miércoles, 30 de julio de 2014

El TDAH o echar balones fuera.

Antes de las vacaciones estuvimos cenando con una buena amiga, su pareja y su hijo de tres años. El peque siempre ha sido un niño movido, le gusta jugar y no se está mucho tiempo quieto, pero es un niño que se porta bien, hace caso a sus padres y es un solete de cariñoso y simpático. Mi amiga me contaba que el peque había terminado su primer curso de educación infantil y que lo habían pasado un poco regular: no le gusta hacer fichas y tenía deberes todos los días, lo que ha sido un poco suplicio para él y sus padres. Además, la profe al parecer está empeñada en que el niño no atiende en clase y dice que apunta maneras para tener déficit de atención.

En ese punto de la conversación me empecé a poner de una mala leche impresionante. Me pasa desde que trabajé en salud mental infanto juvenil y nos mandaban muchísimos niños para diagnosticarles TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). Puedo decir que ni el 1% de los niños que venían cumplían criterios para el diagnóstico. Pero es que además, la forma de diagnosticar TDAH me parece absurda, porque depende de lo que informan los padres y profesores, y esa información suele ser bastante sesgada.

Primero, es muy arriesgado hacer el diagnóstico antes de los seis años, ya que muchas de las conductas que se tienen en cuenta para hacer el diagnóstico son normales antes de esa edad. Es normal que un niño de tres años se levante sin permiso en clase, interrumpa conversaciones ajenas, le cueste guardar el turno. En un niño de diez años ya no es tan normal.

Segundo, el estudio de desarrollo cognitivo del niño nos dice que mantienen la atención en periodos muy reducidos de tiempo: de 0 a 1 año, 2 a 3 minutos. De 1 a 2 años, 7 a 8 minutos. De 2 a 3 años hasta 10 minutos. De 3 a 4 años hasta 15 minutos. De 4 a 5 años hasta 20 minutos. De 5 a 6 años hasta 25 minutos. No se puede pretender que un niño de tres años esté más de 10 o 15 minutos haciendo algo y menos si le resulta aburrido.

Tercero, para diagnosticar un déficit de atención, el problema tiene que ser a nivel global. Al niño con este trastorno no sólo le cuesta atender en clase, sino que también le ocurre con actividades que le gustan, como jugar o ver dibujos. Si se tira una hora viendo a Dora o a Pocoyo sin problemas, no tiene dificultades de atención. Si sólo le pasa en clase, es probable que sea un problema de motivación. Vamos, que se aburre. Pero para el profersor/a suele ser más fácil echar balones fuera y poner el problema en el niño, en lugar de adaptarse.

Que no digo que sea culpa de los profesores, que bastante tienen con lo suyo. Es más bien un problema del sistema educativo, que es muy poco flexible y no permite variabilidad en los niños. Pero al hacer eso y etiquetar a los niños que se salen de la norma, estamos estigmatizando a niños muy pequeños, con su identidad y autoestima en pleno desarrollo. Le estás diciendo que no es normal y que tiene un problema cuando no es cierto.

Todo eso sin entrar al tema de medicar con anfetaminas a los niños diagnosticados de TDAH... Que de sobra es conocido el interés de los laboratorios farmacéuticos en hacer negocio, aunque sea a costa de los más pequeños e indefensos. Seguro que si cualquier adulto nos tomamos un Rubifen o un Concerta (fármacos estimulantes indicados en el TDAH), nuestra capacidad de atención y concentración aumenta significativamente, así que en los niños, tengan TDAH o no, pues también.

Y todo esto sin entrar también en el debate sobre si es una enfermedad ficticia, información que anda rodando por la red, no muy fiable, por cierto. No niego que haya personas que tengan este problema, que es real y que les afecta a su funcionamiento en el día a día y les produce malestar. Pero sí creo que es algo que actualmente está sobrediagnosticado, que tiene que ver con la cultura actual de medicalizar cualquier malestar o problema que tengamos. Vivimos en una cultura de echar balones fuera y no responsabilizarnos de los problemas, por eso es más fácil atribuir que un niño no funcione bien a nivel académico a una supuesta enfermedad, a asumir que hay que hacer un esfuerzo para que los niños mantengan la atención en clase, hay que buscar la forma de motivarles, hay que cambiar un sistema educativo rígido que no tiene en cuenta sus necesidades, hacer el esfuerzo de dedicar más dinero a la educación para que eso pueda cambiar... En fin, que me voy a otro tema que tiene que ver pero no es éste. Ahí ya entraría en las causas del fracaso escolar y eso da para mucho. 

