Seis meses.
Hace seis meses que la chiquinina llegó para quedarse y a mí me parece increíble lo rápido que se ha pasado este medio año. Este mes ni siquiera me ha dado tiempo a escribir la entrada con antelación, así que si me queda un poco churro, es porque está hecha así, sobre la marcha.
Este mes la peque ha mejorado un montón la coordinación mano-boca. Ya se lleva a la boca cualquier cosa que cae en sus manos, y los juguetes y mordedores los manipula para morderlos por la parte que más le guste. Ha empezado a echar mano a las cosas que quedan a su alcance, con lo que hay que tener mucho cuidado cuando la tenemos sentada encima. Se mantiene sentada con apoyo y ya hace la croqueta para ambos lados con bastante soltura. En el carro ya la llevamos un poco más incorporada, porque si no, no hay manera de que aguante un rato. Empieza a hacer los cinco lobitos cuando se lo canto, o algo parecido, y se ríe un montón cuando la lanzo al aire. Hemos pasado de los ajos y los nnngaaanngaanngaa, a variaciones con ma, pa y ba... Eso sí, es la campeona mundial de pedorretas, es un no parar.
El sueño es lo que me trae por el camino de la amargura. Desde hace una semana o diez días ha empeorado bastante y se despierta entre cinco y ocho veces por la noche. Vamos, que no aguanta ni dos horas seguidas a veces. Sé que es una etapa, que su sueño está evolucionando, está adquiriendo las fases del sueño, y eso hace que se despierte cuando pasa de una fase a otra. Llegará un momento en que vuelva a dormir varias horas seguidas, pero ahora es agotador para mí. La mochila sigue siendo su mejor amiga para las siestas. Eso sí, para dormirse por la noche, cada vez tarda menos rato.
Seguimos con la teta a todas horas. El lunes, que vamos a revisión, la enfermera nos contará cómo empezar con la alimentación complementaria. De momento la peque ha probado la pera, la manzana y el zumo de naranja. No le he dado ninguna papilla, sólo trozos grandes de esas frutas cuando yo las estaba comiendo, para que las chupe y vaya experimentando con el sabor y la textura. La pera le gusta mucho y la chupa con tanta intensidad que va sacando algo de chicha. No sé si le están saliendo ya los dientes porque a veces muerde los juguetes como si le molestase, y está todo el día babeando. Los baberos no le duran medianamente secos ni medio asalto.
Estuvo un par de días medio mala, vomitó varias veces y las cacotas eran raras, pero como no dejó de comer y estaba contenta, no fuimos al pediatra. De peso, debe andar cerca de los siete kilos, aunque ya nos lo dirán el lunes en la revisión. A ver si esta vez no le dan fiebre las vacunas.
Al coche le ha cogido un poco de manía últimamente, no sabemos por qué. Antes se quedaba siempre dormida y ahora no hay manera. Siempre se coge un berrinche antes de dormirse en la silla. Lo único que le calma un rato son los tarados que cantan en peto (léase cantajuegos), sobre todo si son los pollitos o la taza en bucle unas treinta veces. Así luego me levanto yo tarareando soy una taza, una tetera... y no sé por qué...
En fin, que cada día está más guapa. Tiene unos ojazos enormes y lo mira siempre todo con mucha curiosidad. Le está saliendo bastante pelo en la cabeza, por las zonas que antes sólo tenía pelusilla, y lo tiene bastante más claro que cuando nació. Sigue siendo bastante tranquila y mientras tenga a su madre cerca y esté en brazos de su padre o míos, ni se la oye. Yo la llevo conmigo a todas partes, en estos seis meses aún no nos hemos separado más que lo que tardo en ducharme o alguna siesta que me echo mientras ella se queda con papá. Creo que es lo que ahora necesita (o necesitamos las dos). Ya vendrá la "conciliación familiar" dentro de un par de meses a golpearnos con la dura realidad. Pero hasta entonces, nos seguiremos disfrutando.
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