domingo, 20 de julio de 2008

Parar, reflexionar y seguir.

Aunque me cueste bastante, tengo comprobado que escribir aquí me resulta terapéutico y organiza mis ideas y emociones. Y me cuesta mucho ordenar todo lo que quiero decir, pero intentarlo merece la pena.

Es muy triste decir adiós sin poder haberlo dicho a la persona que se va. Y es inmensamente más triste si esa persona es una de las mejores que has conocido en tu vida. Una persona con un corazón enorme, que te abre su casa desde el primer día, te acoge como una más de su familia, te da su cariño sin pedir nada a cambio, te lo da todo sin más. Una persona que se hace querer.

Es una sensación muy extraña y contradictoria ver a tanta gente dolorida por ese adiós y a la vez saber que todos sentían un gran cariño por él.

Es muy difícil ver sufrir a la gente que quieres, a tu gente, a tu familia, y no saber hacer ni decir nada para aliviarles. Sólo estar ahí, dar tu cariño, tus abrazos y besos, e intentar no llorar. Lo único que te consuela un poco es saber que dentro de un tiempo podrán recordarle sin sentir dolor. Recordarle con amor, con agradecimiento y con añoranza.

Es curioso cómo algunos problemas y personas que me agobiaban bastante han pasado a ser pequeñitos, ínfimos, insignificantes. También es curioso cómo algunas trivialidades, algunas ideas intrascendentes pasan a tener más importancia.

Prometo que a partir de mañana este blog volverá a la normalidad, pero necesitaba un parón y otras cosas más importantes requerían toda mi atención.

2 comentarios:

Chubasco dijo...

Gracias.
No se si te lo he dicho estos días pero muchas gracias, que ya se que no hace falta pero no esta de más.

Ana dijo...

Yo sí sé que te lo he dicho, pero lo repito: si pudiera hacer más, lo haría.