lunes, 28 de abril de 2014

Cosas varias y rápidas antes del megapuente.

Hace unos meses, creo que fue en Navidades, vino una de mis mejores amigas a Madrid desde Dublin, que es donde vive desde hace unos años. Todos los años intento ir a visitarla, aunque sea un fin de semana, porque cuando ella viene tiene que ver a un montón de gente entre familia y amigos, y a veces es complicado coincidir. Así que, cuando nos vimos en Navidades, hablamos de cogernos unos días e ir algo más de un fin de semana, y ella me comentó que el primer lunes de Mayo allí es fiesta nacional. Viendo cómo caía el puente de Mayo aquí, no lo pensamos mucho y decidimos coger un par de días más para poder estar con ella.

Así que nos vamos a Dublin el viernes y allí nos quedaremos hasta el martes. Bueno, allí en Dublin no, que nos vamos a conocer Irlanda del Norte. Nuestra intención es ir a ver Belfast y la Calzada del Gigante. Y a tomarnos unas cuantas cervezas. Y a ver las libras, que todavía no las conozco. Y a comer un poco de fish and chips. Y a hacer muchas fotos para escribir una entrada chula a la vuelta :)

Dejamos a los conejines a cargo del tío Alex, que muy amablemente accedió a nuestras súplicas, y se viene a trabajar en casa para estar con ellos todo el día. Lo malo de ser tu propio jefe, que encima de no tener puente, te pueden liar para cosas así. A la vuelta habrá que invitarle un día a cenar sushi, que bien se lo merece.

Y que por otro lado, aunque me hace una ilusión tremenda ir a Irlanda, me da un poco por culo que vaya a llover y a hacer frío, que la previsión está dando trece grados de máximas. Cuando aquí hoy ya me he quitado los calcetines. Y desde hace unos días han vuelto las golondrinas, como si fueran un anticipo del veranito. ¡Que ya no queda ná, copón! En fin, tendré que resignarme a volver a las botas y el abrigo durante unos días, que la escapada bien lo merece.

Pues nada, que a la vuelta seguiré intentando dar un poco de envidia ;)

¡Feliz puente!

*Foto de Hofi0006.

viernes, 25 de abril de 2014

Soy motera... ¿de primera o de segunda?



Llevo unos días pensando en unos post que he visto por ahí, y me he decidido a hacer una reflexión aquí, en este, mi blog (traducción: en el que digo lo que me sale de los ovarios que para eso es mío y me lo frunjo cuando quiero).

Me da un poco de rabia cuando alguien que se acaba de sacar el carnet de moto y acaba de descubrir este maravilloso mundo se permite juzgar a los demás por la cantidad de kilómetros que hacen, por el tipo de moto que llevan o por la resistencia/ganas de aguantar la lluvia y el frío.

Esto no funciona así, machote.

Llevo montando en moto desde los tres años, aproximadamente, cual Pedrosilla o Lorenzilla de la vida. Eso sí, hasta que me saqué el carnet de moto lo hacía de paquete con mi padre o mis tíos principalmente. Mi primer correpasillos fue una moto. A los trece mi padre me llevaba a aprender a conducir el ciclomotor que teníamos, para que en cuanto tuviera catorce me sacara la licencia. Por desgracia nos lo robaron y me quedé sin moto. Después me saqué el carnet de moto, el A directamente, y me regalaron mi primera moto cuando terminé la carrera. Unos años más tarde me compré yo mi primera moto, mi motico bonita. Y desde hace un par de años me estoy planteando si me merece la pena cambiarme a una más grande (Bonneville, algún día serás mía...), pero todavía no he llegado a ninguna conclusión, sobre todo porque llevo una temporada que no le hago mucho caso a la moto, con más pereza para cogerla. He ido a una carrera del mundial, hace un par de años. A mi alrededor siempre ha habido motos de mi familia, mi padre, mis tíos, primos, novietes. En mi casa siempre se han visto las motos, pero el mundial principalmente, a las superbikes no les damos mucho.

