miércoles, 17 de septiembre de 2008

Vuelta al cole.

¡Arg!

Uff... No sé cómo me saldrá la entrada, pero me está costando horrores arrancar. En fin... Ya está aquí la vuelta al cole, en mi caso al hospital, pero viene a ser el mismo sentimiento que cuando tenía diez años. La diferencia es que las vacaciones han durado quince días en lugar de tres meses... Arf!

Por un lado estoy hecha polvo: recién aterrizada de Rimini, con un par de madrugones en el cuerpo que no me los creo ni yo, sin ganas de hacer nada y millones de cosas por hacer. Pero por otro lado no ha sido tan terrible. Me apetecía volver con mis compis, resi y adjunto, que me contasen lo acaecido en mi ausencia (que no ha sido mucho), desayunar varias veces (jodíos funcionarios, sí), tener largas conversaciones en el zulo con C mientras esperamos que R2 vea a un paciente, meternos un poco con algunos psiquiatras, volver al ritmo disparatado-pero-controlado de trabajo...

No puedo evitar pensar que se ha acabado el verano. Técnicamente no, pero cualquiera va a la piscina con este tiempo tan raro. Se acaba el verano y pronto volverán los abrigos, las bufandas y las múltiples capas de ropa. Volverá el mal tiempo. Se reducirán mis fines de semana con las clases de los sábados del máster (del universo). Se hará de noche cada vez más pronto y será de noche cuando me levante. Los atascos de cada mañana y cada mediodía. Los cursos y trabajos del doctorado. Me voy a meter en demasiados berenjenales a la vez. Próximo estrés...

¡ALTO!

Me obligo a pensar en los puentes que vienen (aunque no estén muy bien ubicados este año). En las hojas de los árboles cubriendo las aceras. En recoger castañas. En meterme en la cama con los pies fríos y torturar a alguien, si se deja. En comprarme unas botas de agua. En las siestas con mantita. En lo bonito que está el pueblo en otoño. En que me han dicho que se puede ir a lo oscuro antes. En el olor de las nubes... Vaya, creo que me he pasado un poco.

Si es que lo digo y no me canso de repetirlo: creo que soy un poco hipomaníaca y por eso necesito darle la vuelta a las cosas que me desaniman.

Y la cosa es que llevo un par de días con el ánimo por los suelos. ¿Síndrome posvacacional? ¿Tontería supina?

Quién sabe...

PD: El otro día me explicaron que la bossanova es un estilo musical muy especial: la melodía da muy buen rollo, pero las letras hablan de cosas bastante trágicas. Hoy me siento un poco bossanova...

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