viernes, 23 de noviembre de 2012

Soy una cocinillas... hoy, hamburguesas de salmón.

Bueno, desde que no curro y tengo más tiempo libre, estoy recuperando mi gusto por la cocina y el probar a hacer cosas nuevas. Esta receta es una mezcla de una que leí en Directo al Paladar (gran blog gastrónómico, por cierto) y modificaciones para que fuera más a mi gusto.

Son hamburguesas de salmón fresco con queso de untar y cebolla caramelizada. Ahí va:



Ingredientes:

  • 1/2 kilo de salmón fresco, preferiblemente lomos para que no tenga espinas,
  • una cebolla,
  • cuatro panecillos de hamburguesa,
  • un huevo,
  • queso de untar,
  • pan rallado,
  • ajo en polvo,
  • hierbas aromáticas al gusto,
  • una cucharadita de azúcar,
  • sal,
  • y aceite.

Preparación:

Lo primero es preparar las hamburguesas. Se trocean en trozos muy pequeños los lomos de salmón, así también se le quitan todas las espinas que pueda tener. Se pone el salmón en un bol, lo salamos, añadimos el huevo y lo mezclamos bien. Añadimos el ajo en polvo y las hierbas aromáticas que nos gusten. Yo le eché perejil, pero al salmón le va muy bien el eneldo, por ejemplo. Añadimos pan rallado hasta que quede una mezcla más consistente, que se pueda manejar para hacer las hamburguesas. Hacemos cuatro bolas con todo en contenido del bol.

Por otra parte se pocha la cebolla partida en juliana a fuego lento. Cuando esté transparente se le añade media o una cucharadita de azúcar (depende del tamaño de la cebolla). Yo no le echo líquido, sólo espero a que el azúcar se caramelice, porque me gusta la textura crujiente que le queda.

Se hacen las hamburguesas en una parrilla o una plancha. Se pone la bola encima de la plancha caliente, con una gota de aceite, y se aplasta un poco, hasta que quede con la forma. Yo me ayudé de papel film para hacer las bolas y ponerlas en la sartén, porque se deshacía. Una vez que esté hecha por un lado, ya no se desmenuza la hamburguesa. Se hace al gusto, se pone en un panecillo, se echa queso de untar por encima (a mi me gusta bastante cantidad) y encima del queso la cebolla caramelizada. No necesita más.

El primer día que las comí, que era de experimentación, me gustaron tanto que me comí dos. Es una forma diferente de comer pescado, y encima azul, que viene estupendamente. Además, si no vas a hacer las cuatro el mismo día, se puede congelar la hamburguesa cruda, envuelta en film transparente, y el día que la quieras comer, descongelarla y hacerla a la plancha y listo.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Costa Oeste de EE.UU: San Francisco (II).

Con la vuelta al siglo XXI, y recuperando la conexión a Internet, continúo con los últimos capítulos de mi viaje de fin de novios. A ver si termino antes de que se acabe el año :P

El lunes, nuestro segundo día en San Francisco, nos levantamos sobre las nueve porque entra mucha luz en la habitación y no tiene cortinas opacas. Creo que ya hemos superado totalmente el jet lag, después de doce días :S

Nos vestimos y vamos al coche para dejarlo en la oficina de Dollar que está en O'Farrell St. Como la oferta de alquiler era con depósito lleno, no nos tenemos que preocupar de buscar una gasolinera. Lo metemos en el garaje y un empleado se ocupa de revisarlo. Creo que es la primera persona en todo el viaje que nos habla en castellano directamente. Nos dice que está todo OK y que el alquiler nos va a salir más barato de lo que nos dijeron en Las Vegas. Una buena noticia para empezar la semana. Salimos del garaje, y enfrente hay un Starbuck's que está en el lobby del hotel Hilton. Tomamos dos caffe latte y un croisant, por unos 10$. Nos sentamos allí en el lobby a tomarlo. Sólo la entrada del hotel es más grande que nuestro hotel entero, y hay muchísima gente trajeada y con identificaciones, como si hubiera un congreso o algo así.

