Una de miles...

Imagínense una semana de Enero que haceunfrioquesetecongelanlaspelotis y lo que haga falta. No creo que sea complicado a día de hoy.

Imagínense que llega la hora de dormir y, a pesar de la calefacción a todo trapo, las sábanas parecen recién sacadas del congelador.

Imagínense unos pies sin una gota de sangre y más fríos que el hielo polar (que es más frío que cualquier otro hielo, comprobado científicamente, cienporcienpuroalgodón).

Y finalmente, imagínense que él, noche tras noche, haciendo un alarde de valentía y masoquismo a partes iguales, todas las noches, sin saltarse ni una sola ¿eh?, se mete en la cama, tantea un poco el terreno y te dice (con tono de haber aceptado su inexorable destino): Veeengaaa... Ponme los pies que te los calieeeentooo...

Si eso no es amor, que baje quien tenga que bajar y lo vea ^^

También es una de las muchas razones por las que me encanta que vivamos juntos, aunque no todas son tan egoístas por mi parte, que conste :P