De blancos, negros y grises.
Hace mucho tiempo Vane me decía La vida es una mierda... pero dentro de que bien. Es una gran frase. Es una forma muy directa de expresar que en la vida te pasan muchas cosas malas, tristes, crueles e injustas, pero hay que afrontarlas y buscar otras que te hagan feliz.
La vida es injusta. Pensamos que si somos buenas personas deberían pasarnos cosas buenas, pero no es así. A todos el mundo le pasan cosas buenas y malas, y normalmente no sueles tener mucho control sobre ellas.
Pasan cosas grises, como tener que madrugar todos los días, cargar con muchas desgracias de gente que necesita ayuda, tener obligaciones, tener poco tiempo para uno mismo, que el maldito euromillones se resista todas las semanas (todas las que lo hecho, que no son muchas)...
Pasan cosas negras, como ver sufrir a quien quieres de verdad y no saber qué hacer, como tener que salir pitando un domingo a Salamanca tras haberte levantado soltando alguna lágrima, como llevar mucho tiempo sin hablar con gente importante en tu vida, como sentir incertidumbre y miedo muchos días...
Por suerte también pasan cosas blancas, y aunque sean pequeñeces procuro darles toda la importancia que se merecen, porque sin ellas sería muy difícil seguir adelante. Como sentir todo el apoyo y comprensión de los compañeros, como estar jugando al futbolín y que se hagan las cuatro de la mañana sin darte cuenta, como que llegue el mejor momento de la semana y quedarme dormida haciendo una llave de lucha libre (es largo de contar... quizá en otro momento), como hacer planes para futuros viajes, como poner chorradas a cascoporro aquí...
En fin, que espero que mis entradas retomen pronto su tono alegre-jovial-festivo, pero llevo una racha que no hay manera. Aunque en líneas generales sigo pensando que la felicidad está ahí, al alcance de la mano, y que el chaparrón pasará antes o después.
La vida es injusta. Pensamos que si somos buenas personas deberían pasarnos cosas buenas, pero no es así. A todos el mundo le pasan cosas buenas y malas, y normalmente no sueles tener mucho control sobre ellas.
Pasan cosas grises, como tener que madrugar todos los días, cargar con muchas desgracias de gente que necesita ayuda, tener obligaciones, tener poco tiempo para uno mismo, que el maldito euromillones se resista todas las semanas (todas las que lo hecho, que no son muchas)...
Pasan cosas negras, como ver sufrir a quien quieres de verdad y no saber qué hacer, como tener que salir pitando un domingo a Salamanca tras haberte levantado soltando alguna lágrima, como llevar mucho tiempo sin hablar con gente importante en tu vida, como sentir incertidumbre y miedo muchos días...
Por suerte también pasan cosas blancas, y aunque sean pequeñeces procuro darles toda la importancia que se merecen, porque sin ellas sería muy difícil seguir adelante. Como sentir todo el apoyo y comprensión de los compañeros, como estar jugando al futbolín y que se hagan las cuatro de la mañana sin darte cuenta, como que llegue el mejor momento de la semana y quedarme dormida haciendo una llave de lucha libre (es largo de contar... quizá en otro momento), como hacer planes para futuros viajes, como poner chorradas a cascoporro aquí...
En fin, que espero que mis entradas retomen pronto su tono alegre-jovial-festivo, pero llevo una racha que no hay manera. Aunque en líneas generales sigo pensando que la felicidad está ahí, al alcance de la mano, y que el chaparrón pasará antes o después.
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