Cuando terminamos de desayunar nos damos una vuelta por el distrito financiero y el Downtown. Pasamos por Union Square, bajamos por Powell St. hasta Market St. y vemos el sitio donde da la vuelta el cable car, es decir, el tranvía tradicional de San Francisco. Ni nos planteamos subir porque hay una cola de 200 metros. Vamos a comprar el Muni Pass de tres días, que nos sirve para bus, metro, tranvías y cable car, pero no para el BART (que debe ser como el cercanías). Cada uno nos cuesta 21$. Un truco: hay un kiosco que vende el Muni Pass justo al lado de donde da la vuelta el cable car, pero siempre tiene mucha cola. Bajando las escaleras hacia el metro, a la derecha, hay una oficina de transportes que también lo venden. Está a diez metros del kiosco y tiene mucha menos cola.

Union Square.

Un vídeo de la vuelta del cable car.




Vamos dando un paseo hasta la Puerta de Dragón, al principio del barrio chino. Nos pateamos el barrio, alucinando, porque parece que estamos en Asia y nos hemos trasladado de continente. También nos acercamos a ver el edificio en forma de pirámide de Transamerica. Como ya tenemos gusa, comemos en un chino en Columbus con Broadway, yo cerdo agridulce con arroz y Dani un plato de pollo al limón y otro plato de arroz blanco. Lógicamente no se lo puede terminar (ni yo tampoco). Yo bebo té, sin azúcar, que me recuerda mucho a nuestro viaje a Japón, y Dani una Bud, todo por 30$ más propina.


La puerta del dragón.

El cable car pasando por el barrio chino.

Las curiosas farolas.

El edificio de Transamerica.


Volvemos andando hacia el hotel, dando un paseo por Columbus, y cuando estamos llegando me doy cuenta que me he dejado la cámara en el restaurante. ¡Mierda! ¿%%$%&gggsssfhhh!!!!?! Y muchos más juramentos para mayores de 18... Dani se da una carrera de vuelta hasta el restaurante, mientras yo voy andando detrás lo más deprisa que puedo y pensando en que me va a dar algo si me quedo sin las fotos de mi luna de miel. La cámara se puede comprar otra, pero las fotos... Por suerte la camarera la ha guardado, y cuando ve llegar a Dani corriendo, le pregunta con una sonrisa ¿Camera? Ufff... menos mal...

De vuelta al hotel vemos pasamos por Lombard St. para hacer unas fotos a la sinuosa calle. La subida es matadora, pero merece la pena por lo curiosa que es esa parte de la calle y por las vistas que hay desde allí. Volvemos al hotel, y descansamos un rato. Yo me echo la siesta y todo, por primera vez en el viaje, desde Las Vegas. A las cinco Dani me llama para que me vaya despertando porque tenemos reservada la excursión a Alcatraz.



La inclinación de Lombard St.

La parte más empinada de la calle.

Vista de Alcatraz.

He reservado la última de la tarde, a las 18.45, con Alcatraz Cruises. Y menos mal que hice la reserva, porque cuando llegamos allí, hay un cartel en las taquillas que dice que no hay entradas hasta el 15 de Agosto (y estamos a 23 de Julio...). Antes de entrar al ferry que nos lleva a la isla, hay un fotógrafo que hace fotos a todos los grupos y familias delante de un fondo que es una foto de la isla. Por supuesto, a la vuelta las puedes comprar por el módico precio de 30$. Cómo les gusta a los americanos esas cosas... Cuando entramos en el ferry nos acomodamos dentro. Luego, mientras se acerca a la isla salimos fuera a hacer un par de fotos, pero hace tanto frío que volvemos a entrar enseguida, antes de congelarnos del todo.