Con todo esto, no me considero mejor ni peor que otras personas que les gustan las motos. No me considero menos que el que tiene una deportiva y se va a hacer curvas todos los fines de semana, llueva, nieve o truene. No me considero menos que el que se ve absolutamente todas las carreras cuando yo me niego a levantarme a las seis de la mañana un domingo, por mucho que haya hecho la pole mi Pedrosa, para eso las echan en diferido. Tampoco me considero más que ese que se acaba de sacar el carnet y está emocionadísimo con su moto nueva y la quiere exprimir al máximo. Ni me considero más que el que no tiene moto, por las circunstancias que sean, pero le gusta ver las carreras o disfrutar del mundillo de alguna manera.

Mi reflexión es: nos gustan las motos. Guay. Cada uno las disfruta a su manera, no juzgues a los demás, disfrútala con respeto (sí, también hacia los pobres conductores de utilitarios) y mucha precaución. A día de hoy puedes estar haciendo 500 kilómetros cada semana, pero si por circunstancias dentro de un tiempo tus responsabilidades, tu dinero, tu salud o tus ganas no te dejan hacerlo, ¿qué pasa? ¿Serás menos motero? Yo creo que no, pero por los baremos de algunos no lo tengo tan claro. Ser motero se lleva dentro, y sólo significa que de alguna manera disfrutas de las dos ruedas, ya sea con la sensación de libertad que te da conducirlas (o que te lleven), o con la adrenalina de verlas en acción.

Y ya. Pataleta accomplished :P

Uves pa' tós.

jueves, 24 de abril de 2014

Viaje a Tokio (VI): El Palacio Imperial, Ginza y Shibuya.

Sigo contando nuestro viaje a Tokio:

El miércoles nos levantamos un poco más tarde, ya no tenemos tanto jet lag ni tampoco prisa por ir a ningún sitio hoy. Vamos a desayunar a un Starbucks que hemos localizado cerca del hotel. Es la primera vez que voy a un Starbucks desde el viaje de novios en EE.UU. Desayunamos unos lattes y unas muffins o café con leche y magdalenas, como se prefiera. Con el estómago lleno cogemos de nuevo el metro y vamos hasta Tokyo Station. Por fin, después de tres días pasando por allí, salimos de la estación y la vemos por fuera. Subimos a la séptima planta del edificio Marunouchi Bldg, que es gratuito y público. Damos una vuelta por la terraza y hacemos fotos a las vistas de la estación y de los jardines del palacio imperial.

La estación desde el edificio Marunouchi.

Vista de los jardines del palacio imperial.

Los jardines del palacio imperial.

Salimos del edificio y vamos dando un paseo hasta el palacio, que también se llama castillo Chiyoda. Vemos los jardines y el famoso Nijubashi, que es el puente de acceso al palacio. Del palacio sólo se puede ver esto y los jardines del Este, el resto no está abierto al público. Decidimos dejar los jardines para después, porque están en la otra punta del recinto y vamos paseando hacia Ginza.

El foso que rodea el palacio.

El Nijubashi.
Por el camino vemos la estatua de un samurai y mientras hacemos fotos un oriundo se acerca a hablar con Andrea. Nos pregunta si es nuestra primera vez en Japón y si nos gusta, y se le ve realmente orgulloso cuando le decimos que nos encanta el país. Nos pide hacernos una foto. Nosotros pensábamos que quería hacerse una foto con nosotros, pero no, quiere una foto de nosotros. Flipamos un poco, pero nos la hace XD

El samurai del gag cómico.
Andamos hasta el cruce de Ginza. Ginza es la zona más cara de Tokio, y significa "lugar de la plata", nunca mejor dicho. Entramos a ver el edificio de Sony, pero no compramos nada. Seguimos el paseo viendo el edificio de Saiko y el teatro Kabuki. Entramos también en el templo Tsujiki-Honganji porque pasamos por la puerta y nos invitan muy amablemente a pasar. Es un templo budista, con unos cochazos aparcados dentro que flipas en colores. Dentro no es muy bonito, tiene asientos como si fuera un cine antiguo, y cuando entramos parecía que estaban en plena ceremonia, así que fue curioso poder verlo en directo y sin estar demasiado incómodos porque había bastantes turistas. Al salir del templo damos una vuelta por Tsujiki, que es la zona de mercado cercana a la lonja. Muchos de los puestos ya estaban cerrando porque era casi mediodía ya, pero aún así es muy curioso ver los puestos de pescado y encurtidos, sobre todo.

