Compras (o regalos o préstamos) de puericultura (II).
Sigo con los artilugios de bebé que hemos comprado, nos han prestado o regalado.
Cosas poco útiles.
Como no sabes lo que vas a necesitar o cómo va a ser tu bebé, es complicado no tener alguna cosa que con el tiempo te das cuenta de que es un fail.
Biberones. Dando lactancia materna exclusiva no hacen falta. Ni aunque la madre se tenga que ausentar, porque se puede dar su leche con el método jeringa-dedo o con vasito. Pero la verdad es que Sofía no ha querido biberón ni cuando hemos intentado dárselo ya más mayor. Lo único que ha aceptado ha sido un vaso de aprendizaje con pitorro blandito de silicona, cuando ha empezado con la alimentación complementaria.
Chupetes. Ya hablé de la odisea del chupete que vivimos. Me las prometía felices con el chupe que encontramos, pero Sofía al final nunca lo ha querido para calmarse o dormirse. Lo usa a veces de morderdor porque es todo de caucho, pero nada más. Por no decir que todos los chupetes que nos regalaron, incluidos unos con su nombre y todo, están sin estrenar. Por suerte tampoco se chupa el dedo, ella es más de teta.
Esterilizador. Si no hay tetinas de bibes o chupes que esterilizar, el esterilizador no sirve para nada... Compré unas bolsas de Avent para usar en el microondas y sólo he usado una, como tres veces con el sacaleches... La mayoría de las veces "esterilizo" en el lavavajillas.
Humidificador. Sofía no ha sido de mocos, así que no hemos usado mucho el humidificador, sobre todo porque se nos olvida ponerlo. Además, un bol de agua encima del radiador o sobre la mesilla hace el mismo efecto.
Sacamocos. Me parece un invento del infierno, hecho para torturar a bebés y asquear a padres. Tenemos uno que nos regalaron sin usar. Ya digo que la peque no ha tenido muchos, pero aunque los tuviera creo que nunca usaría el sacamocos. Además, he leído que puede ser perjudicial y favorece las otitis.
Boles con ventosa. Compré unos de la marca Munchkin para poner la comida y que no la tirase al suelo, pero no han servido de mucho porque ella sola los despega de la mesa, así que mi gozo en un pozo. De momento toca mantener la vajilla fuera de su alcance.
Zapatos. Nos han dejado muchos zapatos, pero hasta que no ha empezado a hacer frío, no le veía mucho sentido a ponérselos, así que algunos se han quedado sin estrenar. Ahora que hace más fresco sí que le veo más sentido a ponerle zapatos, porque sólo con calcetines se le quedan fríos los pies.
Bandolera. Esto ha sido un error mío. Cuando empezó a hacer mucho calor, en Julio, me daba cosa llevar a la niña en la mochila, porque va tapada con la tela y muy pegada, con lo que se pasa bastante calor. Pensé en comprar la bandolera porque es más fresca (la tela es de algodón y lino), pero al final no la hemos usado mucho. Al principio porque es un poco más complicada de ajustar que la mochila y la niña no iba cómoda del todo. Y ahora ya porque pesa demasiado para llevar todo el peso en un solo hombro.
Cosas que me han sorprendido.
Son cosas que en un principio yo pensaba que iban a ser un fail en toda regla, pero hemos acabado usando mucho.
Baberos. Los dos primeros meses me sorprendió que todo el mundo nos regalase baberos: la niña no babeaba, nunca ha sido de regurgitar nada de leche, y no comía otra cosa que no fuera teta, con lo que no se podía manchar. Luego empezó a babear sobre los tres meses y lo entendí perfectamente. De hecho hemos tenido que comprar un montón de baberos, además de los regalados, porque usa dos o tres al día, que acaban como para escurrir de babas... Los baberos con mangas, cuando haces Baby Led-Weaning, también vienen de perlas para no tener que cambiar de ropa a la peque de arriba a abajo y meterla en la bañera.
Mantas, arrullos y muselinas. Tampoco entendía muy bien la fiebre por regalar mantitas y arrullos antes de nacer la niña... Las muselinas me ha sorprendido lo mucho que las hemos usado: para limpiar babas, para no sudar como un pollo cuando hemos porteado en verano, como arrullo en verano, para quitar el sol cuando iba en el capazo, para mí cuando rebosaba de leche... Las mantas y arrullos también vienen muy bien tener varias, porque solemos tener una en el salón, otra para la cuna y otra en el carro.
La hamaca. Esto fue un préstamo y, sinceramente, pensaba que ni lo íbamos a sacar de la caja, pero la realidad me dio un guantazo en las narices. Pensaba que la hamaca era otro invento infernal en el que mi hija no consentiría pasar ni un segundo, pero cuando me quedé sola en casa con ella, había momentos que necesitaba dejar a la niña en algún sitio durante unos minutos, para ir al baño, hacerme algo de comer o pegarme una ducha rápida. Y sorprendentemente, donde más tranquila aguantaba no era ni en la cuna ni en el capazo, sino en la hamaca. La que hemos usado ha sido el modelo Practic de Bebedue, y nos ha cundido desde que la niña tenía un mes hasta los siete, que ya solo quiere estar sentada en el suelo.
El carro. Los primeros seis meses, ha sido raro el paseo que la niña aguantaba más de diez minutos en el carro, tanto en el capazo, como en la silla. Yo pensaba que nunca le llegaría a gustar, pero a partir de los seis meses lo hemos empezado a rentar más porque parece que lo tolera más. Aunque nos lo regaló la madre de Dani, buscábamos un carro que nos sirviera todo el tiempo que la niña lo necesite (hasta los tres años, por lo menos), y que no fuera muy caro. Compramos el Urban de Chicco por varias razones: nos gustaba el diseño, las ruedas son grandes, es muy fácil de manejar y tiene el manillar corrido (con lo que se puede llevar con una sola mano), la silla y el capazo son la misma pieza (menos trastos que guardar) y de precio está bastante bien. De momento estamos contentos con la compra. Ahora hay que ver cuánto nos dura.
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