Alcatraz nos gusta un montón y verlo al anochecer le da un encanto especial. Nada más llegar nos van separando en grupos y nos acoge un ranger que nos cuenta historias y curiosidades de la isla. Después entramos en la cárcel y nos dan una audioguía en castellano. La audioguía nos va haciendo la visita por toda la cárcel y contándonos la historia y curiosidades que han ocurrido. Me gusta cuando cuenta la historia de la fuga de Frank Morris y los hermanos Anglin, porque lo habíamos visto en el capítulo de Los Cazadores de Mitos, y verlo in situ es impresionante. Recomiendo encarecidamente ver ese capítulo de Los Cazadores de Mitos antes de ir a Alcatraz. Después de una hora y pico de visita, y muchas fotos, cogemos el ferry de vuelta a las 20.40h.

Vista de SFO desde el ferry.

Celdas en Alcatraz.

Más pasillos con celdas...



Vamos andando hasta el Pier 39 y cenamos en una especie de hawaiano que se llama Wipe Out. Yo como pasta con brócoli y langostinos, y Dani una hamburguesa, más dos Stella Artois de medio litro por unos 55$ más propina. Volvemos dando un paseo al hotel y a dormir.

martes, 20 de noviembre de 2012

De vuelta y con muchas cosas nuevas.

Bueno, después de casi un mes sin Internet en casa, aquí estoy, de vuelta al mundo blogueril. Con la buena cadencia de actualizaciones que llevaba yo... En fin. Este mes han pasado un montón de cosas.

La primera y más importante: me he mudado de casa (de ahí el no tener internet en tanto tiempo). Aunque Dani no quería hacer todas las cosas importantes en el mismo año (boda y mudanza), en octubre encontré un piso que nos gustó mucho a los dos, en una zona mejor, más grande, sin muebles, con terracita, que estaba bien cuidado... Lo fuimos a ver. Nos encantó a los dos. Al día siguiente llamamos al dueño y le dijimos que nos interesaba. Nos dijo que ya se había comprometido con otro chico. ¡Nooooo! ¡Jo! Yo tenía un deja vu de esos, porque la otra vez que buscamos piso también nos quitaron uno que nos gustaba mucho delante de nuestras narices. En fin, habría que seguir buscando y resignarse. A las dos semanas, inesperadamente, nos volvió a llamar el dueño y nos dijo que si nos seguía interesando, al final no lo iba a alquilar a los otros chicos. Volvimos a verlo y le dijimos que sí.

Y, después de hablar con nuestro casero del piso antiguo, nos dedicamos a hacer la mudanza en una semana. Bueno, más bien me dediqué yo, que como ahora estoy parada.... Al final no fue tan terrible. Poco a poco y con ayuda de los amigos y familia, ya estamos instalados en el piso nuevo y yo estoy muy contenta con el cambio. Pensaba que me iba a costar más acostumbrarme, que este piso nuevo fuera mi casa, pero en menos de un mes ya me siento muy cómoda aquí. Eso sí, también ha sido el mes de visitas al Ikea, Conforama, Leroy Merlin, etc, que normalmente las disfruto, pero a ver si ya terminamos de comprar todo lo que necesitamos porque empieza a ser un coñazo.

Más cosas. El puente de La Almudena me fui con Dani a Valencia a disfrutar de mi regalazo de despedida de la residencia: unas entradas para las carreras de motos y dos noches de hotel. Lo disfruté muchísimo, a pesar de que el tiempo no acompañó del todo. Me encantó el hotel, por la localización en todo el centro de Valencia, y de las carreras se quedan cortas las palabras. Las entradas eran para unos asientos muy buenos, desde donde se veía toda la recta de meta y las primeras curvas. La verdad es que el circuito de Cheste se disfruta mucho porque se ve casi todo el recorrido desde cualquier sitio. Y además disfrutamos de una remontada épica de Márquez, que ganó la carrera saliendo último, y de otra parecida de Pedrosa, que también ganó saliendo desde el pit. ¿Qué más se puede pedir? ^^

Ese finde dejamos a Paul, nuestro nuevo conejín, con Andrea. Pero el fin de semana pasado, nos fuimos a Avilés, Andrea, Dani, mi hermano y yo, con el conejo a cuestas. Me lo he pasado muy bien, a pesar de la paliza de viaje, disfrutando de la buena comida y mejor bebida asturiana. Fuimos a ver Luanco y el cabo de Peñas, donde ya había estado con mis padres hace unos años, pero me gustó mucho volver, es un sitio precioso.

