera nos traiga alegrías para compensar.

Y esta primavera voy a volverme loca haciendo fotos de flores, que me encanta.



jueves, 8 de marzo de 2018

¿Por qué #yoparo hoy?

He dicho que tenía novio porque los hombres te respetan más como propiedad de otro hombre que como mujer que no quiere nada.

He dado un número falso porque un hombre no aceptaba un no por respuesta.

Me han dicho de todo por la calle, comentarios sobre mi físico y proposiciones sexuales desde que era adolescente.

Me han tocado el culo en el metro con total impunidad.

Me han enseñado la chorra de madrugada en la calle de camino a casa.

Cada vez que volvía de madrugada sola a casa alguna amiga me pedía que la avisase de que había llegado bien.

He tenido miedo de subir a un taxi sola.

Se me ha cuestionado si voy casi siempre a cara lavada, si llevo un escote muy pronunciado, si me pongo tacones, si no me da la gana teñirme las canas. Y me siento presionada a depilarme. No conozco a ninguna mujer que se depile por gusto.

Me han dicho que conduzco como un hombre, como si fuera exclusivo de los hombres conducir bien.

He odiado vestir de rosa desde pequeña porque era de niñas y las niñas éramos más débiles, más lentas, peores en matemáticas y en ciencias, o eso nos han querido inculcar desde que recuerdo.

Me siento culpable y cuestionada en casi todas las decisiones que tomo acerca de mi maternidad.

He escuchado a familiares y amigos decir a mi marido que se va a tener que comprar una escopeta (para proteger a nuestra hija, supongo), asumiendo que por ser mujer va a necesitar un hombre que la proteja.


Por todo esto y mucho más, que no quiero aburrir (porque también me han transmitido que las mujeres hablamos sin parar). Porque quiero que mi pequeña crezca en una sociedad diferente. Quiero que pueda vivir sin miedo. Que pueda gustarle el rosa o el azul o el arcoíris. Que llegue donde ella decida llegar y pueda ser como quiera ser. Que no se sienta culpable de sus decisiones ni sea juzgada por ellas. Que pueda vivir en una sociedad más justa, menos discriminatoria, más igualitaria, más humana y más amable con todos.



viernes, 2 de marzo de 2018

Febrero (es lo que pasa) entre la nieve y las flores.

Así hemos pasado febrero, empezando con nevadas, pasando por lluvias y viento, y llegando a los almendros empezando a florecer. Ya sólo quedan tres semanas para que empiece la primavera, aunque sé que para poder librarme del abrigo queda un poquito más. También hemos ido a la exposición de Harry Potter y he hecho un montón de fotos para el curso de Jackie Rueda (hablaré sobre él en un futuro próximo).

Escudo de Hogwarts, amor friki y temporada de fresas.
Día en la nieve, splash y autorretrato.
La lluvia desde casa, más nieve y anticipando la primavera. 

martes, 27 de febrero de 2018

Cuatro días en Oporto.

En Navidad no pudimos coger vacaciones, así que aprovechamos los días libres que nos quedaban y nos fuimos del 7 al 10 de enero a Oporto. Llevamos una temporada muy portuguesa, le hemos pillado el gusto a visitar nuestro país vecino porque es una pasada de bonito, su gente es agradable y cercana, y su comida y bebida nos encantan. Todavía tengo pendiente escribir un par de entradas sobre Madeira. Llegarán, aunque no sé cuándo. De momento nos trasladamos mentalmente a Oporto.

Llegamos el domingo después de comer, tras dejar a los conejos en su residencia habitual, el coche en el parking de larga estancia del aeropuerto, y un vuelo tranquilo de una horita, en un miniavion que parece un autobús con alas. Sofía estaba emocionada estrenando su Trunki rosa chicle y pudimos comprobar que es muy práctica para viajar con ella. Fuimos directamente al apartamento donde nos estaban esperando para hacer el check in, una chica muy maja que nos dio un montón de información sobre la ciudad, cosas para ver, sitios para comer, supermercados, etc. Se llaman Taipas Apartments y están en pleno centro, a dos minutos de la Torre de los Clérigos y se puede ir andando por todo el centro. Después de dejar las cosas y acomodarnos, bajamos dando un paseo hasta el barrio de Ribeira y cenamos en un restaurante a la orilla del Duero con horario guiri total, y nos fuimos a dormir prontito.

El puente de Luis I con su iluminación nocturna.
El lunes nuestra ruta fue ésta: torre de los clérigos, librería Lello, iglesia del Carmen, ayuntamiento, iglesia de la Santísima Trinidad, mercado de Bolhao, capilla de las Almas, café Majestic, plaza de la Batalha, la Sé, comer en Cerca Velha, funicular dos Guindais, muralla fernandina, tomar un vino en una terraza a la orilla del Duero, casa del infante, iglesia de San Francisco y palacio de la Bolsa. Descansamos y cenamos en Irmaos Linos. A dormir.

La torre de los Clérigos
Fachada de la librería Lello.
Cristalera en la librería Lello.
Escalera de la librería Lello
Librería Lello.
Iglesia del Carmen
Mercado de Bolhao
Capilla de las Almas
Café Majestic
Fachadas de azulejos.
Lateral de la Sé.
La Sé.
Vistas desde la zona Velha
Atardecer a orillas del Duero.
Iglesia de San Francisco
Vistas desde el mirador de la Victoria
El martes está lloviendo así que vamos a ver la estación de Sao Bento y desde allí cogemos el metro a Vila Nova de Gaia. Hacemos la visita a las bodegas Calem y comemos allí al lado en Douro Velho. Volvemos hacia Ribeira paseando por el puente de Luís I. La chiquinina se queda dormida en la mochila y cogemos el tranvía 1 en Infante hasta la desembocadura del Duero, toda la línea. Hace muy mal tiempo, así que después de una vuelta corta, nos volvemos otra vez en el tranvía, esta vez con la peque despierta y disfrutando del viaje. Volvemos un rato al apartamento y hacemos la maleta. Cenamos en Ribeira, en un sitio de vinos que se llama Taberna Ta-sé bem.

Vestíbulo de la estación.
Vestíbulo de la estación
Bodegas Calem
Vista de Ribeira desde Vila Nova
Las barcas de las bodegas.
Más vistas de Ribeira.
Tranvía 1
Faro en la desembocadura del Duero.
El miércoles nos dejan hacer el check out más tarde, lo que nos viene genial porque nuestro vuelo sale a las seis y pico. Calculamos salir sobre las tres del apartamento. Desayunamos y damos un paseo por la Rua de las Flores, y vemos la zona vela, la torre de la rua da baixo y el ascensor de Lada. Repetimos terraza a la orilla del Duero, pero se pone a llover y tenemos que ponernos a cubierto. Cuando deja de llover decidimos ir a recoger el equipaje y salir para el aeropuerto. Llegamos pronto al aeropuerto y comemos algo tranquilamente. Tienen zonas para niños. Volvemos en un avión todavía más mini que el de la ida, un turbohélice que en una hora y poco nos deja en Barajas.

El tranvía 22
Callejuelas por el centro.
Terrazas en Ribeira.
Me ha gustado bastante Oporto, es pequeña, cercana y acogedora. Un poco desastrada pero con mucho encanto.