Historia de un año.
Este post me ha creado algún que otro quebradero de cabeza. Sobre todo por el qué dirán. Sé que gente de mi entorno lo va a leer, y cuando lo pienso me pregunto si no será demasiado íntimo para publicarlo en un blog. Tras meditarlo detenidamente he llegado a la conclusión de que no me importa quien lo lea y no me importa lo que piense. Es lo que pienso y siento. Es lo que me hace feliz. Y es lo que diría a cualquiera que me preguntase.
Por estas razones (y más) me voy a permitir ponerme ñoña-nostálgica y escribir este post sin tener en cuenta a nadie más que a él. Y a mí. Y a todos esos recuerdos de un año. Enterito.
Ains.
Recuerdo la primera vez que supe de tu existencia -y yo sin saber que aquello me iba a cambiar la vida-. Me mandaste un mail y decías que te gustaba mi blog. Me puse a leer el tuyo y fue la primera vez que me hiciste reír, con aquello de la Sabiduría Popular. Recuerdo aquellas tandas de correos, de nueve o diez seguidos, que parecía un chat pero con varias horas de retraso, y la complicidad que surgió entre nosotros rápidamente (¿o lo decías sólo para ligarme? :P). Recuerdo hacer planes para quedar y conocernos en persona, aunque nunca me planteé quedar contigo a solas (nunca se sabe, con tanto psicópata por ahí suelto). Recuerdo una foto en sepia y pensar Mmm... qué ojazos. No está nada mal.
Recuerdo la primera vez que escuché tu voz. También fue la primera vez que hablamos por teléfono. Recuerdo que tu voz me gustó, y eso ya era un punto a tu favor muy importante. Yo estaba en la cocina y no podía parar de moverme de un lado para otro. Tú bromeabas con que tenía que quedar contigo porque Joaquín y Ernesto tenían la agenda a tope.
Recuerdo la primera vez que nos vimos en persona. Era el día del Orgullo Gay y yo había estado en la piscina todo el día. Luego quedé con Majo y Vane y vimos el desfile, y a Hugo Silva en una carroza. Recuerdo lo hiper-mega-histérica que estaba por conocerte (me pongo nerviosa al acordarme ^-^), y que te llamé y quedamos en el Angie. Esa noche la recuerdo como una de las más divertidas de mi vida, aunque estuviera muy cortada y Vane se empeñara en hablar con Antonio para dejarnos solos... XD
Recuerdo unas pintas de sidra, ya a solas, el one versus one. Y que llevabas la camiseta blanca con rayas en los hombros, y yo un buen escotazo, que casi me daba vergüenza y todo. Ese día hicimos manitas, pero yo me quedé con las ganas de un beso y con un poco de incertidumbre, sin saber seguro si te gustaba o no. Recuerdo el sábado siguiente. Fue la primera vez que te besé, o me besaste, o hiciste un amago y yo me lancé en plancha. Y que comentaste algo como Así que te gusto... Y yo pensé ¿Pero no estaba suficientemente claro?
Después tengo imágenes de un par de meses como en un torbellino: tardes de verano abrasadoras en el centro, mensajes por las mañanas que alegraban el día, cervezas en el Beer Station, magreíllo del bueno en la plaza de Oriente, aprender la diferencia y compatibilidad entre la ñoñería y la salidez... Recuerdo un intento de conversación seria, en la que decidimos que estar conociéndonos era una buena situación. No nos ha salido tan mal, al fin y al cabo.
Recuerdo el primer fin de semana en mi pueblo. Uff... ¡ayomáquerico! XD
Recuerdo una noche de viernes o sábado en el As, varios meses después. Me acuerdo exactamente de tus palabras y que me quedé con la boca abierta, boqueando como un pez, sin saber qué decirte. Yo lo sabía, tú lo sabías, pero me costó algo de tiempo reconocerlo :P
Podría estarme así, recordando, indefinidamente: un viaje a Coruña, el lugar oscuro de Alcorcón (o Leganés ya), irme a tu cama a darte el coñazo por la mañana, conversaciones, monólogos, explicaciones, ahogos de madrugada, miradas, chistes malos, mimos, arrumacos, películas con palomitas gigantes, caricias, siestas, cervezas, cosquillas en la espalda, besos, risas... Sobre todo risas.
Y ninguna discusión. Ningún mal gesto, ni malas contestaciones, ni desconfianzas, ni riñas por tonterías. Algún mosqueíllo sí, claro (¿Uno o dos?). Todavía me extraña que te extrañe.
Las personas tendemos a quedarnos con los buenos recuerdos. Es un requisito indispensable para ser feliz. En mi caso me resulta muy fácil quedarme con lo bueno, porque han sido muchas cosas. Aunque lo mejor de todo es pensar en el futuro y que tenga la misma buena pinta que mis recuerdos. O mejor.
Ya está. O como dicen nuestros mayores: lo hecho, bien hecho está.
Por estas razones (y más) me voy a permitir ponerme ñoña-nostálgica y escribir este post sin tener en cuenta a nadie más que a él. Y a mí. Y a todos esos recuerdos de un año. Enterito.
