Del reloj biológico.
Antes no creía mucho en eso del reloj biológico, era bastante escéptica cuando oía hablar de él. Nunca me había planteado si quería tener hijos o no. Tampoco había tenido nunca una situación (de pareja, de independencia o económica) que me permitiera planteármelo seriamente. Cuando pensaba en ello, el que mi cuerpo iba a llegar un momento que me dijera "Nena, que se nos pasa el arroz... ¿no quieres un bebé de esos taaaaannn mono?" me daba un poco de risa. Finalmente cuando el reloj biológico ha llamado a mi puerta, no ha sido así, aunque sí que hay una parte difícil de explicar, como instintiva. Pero al fin y al cabo, somos animales, ¿no?
En mi caso, fue una conjunción de varias circunstancias, la más importante de ellas, los cinco años de maravillosa relación que llevaba con Dani. El que nos queramos tanto, nos entendamos tan bien y nos llevemos estupendamente ha ayudado a que me plantee hacer algo tan importante, acojonante y descabellado como querer tener hijos (con él, claro). Pero mi planteamiento era, si en nuestra relación todo ha sido fácil, incluso lo que para otros es una prueba (pérdidas importantes, inicio de la convivencia, preparación de una boda, estar 24 horas juntos en vacaciones, pasar festividades con las respectivas familias políticas :P), por qué esto va a ser diferente. Seguramente encontraremos la manera de que funcione.
Luego se juntan otros factores. Hay amigos cercanos, gente de tu edad (¡incluso más jóvenes!¡qué osados!) que están teniendo hijos. Ya sabemos cómo funciona el cerebro humano... Si todo el mundo lo hace tan malo no puede ser, ¿verdad?... ¡Si hasta hay algunos que repiten! Si fuera tan horroroso ya nos habríamos extinguido como especie, ¿no? En fin, que te empiezas a plantear qué tendrá eso de tener hijos, si hay tanta gente que se anima. Y después está tu ginecóloga, que en la revisión anual te va recordando la edad que tienes (aunque tú piensas que eres joven y lozana), que el arroz se puede pegar a la cazuela, que tener hijos siendo mayor de 35 no es muy recomendable... Vamos, que te pide que te plantees de una vez si quieres o no quieres, que para ti el momento ideal no va a ser nunca, pero que tu momento biológico ideal ya se va perdiendo por el horizonte... En fin, razón no le falta. Si esperamos a que a nivel laboral y económico nos vaya tan bien como a nuestros padres, nos vamos a acabar saltando una generación a este paso.
Así que durante unas semanas, meses, dentro de ti existe un diálogo interno, sopesando los pros y los contras de ser madre, de tener hijos, de formar una familia. Al final, lógicamente, ganan los pros, a pesar del acojone que da tomar esta decisión. Y llega el momento de planteárselo a la parte contratante de la primera parte... que no tiene reloj biológico alguno... que tampoco tiene ginecóloga que le presione porque se le pasa el arroz... que es inmune a los encantos de los bebés que nacen en su entorno... que nunca se ha planteado nada de eso que tú llevas semanas pensando... que formar una familia no entra de momento en sus planes... que vive feliz en su ignorancia, el angelito.
Releyendo La guía para padres desesperadamente inexpertos, de Manel Fontdevila, hay una viñeta que es como la vida misma en ese momento:
En fin, que en aquel momento no había leído tanta sabiduría junta, pero lo de ir colando el tema fue el primer paso de la siguiente etapa... Tomar la decisión.
El tener que plantearle a tu pareja que quieres formar una familia con él, cuando él nunca se lo ha planteado tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Las ventajas son que tienes que replantearte firmemente tu decisión y compartir de forma explícita las razones que te han llevado a ella. Esto es una ventaja porque no vale pensar "quiero tener un bebé, porque son muy monos" o "quiero estar embarazada, que seguro que es una sensación muy bonita"... Tienes que pensar más allá, porque tener un hijo (o hija) implica el resto de tu vida. Es difícil explicitar los motivos por los que tomas esta decisión que va a cambiar tu vida. Y mucho más difícil entender por qué tu marido decide acompañarte en esta locura. Supongo que eso es amor ^-^
Sí que tengo la convicción (hasta donde se puede estar convencida de algo que aún no ha ocurrido) que va a ser algo que va a cambiar nuestra vida a mejor. Si no, no me hubiera metido en esto de ser madre.