lunes, 18 de febrero de 2013

La ciudad eterna.

Ha sido mi quinta vez en Roma, que se dice pronto, pero no me canso de visitar esta ciudad caótica y alucinante. Cada vez descubro cosas nuevas, y las conocidas me siguen maravillando como el primer día, allá en mi viaje de fin de estudios en el 99.

En esta ocasión he descubierto algo que me gustó mucho, y es la terraza de monumento a Víctor Manuel palote-palote, que es gratis y tiene unas vistas espectaculares de las cúpulas, techos, pinos y monumentos romanos. En ella hay un bar, que no es barato, lógicamente, pero nos tomamos Andrea y yo, mano a mano, un par de Martini rosso tomando el solete y disfrutando de las vistas. También me ha encantado el hotel, sin duda el mejor en el que me he alojado en Roma. Era un NH cercano al Vaticano, muy bien ubicado, porque íbamos andando a casi todas partes, y si no teníamos el metro a dos manzanas. La zona era muy tranquila, residencial, y el hotel muy bien, de cuatro estrellas, con un desayuno buffet muy completo.

Y de lo que ya conocía, he redisfrutado como siempre el coliseo, el foro, las plazas, las fuentes, los centenares de iglesias, las callejuelas, la comida, la bebida...

Un placer volver a Roma. Y tiré mi moneda a la fontana de Trevi para volver una sexta vez.

Algunos de mis rincones favoritos de Roma.

La cúpula del Panteón

El Coliseo y el arco de Constatino

La vistas desde el monumento a Víctor Manuel II

El Moisés de Miguel Ángel.


La fontana de Trevi.

La Escuela de Atenas de Rafael.

Las escaleras de Bramante en el Vaticano.

Y ya.

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