Ains.
Recuerdo la primera vez que supe de tu existencia -y yo sin saber que aquello me iba a cambiar la vida-. Me mandaste un mail y decías que te gustaba mi blog. Me puse a leer el tuyo y fue la primera vez que me hiciste reír, con aquello de la Sabiduría Popular. Recuerdo aquellas tandas de correos, de nueve o diez seguidos, que parecía un chat pero con varias horas de retraso, y la complicidad que surgió entre nosotros rápidamente (¿o lo decías sólo para ligarme? :P). Recuerdo hacer planes para quedar y conocernos en persona, aunque nunca me planteé quedar contigo a solas (nunca se sabe, con tanto psicópata por ahí suelto). Recuerdo una foto en sepia y pensar Mmm... qué ojazos. No está nada mal.
Recuerdo la primera vez que escuché tu voz. También fue la primera vez que hablamos por teléfono. Recuerdo que tu voz me gustó, y eso ya era un punto a tu favor muy importante. Yo estaba en la cocina y no podía parar de moverme de un lado para otro. Tú bromeabas con que tenía que quedar contigo porque Joaquín y Ernesto tenían la agenda a tope.
Recuerdo la primera vez que nos vimos en persona. Era el día del Orgullo Gay y yo había estado en la piscina todo el día. Luego quedé con Majo y Vane y vimos el desfile, y a Hugo Silva en una carroza. Recuerdo lo hiper-mega-histérica que estaba por conocerte (me pongo nerviosa al acordarme ^-^), y que te llamé y quedamos en el Angie. Esa noche la recuerdo como una de las más divertidas de mi vida, aunque estuviera muy cortada y Vane se empeñara en hablar con Antonio para dejarnos solos... XD
Recuerdo unas pintas de sidra, ya a solas, el one versus one. Y que llevabas la camiseta blanca con rayas en los hombros, y yo un buen escotazo, que casi me daba vergüenza y todo. Ese día hicimos manitas, pero yo me quedé con las ganas de un beso y con un poco de incertidumbre, sin saber seguro si te gustaba o no. Recuerdo el sábado siguiente. Fue la primera vez que te besé, o me besaste, o hiciste un amago y yo me lancé en plancha. Y que comentaste algo como Así que te gusto... Y yo pensé ¿Pero no estaba suficientemente claro?
Después tengo imágenes de un par de meses como en un torbellino: tardes de verano abrasadoras en el centro, mensajes por las mañanas que alegraban el día, cervezas en el Beer Station, magreíllo del bueno en la plaza de Oriente, aprender la diferencia y compatibilidad entre la ñoñería y la salidez... Recuerdo un intento de conversación seria, en la que decidimos que estar conociéndonos era una buena situación. No nos ha salido tan mal, al fin y al cabo.
Recuerdo el primer fin de semana en mi pueblo. Uff... ¡ayomáquerico! XD
Recuerdo una noche de viernes o sábado en el As, varios meses después. Me acuerdo exactamente de tus palabras y que me quedé con la boca abierta, boqueando como un pez, sin saber qué decirte. Yo lo sabía, tú lo sabías, pero me costó algo de tiempo reconocerlo :P
Podría estarme así, recordando, indefinidamente: un viaje a Coruña, el lugar oscuro de Alcorcón (o Leganés ya), irme a tu cama a darte el coñazo por la mañana, conversaciones, monólogos, explicaciones, ahogos de madrugada, miradas, chistes malos, mimos, arrumacos, películas con palomitas gigantes, caricias, siestas, cervezas, cosquillas en la espalda, besos, risas... Sobre todo risas.
Y ninguna discusión. Ningún mal gesto, ni malas contestaciones, ni desconfianzas, ni riñas por tonterías. Algún mosqueíllo sí, claro (¿Uno o dos?). Todavía me extraña que te extrañe.
Las personas tendemos a quedarnos con los buenos recuerdos. Es un requisito indispensable para ser feliz. En mi caso me resulta muy fácil quedarme con lo bueno, porque han sido muchas cosas. Aunque lo mejor de todo es pensar en el futuro y que tenga la misma buena pinta que mis recuerdos. O mejor.
Ya está. O como dicen nuestros mayores: lo hecho, bien hecho está.
5 comentarios:
Felicidades guapa.
A ver cuándo te vienes para Barna y te doy un abracín
¡Muchas gracias!
Parece una tontería, pero tu comentario significa mucho para mi :)
Qué envidia me dais :)
Hey, el Angie es el único bar de Madrid donde me han puesto alguna vez a Bruce! Pidiéndola yo, eso sí ^^
Mira es q me alegro mucho por vosotros dos.
Dani siempre va a ser alguien a quien quiero muchisimo, aunque ahora es como mi hermanito pequeño (eso te convierte en mi cuñada? jur) y, mira, cosas de esas absurdas, q tu también te haces querer.
Pues eso cielo, vente para barna q te achuche un poco!
Y, de paso, le ponemos verde :P
Besicos!
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