El conejito se ha portado muy bien, a pesar de las cinco horas en coche y de estar malito, el pobre. Al final, a mi que me daba cosica tener otro conejo, también estoy muy contenta con tener a Paul. Está siendo una mascota muy dócil y cariñosa, aunque como todavía es un gazapo, no para quieto y todo lo tiene que oler, cotillear y catar, pero merece la pena porque es muy gracioso cuando corretea por la casa, es un tragoncete de mucho cuidado, hemos conseguido que venga cuando le llamas y nunca se pone arisco o se enfada. Mola.

Por lo demás, yo sigo con mi búsqueda de trabajo y marujeando bastante en casa, qué remedio. Todavía no me agobia demasiado, porque está la cosa muy parada. Después de Navidades me empezaré a plantear si busco otras cosas o ponerme como autónoma o qué hacer...

Por cierto, que ya falta muy poquito para Navidades. Dentro de nada, mi consabida entrada sobre ellas, lo que me gusta y el resumen del año, que ha sido movidito.

Y ya.

lunes, 22 de octubre de 2012

Costa Oeste de EE.UU: San Francisco (I).

El día que llegamos a San Francisco, domingo, nos despertamos en Mariposa.

A las ocho de la mañana alguien llama insistentemente a la puerta. Me levanto blasfemando en hebreo y abro la puerta para ver a una chica con un plato de gofres en la mano que me mira con cara de alucine. Mira el número de habitación, me dice sorry y se va con el plato de gofres :(

Ya que nos ha despertado, nos levantamos y bajamos a desayunar el café asqueroso con la consabida tostada. Subimos a la habitación, nos duchamos y cerramos las maletas. Hacemos check out después de remolonear un rato porque no queremos salir muy temprano. San Francisco está a sólo 160 millas y no podemos hacer check in hasta las dos. Al final salimos de Mariposa a las 10.30h.

Ruta del día: Mariposa - San Francisco (Hotel San Remo en Mason St): 167 millas.



Todo el camino hay bastante tráfico, pero al entrar en San Francisco se convierte en atasco, sobre todo al pasar por el peaje del puente de la bahía. Este puente no es tan bonito como el Golden Gate, pero no queríamos dar tanta vuelta. Además, las vistas también son impresionantes mientras lo cruzas, con la bahía a la derecha, puedes ver Alcatraz y todo el skyline del centro financiero de la cuidad. Llegamos al hotel rápidamente gracias al GPS. Aparcamos como a una manzana del hotel en la calle, porque los domingos no hay restricciones de aparcamiento. Entre semana se puede aparcar dos horas de 8 am a 9 pm, así que podemos dejar ahí el coche hasta el lunes a las 10.

Tarifas del puente, sólo son de entrada a la cuidad.

Atascazo en el peaje.

Entrando por el centro financiero.


Es la una y media cuando llegamos al hotel, pero nos dejan hacer el check in. El hotel, el San Remo, es más bien un "hostal con encanto". Las habitaciones son pequeñas y sólo tienen un lavabo. Las duchas y el baño están fuera de las habitaciones, pero está todo impoluto, muy limpio y bien organizado. Con llevar unas chanclas para la ducha, todo está solucionado. La localización del hotel es lo mejor, a dos patadas de Fisherman's Wharf, muy cerca de Lombard St, y se puede ir paseando al Downtown. Lo primero que me sorprende es el frío que hace en San Francisco, comparado con el calor que pasamos el día anterior en Yosemite. Es mediodía y, a pesar del sol radiante y los cielos azules sin una sola nube, la temperatura debe rondar los 20 grados, así que tengo que echar mano de una chaqueta de punto y la chaqueta vaquera.