En conclusión, que un niño que es feliz y sano, que no tiene ningún problema en su vida, sólo a nivel académico, y está claro que no es un problema de capacidad del niño porque es un niño listo, me parece una barbaridad etiquetarle con tres años con un diagnóstico psiquiátrico, que al fin y al cabo es lo que es el TDAH.

lunes, 28 de julio de 2014

De cumpleaños, escapadas y otra vez de vuelta.

El viernes fue mi cumple. No escribí nada porque fue un día en el que no paré. Y eso que me lo pedí libre... Empezando por la noche del jueves, que Dani me dio mis regalos, un móvil nuevo (se ha pasado un montón) y dos libros, uno de Terry Pratchett que no es de Mundodisco (ya contaré qué tal está) y otro la segunda parte de Psiquiátrico, que se llama Crazy Seventies.

Ya el viernes por la mañana estuve haciendo recados, terminando la maleta y visitando a mis cuñaos y mi sobri, que se iban a la playa y ya no les vemos en dos semanas. Justo después de comer, según salió Dani de trabajar, nos fuimos para Logroño a pasar el finde.

Logroño mola. Es una ciudad pequeña y bonita, donde se come y se bebe estupendamente. Nos hemos puesto finos de crianzas y de pinchos (hasta Dani le ha dado al tinto, cosa inédita en él), hemos dado paseos, hemos dormido poco pero compensado con siesta, hemos visitado la bodega de Vinícolas Real, hemos pasado un poco de calor, y hemos decidido que molaría volver a La Rioja. Bueno, en realidad, siempre que estamos de viaje hacemos muchos planes para futuros viajes. Eso mola, aunque cuando volvemos a casa y Dani se acomoda, me cuesta un poco convencerle (pero poco).

Y como el finde ha sido largo, hoy me da la impresión que estoy de vuelta de vacaciones guanmortaim. En fin, ahora me esperan tres semanas un poco duras en el trabajo, hasta el puente de Agosto, que espero hacer más llevaderas a base de mañanas de piscina, hacer la fiesta de cumpleaños el finde que viene y hacer algún plan que otro. Pufff... Me estoy dando cuenta que ya se me ha pasado Julio. Qué rapidez. Habrá que exprimir un poco más el verano, que antes de que me dé cuenta ya están aquí las fiestas del pueblo y se me termina lo bueno.

jueves, 24 de julio de 2014

Belfast y la Calzada del Gigante.

Como ya he contado (en capítulos anteriores de Ana en Madrid...), el puente de Mayo estuvimos en Irlanda. Esta vez, en lugar de quedarnos en Dublin, nos llevaron a conocer Irlanda del Norte. El sábado por la mañana salimos de Dublín rumbo a Belfast y allí pasamos el día. Vimos el jardín botánico y el museo del Ulster, y después de comer en un sitio de bocatas en la zona universitaria, fuimos a ver el centro de la cuidad y terminamos el día visitando un par de pubs.

El domingo por la mañana fuimos a ver el museo del Titanic, muy recomendable. Aparte de la historia del barco, que ya nos la sabemos, el museo cuenta cómo llegó Belfast a ser uno de los mayores productores de barcos a nivel mundial. Sólo el edificio en sí ya merece un visita.

Después de ver el museo dedicamos el resto del día a hacer tranquilamente la ruta de la calzada siguiendo la costa, cruzando pueblos pequeños, valles verdes y acantilados sobre el mar gris. Todo muy bucólico. Paramos a ver Carrick-a-Rede, con su famoso puente de cuerda (aunque fue un poco timo pagar por cruzarlo), el castillo de Dunluce y terminamos dando una vuelta por Portrush, que es donde teníamos el hotel para dormir esa noche.

El lunes nos esperaba lo bueno, la propia Calzada del Gigante. Con una audioguía en mano, nos paseamos por ese paisaje que parece extraterrestre, mientras nos contaban las leyendas típicas sobre el lugar, y hacíamos fotos a cholón. Cuando terminamos nos fuimos de vuelta a Dublín y esa noche cenamos en un tailandés para darnos el último homenaje.

La mañana del lunes la pasamos Dani y yo solos por el centro de Dublín, disfrutando una vez más de lo bonito que es. Paseamos un rato y vimos el Trinity y el puente del Medio Penique. Comimos por el centro y nos fuimos para el aeropuerto ya que nuestro vuelo salía a primera hora de la tarde.

Y poco más. Lo pasamos muy bien con nuestros anfitriones, como siempre fue un placer hacerles una visita.

Y las fotos, claro.

Belfast

Belfast

Belfast

Belfast

Museo del Titanic

Museo del Titanic

Sansón y Goliat.

La ruta de la costa.

Desde el coche

Carrick-a-Rede

Carrick-a-Rede


Castillo de Dunluce
La Calzada del Gigante

La Calzada del Gigante

La Calzada del Gigante

La Calzada del Gigante

La Calzada del Gigante

Dublin

Dublin

Dublin.

lunes, 21 de julio de 2014

La dura vuelta tras las vacaciones.

