Los conejines y la llegada de la chiquinina.
Las mascotas forman parte de la familia, y suelen notar bastante los cambios en la dinámica familiar. Dependiendo del animal, pueden ser más adaptables o menos, en el caso de los conejos enanos les suele costar bastante adaptarse a cualquier cambio. Si juntamos eso, con que la llegada de un bebé es un auténtico terremoto familiar, apaga y vámonos.
A día de hoy, tres meses después, los conejines empiezan a estar centrados otra vez. Pero sólo un poco. Paul en particular, que es el más sociable de los dos, lo ha notado más. Ha notado que ya no les hacemos tanto caso como antes, no pasamos tiempo con ellos, aunque sus necesidades básicas siguen cubiertas. Han notado también que ya no les dejamos campar a sus anchas por toda la casa como antes. Ahora tienen su habitación y pocas veces les dejamos salir, sólo un ratin al día, y cuando está Dani, porque si estoy yo sola con la niña, no puedo estar pendiente de lo que hacen los conejines, y tienen mucho peligro, siempre hay que tenerles vigilados.
Al final, entre el estrés de los cambios, la muda de pelo que todavía están pasando, las olas de calor y que nos fuimos una semana a la playa (ellos se quedaron con el tío Alex, que les cuida genial, pero es otro cambio más), al pobre Paul le salió una calva enorme en la frente y tuvo un poco de cólico. El pobre le salen calvas desde pequeño con el estrés. Damara sólo está un poco más arisca y destructora que de costumbre, pero parece que está bien (toquemos madera).
En fin, que la llegada de la chiquinina ha sido todo un terremoto para los conejines, pero parece que poco a poco todos nos vamos adaptando y acoplando a la nueva dinámica familiar. Y Paul seguirá siendo el conejo más pupas, mi peluchín. Por un lado me da un poco de penita tenerles abandonados, sobre todo porque durante el embarazo pasaba mucho tiempo con ellos, y conseguí mejorar mucho con Damara. Hasta hubo un par de veces que me dio besitos y todo. Pero hemos vuelto p'atrás y ya no quiere saber nada de mi otra vez. Y además, como ahora es Dani el que se encarga de ellos, les da de comer y la malta, pues conmigo menos aún... Pero bueno, supongo que es una temporada nada más, hasta que volvamos a acoplarnos todos y pueda volver a mimarlos como se merecen los peludines :)
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