Vista de Ginza

El cruce de Ginza

El teatro Kabuki.

Paseando por Tsujiki.
Se nos ha antojado comer en un Mos Burger, que es una cadena de hamburgueserías japonesa, pero no tan cutre como los fast food, y he leído en los foros que están bastante buenas. Así que cogemos el metro y vamos a uno que está cerca de la estación de Iidabashi. Nos cuesta un poco encontrarlo, pero la zona está muy bien y hay muchísimos restaurantes, así que no nos agobiamos porque podemos comer en cualquier sitio. Al final aparece el Mos Burger y comemos nuestras haburguesas, que no decepcionan. Los tres menús cuestan menos de 2000 yenes. Como por la mañana hemos dejado sin ver los Jardines del Este, nos acercamos andando hasta allí, pero resulta que cierran pronto y cuando llegamos ya no podemos entrar. Decidimos hacer una pequeña improvisación y acercarnos a ver Shibuya, con sus luces, porque ya está anocheciendo.

Cuando salimos en Shibuya del metro, vemos a Hachiko y le hacemos unas cuantas fotos. Hay tanta gente que es complicado sacarle entero, y eso que es miércoles. Vemos y cruzamos el famoso cruce y subimos al Starbucks a hacer unas cuantas fotos. El Starbucks está en frente de la estación de metro y se puede subir al piso de arriba y asomarse por los ventanales a disfrutar del espectáculo. Ese día estaba muy petado y nos costó hacernos un hueco, pero lo conseguimos. Después damos una vuelta por la zona. Entramos en un Bershka y en un Zara, yo voy buscando un gorro de lana porque hace bastante frío, pero no encuentro nada y además esas tiendas son más caras que en casa. Al final optamos por tomar una cerveza en un garito. Es curioso porque sólo hay grupos de japoneses, bastante jóvenes y están separados, los chicos por un lado y las chicas por otro. Las cervezas nos salen por 2000 yenes del ala, más de lo que nos ha costado la comida...

La estatua de Hachiko


El cruce en acción.

El cruce de Shibuya.

Las luces de Shibuya.

Volvemos a la zona del hotel para cenar y entramos en una barbacoa coreana (hoy Dani está saciando sus antojos carnívoros). La carta está toda en japo, pero por suerte tiene fotos, así que pedimos varios platos de carne y un poco de arroz para cada uno.

Nuestra cena.

Incendiando el restaurante...
Después de casi incendiar el restaurante y comernos nuestra cena, nos damos una vuelta por la zona, que todavía no la conocemos. Está llena de restaurantes y pachinkos y hay bastante animación. Después del paseo volvemos al hotel y nos acostamos ya a una hora más razonable. Parece que el jet lag me ha durado sólo tres días esta vez.

Para ver las otras entradas sobre el viaje:

Preparativos y presupuesto.
Viaje y llegada a Tokio.
Parque Yoyogi, templo Meiji-Jingu y Harajuku.
Nikko.
Excursión al Monte Fuji.
El palacio imperial, Ginza y Shibuya.
Shinjuku, Tokyo Government Building, Tokyo Tower y Roppongi.
Akihabara y Museo Edo-Tokyo.
Asakusa, Ueno y Shibuya.
Vuelta, resúmen y consejos.

lunes, 21 de abril de 2014

Soy una cocinillas... Hoy, apfelstrudel.