Para mi hoy es día de vuelta a la rutina y al trabajo. Después de tres semanas de vacaciones estoy muy poco mentalizada que dentro de un rato tengo que salir de casa para ir al curro. Por suerte estas vacaciones he desconectado casi totalmente y me siento muy relajada y descansada. A ver cuánto me dura. Mi esperanza es que mi jefa esté de vacaciones, y así será todo mucho más llevadero. Pero tendré que esperar hasta esta tarde para ver qué me está esperando.

De momento mi plan es intentar seguir con mentalidad de verano: seguir haciendo planes chulos siempre que pueda, ir a la piscina todas las semanas para mantener mi moreno gaditano, hacer un poco de ejercicio que con el buen tiempo siempre apetece, comer muchas frutas de verano que me encantan y mucho gazpacho a ver si me quito los dos kilazos ganados en Cádiz y en Alemania a base de codillo y cerveza...

Por suerte esta semana de vuelta es más corta, porque el viernes me lo pedí libre para no tener que ir a trabajar el día de mi cumpleaños. Que no entiendo por qué el cumpleaños de cada uno no es festivo por convenio, sería un gran avance social que nos merecemos.

En fin, que voy a dejar de decir chorradas e intentar volver a la rutina, a ver si me sale.

domingo, 20 de julio de 2014

Viajar con conejos (segunda parte).

Ya escribí mi experiencia tras haber hecho varios viajes con Paul en el coche, recogida en esta entrada del año pasado. Este año la experiencia ha cambiado, porque íbamos con dos conejos, en lugar de uno, aunque los destinos han sido similares: en Semana Santa a Ávila y la semana pasada a Cádiz, con escala en Salamanca a la ida, pasando una noche allí.

Esta vez los conejos fueron en el transportín. Es un transportín bastante grande, caben los dos holgados, se pueden hasta tumbar los dos sin molestarse, pero no metimos la esquinera porque con ella sí que iban a ir un poco apretados. A la ida a la playa, como eran bastantes horas, les puse un empapador dentro del transpotín, por si se les escapaba algún pis, que no acabaran empapados, pero en las paradas empezaban a morderlo y acabaron perdidos de polvo de celulosa, que es lo que llevan dentro los empapadores. A la vuelta vinieron sin nada, y no hubo pis ni ná, a pesar de las seis horas y pico de coche. Los consejos que ponía en la otra entrada los mantengo:

  • Llevar el transportín sujeto con el cinturón de seguridad para que no se mueva.
  • Durante el viaje no suelen comer o beber, pero ofrecerle comida y bebida en las paradas, que están más tranquilos.
  • Tapar la jaula con un pañuelo o tela para que no le dé el sol directo.
  • Cuidado con el calor, que se pueden poner muy malitos. Si paramos no dejarles solo dentro del coche al sol.
  • Intentar conducir lo menos brusco posible, para que no se resbale por toda la jaula o el transportín en las curvas o en frenadas.
  • No poner música muy alta.
  • Si tenemos oportunidad de hablarle y acariciarle durante el trayecto, también se tranquilizará más.
Este año Paul ha ido mucho más tranquilo en los trayectos. Me parece que la presencia de Damara le tranquiliza mucho. Sin embargo ella lo ha pasado un poquito peor, o por lo menos es lo que parecía. Durante los viajes Paul ha cogido su posición de espatarrado, que es como menos se menea, y en las paradas comía heno y bebía agua, lo que me hacía pensar que iba bastante bien. Damara ha ido más hecha una bolita, con algún derrape en alguna curva. También ha comido un poquitín de heno en las paradas, pero no quiso beber nada. En los dos trayectos largos, al llegar enseguida se han puesto a comer y hacer sus conguitos, lo cual ha sido muy tranquilizador (eso para mi).

Como este año también hemos hecho viajes al extranjero (que ahí sí que es prácticamente imposible llevarles), hemos tirado del tío Álex, que nos ha hecho el grandísimo favor de encargarse de los conejines y estar con los bichos en casa gran parte del día. Así se pasan casi todo el día sueltos por casa. Vamos, que están mejor que cuando están con nosotros.

Así que, un año más puedo decir que llevarnos a los conejines de vacaciones ha sido positivo, aunque en el coche vayamos como una carreta de feria, con más trastos y equipaje que nada, pero es una tranquilidad tenerles con nosotros y saber que están bien.

martes, 8 de julio de 2014

Viaje a Tokio (y X): Vuelta a Madrid, consejos y resumen.