Decidimos ir a comer antes de coger las maletas del coche, porque ya se está haciendo tarde para el horario US... Muy cerca está Columbus St. y comemos en el Pellegrini, un restaurante italiano, llevado por italianos. Muy apropiado, ya que estamos muy cerca del barrio italoamericano. El camarero, un Robert Downing Jr a la italiana, en cuanto se da cuenta de que somos españoles, empieza a hablarnos en italiano y nosotros a él en español. Tomamos una pizza cada uno, Dani de cuatro quesos y yo de salmón, muy buenas, acompañadas por dos birras Moretti no tan buenas, más un espresso y un capuccino (¡por fin cafés de verdad!), todo por 70$ con propina incluida y charla sobre F1 y MotoGP con el camarero. La única pega es que me pusieron a mí el capuccino y a Dani el espresso, cuando era al revés. No les culpo por no saber que yo soy la que lleva los pantalones en la relación XD

Volvemos al hotel, pasando por el coche para coger el equipaje. En ese momento me doy cuenta de la cantidad de cosas que llevamos y de lo cómodo que es viajar con coche, que no necesitas estar cargando con las maletas todo el día. Cuando estamos instalados en el hotel, descansando y navegando por intenet, llaman a la puerta. Si, ¡otra vez! Yo vuelvo a jurar un poco y cuando abro veo que es uno de los recepcionistas que dice que tiene un paquete para mí. Le miro alucinando pepinillos. Me enseña una bolsa azul plateada con un sobre pegado que tiene mi nombre y apellido. La cojo flipando y le doy las gracias. Dentro hay una botella de champán californiano helado con dos copas heladas también y unos bombones tipo after-eight. También hay una nota de nuestra amiga californiana dándonos la bienvenida a San Francisco. ¡Menuda bienvenida!

Mmm... Qué detallazo :)

Así que cambiamos los planes de salir a ver cosas para quedarnos tirados en la cama, bebiendo champán riquísimo, comiendo bombones y mirando la guía que llevamos de SFO. Un poco más tarde, cuando hemos terminado con la botella, damos un paseo hasta Fisherman's Wharf. Vemos los leones marinos en el Pier 39 y damos una vuelta viendo todas las tiendas. Está petadísimo de turistas y domingueros. Seguimos el paseo por Lincoln Hwy. Paramos en The Cannery a tomar una cerveza. Cuando salimos nos acercamos a una tienda de souvenirs, porque Dani no se ha traído ningún jersey y con la cazadora y la camiseta tiene frío. Se compra una sudadera muy chula que pone sólo San Francisco. Le debe pasar lo mismo a mucha gente porque las tiendas de souvenirs están llenas de sudaderas, chubasqueros, cazadoras, etc. Ninguno de los dos tiene mucha hambre y estamos muy cansados, así que prescindimos de la cena y nos vamos al hotel a dormir.

Los leones marinos siesteando.

Me encantaron los leones marinos.

Alcatraz desde el Pier 39.

La entrada al Pier 39.

Nos encontramos a Zoltar durante el paseo.
Todavía nos quedan tres días completos en San Francisco, así que necesitamos descansar de nuestro road trip para disfrutar al máximo esta ciudad que tiene tan buena pinta.

martes, 16 de octubre de 2012

Costa Oeste de EE.UU: Yosemite.

Sigo con nuestro viaje por los estates. Hoy toca los dos día que pasamos en Yosemite, el último parque nacional que visitamos.

El viernes suena el despertador a las ocho y media, pero remoloneo un poco en la cama porque no hay desayuno, una de las pocas pegas del hotel, aunque hay cafetera en la habitación y café y té gratis en el lobby. Veo en internet que cruzando la carretera hay un Starbucks, así que nos duchamos, recogemos las maletas, y hacemos check out. Cogemos el coche y vamos al Starbucks.Desayunamos los consabidos caffe latte y croisants, que nos cuestan 9$, cinco menos que en Las Vegas. Ya hemos notado que comer y beber es mucho más barato fuera de Las Vegas y de los parques nacionales.

