El TDAH o echar balones fuera.
Antes de las vacaciones estuvimos cenando con una buena amiga, su pareja y su hijo de tres años. El peque siempre ha sido un niño movido, le gusta jugar y no se está mucho tiempo quieto, pero es un niño que se porta bien, hace caso a sus padres y es un solete de cariñoso y simpático. Mi amiga me contaba que el peque había terminado su primer curso de educación infantil y que lo habían pasado un poco regular: no le gusta hacer fichas y tenía deberes todos los días, lo que ha sido un poco suplicio para él y sus padres. Además, la profe al parecer está empeñada en que el niño no atiende en clase y dice que apunta maneras para tener déficit de atención.
En ese punto de la conversación me empecé a poner de una mala leche impresionante. Me pasa desde que trabajé en salud mental infanto juvenil y nos mandaban muchísimos niños para diagnosticarles TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). Puedo decir que ni el 1% de los niños que venían cumplían criterios para el diagnóstico. Pero es que además, la forma de diagnosticar TDAH me parece absurda, porque depende de lo que informan los padres y profesores, y esa información suele ser bastante sesgada.
Primero, es muy arriesgado hacer el diagnóstico antes de los seis años, ya que muchas de las conductas que se tienen en cuenta para hacer el diagnóstico son normales antes de esa edad. Es normal que un niño de tres años se levante sin permiso en clase, interrumpa conversaciones ajenas, le cueste guardar el turno. En un niño de diez años ya no es tan normal.
Segundo, el estudio de desarrollo cognitivo del niño nos dice que mantienen la atención en periodos muy reducidos de tiempo: de 0 a 1 año, 2 a 3 minutos. De 1 a 2 años, 7 a 8 minutos. De 2 a 3 años hasta 10 minutos. De 3 a 4 años hasta 15 minutos. De 4 a 5 años hasta 20 minutos. De 5 a 6 años hasta 25 minutos. No se puede pretender que un niño de tres años esté más de 10 o 15 minutos haciendo algo y menos si le resulta aburrido.
Tercero, para diagnosticar un déficit de atención, el problema tiene que ser a nivel global. Al niño con este trastorno no sólo le cuesta atender en clase, sino que también le ocurre con actividades que le gustan, como jugar o ver dibujos. Si se tira una hora viendo a Dora o a Pocoyo sin problemas, no tiene dificultades de atención. Si sólo le pasa en clase, es probable que sea un problema de motivación. Vamos, que se aburre. Pero para el profersor/a suele ser más fácil echar balones fuera y poner el problema en el niño, en lugar de adaptarse.
Que no digo que sea culpa de los profesores, que bastante tienen con lo suyo. Es más bien un problema del sistema educativo, que es muy poco flexible y no permite variabilidad en los niños. Pero al hacer eso y etiquetar a los niños que se salen de la norma, estamos estigmatizando a niños muy pequeños, con su identidad y autoestima en pleno desarrollo. Le estás diciendo que no es normal y que tiene un problema cuando no es cierto.
Todo eso sin entrar al tema de medicar con anfetaminas a los niños diagnosticados de TDAH... Que de sobra es conocido el interés de los laboratorios farmacéuticos en hacer negocio, aunque sea a costa de los más pequeños e indefensos. Seguro que si cualquier adulto nos tomamos un Rubifen o un Concerta (fármacos estimulantes indicados en el TDAH), nuestra capacidad de atención y concentración aumenta significativamente, así que en los niños, tengan TDAH o no, pues también.
Y todo esto sin entrar también en el debate sobre si es una enfermedad ficticia, información que anda rodando por la red, no muy fiable, por cierto. No niego que haya personas que tengan este problema, que es real y que les afecta a su funcionamiento en el día a día y les produce malestar. Pero sí creo que es algo que actualmente está sobrediagnosticado, que tiene que ver con la cultura actual de medicalizar cualquier malestar o problema que tengamos. Vivimos en una cultura de echar balones fuera y no responsabilizarnos de los problemas, por eso es más fácil atribuir que un niño no funcione bien a nivel académico a una supuesta enfermedad, a asumir que hay que hacer un esfuerzo para que los niños mantengan la atención en clase, hay que buscar la forma de motivarles, hay que cambiar un sistema educativo rígido que no tiene en cuenta sus necesidades, hacer el esfuerzo de dedicar más dinero a la educación para que eso pueda cambiar... En fin, que me voy a otro tema que tiene que ver pero no es éste. Ahí ya entraría en las causas del fracaso escolar y eso da para mucho.
En conclusión, que un niño que es feliz y sano, que no tiene ningún problema en su vida, sólo a nivel académico, y está claro que no es un problema de capacidad del niño porque es un niño listo, me parece una barbaridad etiquetarle con tres años con un diagnóstico psiquiátrico, que al fin y al cabo es lo que es el TDAH.
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