Un mal día lo tiene cualquiera... o eso dicen.

Hoy me han dado el día en el trabajo. Parece que, como se han enterado que me piro, tengo que dejar todo finiquitado antes del viernes. Hoy tenía que meter una propuesta en el servidor y me he pasado media mañana con ella. Además la impresora estaba jodida y, teniendo en cuenta que tenemos que imprimir todo lo que hacemos, ha sido el remate del caos. He estado bostezado toda la mañana porque ayer llegué casi a las doce a casa y no me podía dormir del calor. Como mi padre se ha llevado el coche por la mañana, me ha pasado a buscar a las tres. Y como es un brusco conduciendo, he llegado a casa con el estómago de punta. Ya no estoy acostumbrada a ir de pasajera en el coche. Después de comer me he tumbado un rato porque estaba matadísima y algo mareadilla. Y al rato, haciendo un esfuerzo inmenso, me he puesto a estudiar. Lo dicho, hoy no está siendo mi día. Qué larga se me está haciendo la semana (lo siento Dani, el ¡pero si ya no queda ná! me sale sólo de vez en cuando).

Aparte de eso casi me da penita irme del curro y todo. Sobre todo por la gente: mis gestores y mi coordinadora son un amor (la bipolar es la supervisora XD), mis compañeros de zona son encantadores y tenemos muy buen ambiente (comparados con los grupos de otras zonas). Mis gestores se enteraron el lunes por la tarde que me iba y ayer por la mañana me echaron la bronca (amorosamente) por dejarles colgados, y me enviaron correos para que no me vaya. Siempre te hace sentir bien conectar con la gente. Esto me recuerda que debería llamar a Marta un día de estos.

Joer, qué post más quejica me ha salido hoy. Pero sienta bien desahogarse un poquillo.

PD: Hoy toca una gran canción viejuna. Es de un amigo de mi madre: nunca le ha gustado nada y pone cara de suplicio cada vez que le oye.



Pd2: Y pongo otra de su hijo Jacob, que también me mola. No es tan bueno, pero está mas güeno. :P