Ponemos en el GPS la dirección de la tienda de fotografía que busqué la noche anterior. Está en el downtown de Visalia. El pueblo mola bastante, con calles amplias pero donde se puede pasear y ver tiendas y cosas. Si lo llego a saber podíamos haber dado un paseo antes, pero ya nos vamos, así que tendrá que ser en otra ocasión. El señor de la tienda es encantador y hace sus esfuerzos por entender qué queremos. Hasta que le explicamos que la batería se carga dentro de la cámara y por eso necesitamos el cable que va de la cámara al adaptador, nos cuesta un rato...Nos busca entre los cables que tiene alguno que pudiera servir, pero no tiene ninguno, así que nos ofrece un cargador externo para ese modelo de batería. ¡Menos mal! Ya me veía tirando todas las fotos de mi luna de miel con el móvil :S

El cargador es original de Nikon para mi batería y me sale por 30$ la broma... Pero por lo menos hemos solucionado el problema. El señor de la tienda, mientras, pega hebra con Dani, preguntándonos de dónde somos y qué vamos a ver. Le damos las gracias varias veces (por el alivio de haberlo solucionado) y cogemos el coche. Hoy conduzco yo. Ponemos el GPS con la dirección de Mariposa, que nos pilla de camino al parque. Decidimos pasar por el hotel antes de ir a Yosemite porque al día siguiente tenemos todo el día también, y hemos decidido tomárnoslo con calma. Ya se van notando los días de "road trip" y la paliza del viaje.

Llegamos a Mariposa dos horas más tarde, sobre la una de la tarde. En la dirección que hemos metido en el GPS no vemos ningún hotel que se llame The Monarch... Nos salimos del pueblo por el otro lado, porque no es muy grande, damos la vuelta hacia el centro... Nada, ni rastro del The Monarch... Paro en el centro del pueblo, que es una calle principal con poco más a los lados. Decidimos preguntar en una de las tiendas de souvenirs que hay. Dani le pregunta a una señora que sale de una tienda. Es la dependienta y nos dice que no le suena el hotel de nada, pero que tiene que estar muy cerca por la dirección... Entra en la tienda de al lado para preguntarle a otra señora. Ésta saca un mapa de la zona pero no vienen los números de las calles.

Yo ya estoy pensando que nos han timado con el hotel, con la reserva, a ver qué hacemos ahora, imposible encontrar alojamiento en las cercanías de Yosemite y menos en fin de semana... La dependienta Nº1 me pregunta si tenemos el teléfono del hotel y la dependienta Nº2 saca el teléfono de la tienda y llama al teléfono que le he dado. Pregunta dónde está el hotel. Resulta que están en obras y tiene un cartel que pone Super 8 porque lo ha debido comprar la cadena, pero está en la misma calle un poco más adelante. Les damos mil veces las gracias a las amables dependientas y Dani les hace hasta reverencias XD

Volvemos al hotel, hacemos check in pero la recepcionista nos dice que no podemos entrar en la habitación hasta las tres porque están a tope y todavía no la tienen preparada. Decimos que OK y nos da la llave. Volvemos al centro del pueblo y comemos algo en el Gold Coin. Aunque las paredes estan llenas de carabinas, mosquetes y revólveres antiguos, el sitio es agradable y los camareros muy majos. Yo tomo una hamburguesa que no me puedo terminar, con una Pepsi y Dani un sandwich de queso cheddar con patatas fritas y una Bud, 26$.

Cuando terminamos de comer son las dos, así que decidimos ir a dar una vuelta a Yosemite. Se tarda como una hora en llegar. La carretera hacia el parque mola un montón, todo el rato al lado del río Merced. Entramos en el parque con el pase anual y nos dan el mapa y la guía. Vamos con el coche por la carretera que recorre el valle, parando en los sitios que vemos que nos gustan. Es espectacular. Vemos el Bride's veil fall, y los meadows con los acantilados de granito. Llegamos al centro de visitantes y compramos agua. Seguimos con el coche parando el más sitios y haciendo muchas fotos. Hay mucha gente bañándose en el río. Meto los pies, porque no me he puesto el bañador, y está helado, pero hace mucho calor.

Los acantilados de granito, impresionantes.

Bridalveil fall.

El salto de agua más cerca.

Los meadows o praderas.