Termino el diario con nuestro viaje a Tokio, por fin, que pasado mañana nos vamos a Baviera y se me van a acumular los viajes :P

El domingo salimos a desayunar a las nueve. A las diez ya estamos haciendo check out en el hotel porque el día anterior dejamos hechas las maletas. Vamos en el metro a Tokyo Station y compramos los billetes para el siguiente Narita Express. Nos toca esperar un rato en el andén. Cuando llega el tren buscamos nuestros asientos y nos disponemos a pasar el rato que dura el trayecto hasta el aeropuerto. Yo termino de escribir las notas para hacer este diario. Me siento un poco melancólica, se nos acaban las vacaciones y nos vamos de Japón, que es uno de mis sitios preferidos en el mundo. Ya en el tren vamos haciendo planes para volver algún día, ir con Andrea a conocer Kioto, pasear otra vez por Nara, ver los castillos y los templos de la zona de Kansai... En fin, que no nos hemos ido y ya queremos volver.

En el aeropuerto facturamos el equipaje y pasamos los controles de seguridad. En el avión nos vuelve a tocar separados. Este viaje no me agobia tanto porque vamos a llegar a Madrid a la hora de cenar y si no duermo nada, tendré mi cama esperándome en casa. Al final es lo que ocurre, que en el vuelo de Tokio a Roma no duermo nada de nada, pero me dedico a ver una película (El llanero solitario) y a leer en mi kindle. Dani al otro lado del pasillo hace la momia, envuelto en la manta, se queda sobado gran parte del vuelo, así que no me sirve de mucho entretenimiento, aparte de reírnos un poco Andrea y y yo de su posición de momia para dormir. Eso sí, en el vuelo de Roma a Madrid me quedo tronchada antes de que despegue el avión y duermo las dos horas y pico que dura el vuelo.

A las once y pico llegamos a Madrid, nos han venido a buscar por lo que llegamos enseguida a casa y directamente nos echamos a dormir. Para nosotros con el jet lag son las siete de la mañana, sin haber dormido casi nada, así que se puede decir que nos quedamos inconscientes nada más meternos en la cama.

Como consejos para todo aquel que quiera ir a Japón, desde mi experiencia puedo decir:

  • Ya sabéis que soy muy partidaria de organizar por tu cuenta los viajes en lugar de hacerlo organizado o por agencia. Es muchísimo más barato, y en Japón es especialmente fácil porque es un país muy seguro, la gente es muy amable con los turistas y la única pega es el idioma, pero chapurreando inglés (por nuestra parte y por la de la mayoría de los japoneses) se puede vencer la barrera.
  • Lee mucho antes de ir allí. Yo saqué la información del foro de los viajeros, el blog Japón por libre, hyperdia para los trayectos en tren y la página Disfruta Tokio.
  • Los vuelos los miramos en Skyskanner y el hotel en Booking y en Tripadvisor.
  • Cambia dinero antes de ir allí. Las dos veces que hemos ido hemos cambiado en nuestro banco y el cambio ha sido mejor que el que había allí al llegar. El dinero a cambiar, depende de cada uno. Allí son menos propensos a usar la tarjeta de crédito que en USA, por ejemplo. Calculamos comidas, transportes, excursiones y algunas compras, como 100 euros cada día y al final nos sobró algo que tuvimos que volver a cambiar a la vuelta.
  • Es imposible verlo todo, absolutamente todo, por lo que hay que priorizar. Por eso hemos preferido ver sólo Tokio a hacer una ruta por el país y verlo casi todo a medias. Así tenemos excusa para volver. Ah, y también me parece importante dejar tiempo para descansar, tomar unas cervezas, hacer unas compras, echar una siesta... 
  • Haz muchas fotos. Al final son el mejor recuerdo del viaje, lo que te queda cuando llegas a casa. Pero sin obsesionarse tanto por sacar buenas fotos que al final no se "mira" lo que estás viendo. Cuando revisaba las fotos que había hecho allí, antes de volver, me parecían una mierdecilla comparadas con la realidad. Ahora cada vez me parecen más bonitas y me hacen poder volver a los sitios que visitamos.
Para ver las otras entradas sobre el viaje:

Preparativos y presupuesto.
Viaje y llegada a Tokio.
Parque Yoyogi, templo Meiji-Jingu y Harajuku.
Nikko.
Excursión al Monte Fuji.
El palacio imperial, Ginza y Shibuya.
Shinjuku, Tokyo Government Building, Tokyo Tower y Roppongi.
Akihabara y Museo Edo-Tokyo.
Asakusa, Ueno y Shibuya.
Vuelta, resúmen y consejos.

Pues nada, que ahora me da penica terminar estas entradas del viaje, que me han hecho revivir esos días de turisteo y lo bien que lo pasamos. En fin, menos mal que ya me voy a hacer otro viajecito chulo y a la vuelta contaré todo con pelos y señales, aquí.