Volvemos hacia el hotel porque tenemos el día siguiente entero para seguir viendo el parque. Cuando llegamos, descargamos maletas y descansamos un rato en la habitación. Vamos a cenar al Gold Coin otra vez. Dani se pide la hamburguesa que yo he comido a mediodía y yo una ensalada césar con pollo, más dos Buds y dos Bud Light, por 40$. De camino al hotel flipo con la cantidad de estrellas que se ven. Nos quedamos un rato en el lobby porque se pilla mejor la wifi, y al rato nos vamos a dormir.

El sábado suena el despertador a las ocho, porque el desayuno es hasta las ocho y media, pero Dani me propone pasar de él y seguimos durmiendo hasta las nueve y media. Hago un café en la cafetera de la habitación y nos comemos unas Oreos que llevamos. Cogemos el coche para ir a Yosemite. Nos queda tres cuartos de depósito, así que no echamos gasolina. A la entrada del parque hay mucha cola. Esperamos casi media hora para entrar. Casi cuando estamos llegando al final de la cola, un ranger nos dice que si tenemos pase podemos pasar por el carril de empleados, así que nos ahorramos otros diez o quince minutos más de cola.

Son las once y media cuando entramos. Decidimos ir hacia Glacier Point, desde donde se ve el valle desde arriba. Antes paramos en Tunnel View, que es un mirador con una vista preciosa del valle. En el parque las distancias son enormes y según vamos subiendo por una retorcida carretera de montaña a Glacier Point, el nivel de gasolina va bajando alarmantemente. Nos paramos en un mirador y queda menos de un cuarto del depósito, así decido que vamos a bajar ya a echar gasolina, porque me hace muy poca gracia quedarme tirada dentro del parque. Además es ya la una y tengo un hambre que no veo. Tardamos casi  una hora en llegar a Wawona, que es donde está la gasolinera.Dentro del parque la gasolina es carísma, y además Dani se confunde y echa de 98 octanos. Y para rizar el rizo el tío de la gasolinera no nos quiere coger la tarjeta de crédito, así que echamos 50$. Decidimos comprar algo para comer allí mismo, que hay un pequeño supermercado, pero como es sábado y es la hora de comer, los parkings que hay están petadísimos y nos tiramos media hora buscando un sitio. Al final lo dejo en un hueco de 15 minutos, compramos un par de sandwiches, unas chocolatinas y agua, vamos al baño y volvemos al coche.

Preciosa vista desde Tunnel View.

Vista desde casi arriba, en Glacier Point.

Buscamos un sitio para comer y cuando terminamos nos vamos hacia Mariposa Grove, donde están las secuoyas gigantes. Pero el parking, cómo no, está lleno y tenemos que volver a Wawona a dejar allí el coche y coger el autobús gratuito del parque. Hacemos un trozo del trail hasta California Tunnel Tree, pasando por el Grizzly Bear, y volvemos, porque hace muchísimo calor como para estar andando mucho tiempo. De vuelta en Wawona compramos en la tienda un polo de fresa gigante y Dani compra un Gatorade y una tira de carne ahumada, que se parece mucho al fuet, pero sin embuchar. Volvemos al coche y, antes de salir de Yosemite, yo quiero pasar por Valley View. Nos hacemos unas cuantas fotos y cogemos rumbo a Mariposa.

Una secuoya caída.

La secuoya Grizzly Bear.

El California Tunnel Tree.

Tentempié de carne ahumada.

La vista desde Valley View, quita el hipo.


Para cenar vamos a un sitio que está en la calle principal esquina con la séptima, no recuerdo el nombre, pero es un sitio con una decoración muy pintoresca y es como muy íntimo y romántico (qué bonito, una cena romántica en mi luna de miel XD).Tomamos dos NY steaks, yo con una patata asada que está de muerte, tres Buds y dos Chardonnays, por 90€. La cena más cara del viaje, pero merece la pena por lo bonito del sitio y porque la comida está de muerte. Además el camarero es el mismo que el día anterior estaba en el Gold Coin y se acuerda de nosotros, lo que me resulta gracioso.

Nos vamos a la cama echos polvo, al día siguiente ya termina nuestro road trip, y nos esperan unos días de turismo tranquilo en San Francisco.