Hoy es un día muy triste. Entre la vuelta al curro y el mal tiempo que hace, después de haber estado tomando el sol toda la semana pasada, estoy un poco depre (como la gran mayoría de los que trabajamos, me imagino). Así que nada mejor que un postre rico para endulzar este lunes.

Esta receta la saqué de Directo al Paladar. No es muy complicada, sobre todo porque la hice con hojaldre comprado, y queda muy buena. En la receta original venía el doble de cantidad, pero me parecía mucho y la hice con la mitad de las cantidades. Con esta receta he vuelto a la repostería, que me encanta, aunque sea mala idea retomarla justo ahora, en plena operación bikini.



Ingredientes:
Para la masa:
  • Un tercio de una lámina de hojaldre.
  • Un poco de harina.
  • Un huevo.
Para el relleno:
  • Una manzana.
  • Dos o tres cucharadas de azúcar.
  • Una cucharada de canela.
  • 10-15 pasas.
  • 3-4 nueces.
  • Dos cucharadas de pan rallado.
  • 25 gramos de mantequilla.
  • Un chupito de ron.

Preparación:
El chupito no es para entonarse. Precalentamos el horno a 180 grados. Se ponen a hidratar las pasas con el chupito de ron. En una sartén o cazo se derrite la mantequilla y se mezcla con el pan rallado hasta que quede como una arena dorada. Por otro lado se pela la manzana y se parte en trozos. En un bol se mezcla la manzana con el azúcar y la canela (se puede poner un poco más de azúcar si sois muy golosos o usáis una manzana muy ácida). Después añadimos a la manzana las pasas con el ron y la mitad de la mezcla de mantequilla y pan rallado. Se mezcla todo bien y se deja un rato macerando.



Por otro lado se enharina un poco la encimera para estirar el hojaldre. Hay que estirarlo con un rodillo hasta que quede bien fino, pero que no se rompa cuando hagamos el rollo para envolver el relleno. Se puede usar también pasta filo, que no habría que estirar. Yo partí la masa en dos trozos, para hacer dos strudel más pequeños, pero se puede hacer uno solo. Ponemos la masa estirada encima de un trapo limpio para que podamos usarlo para envolver el relleno y sea más fácil. Sobre la masa se reparte lo que queda de la mezcla de mantequilla y pan rallado, y también las nueces en trozos pequeños.



Se pone el relleno en un lateral de la masa, que ocupe menos de la mitad. Se doblan los lados de la masa hacia dentro para que no se salga el relleno al enrollarlo. Se hace un rollo, empezando por el lado que tiene el relleno. Si la masa está muy fina podemos ayudarnos con el trapo que hemos puesto debajo. Se pinta el rollo con huevo batido y se hornea unos 30 minutos, sobre un papel de horno o una lámina de silicona, hasta que esté dorado.





Para ser la primera vez ha quedado bastante decente. Poco dulce hasta para mi, que soy poco golosa, pero yo creo que es porque usé una manzana verde. La próxima vez un poco más de azúcar y listo.

Buen provecho y que sea leve la vuelta a la rutina.

lunes, 14 de abril de 2014

De macguffins no sólo en películas.

Un macguffin, según la wikipedia, "es una expresión acuñada por Alfred Hitchcock y que designa a una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma."

Vamos, como el maletín de Pulp Fiction, que puede contener cualquier cosa, joyas, dinero, droga... nunca se sabe y fuera lo que fuese no afecta a la historia. O la foto en La vida secreta de Walter Mitty, que hubiera dado igual lo que hubiera sido, era una excusa para que avanzase la trama.

Y en las series también pasa. Como la madre de Cómo Conocí a Vuestra Madre, que da igual quién fuera la mujer, o que la serie se hubiera llamado Barney y sus colegas, que nos hubiera dado lo mismo. O como el principio de cada capítulo de Los Simpson, que luego no tiene nada que ver con el resto del capítulo, es una excusa para introducir la trama principal.

Lo más curioso ha sido cuando me he encontrado un macguffin en una canción. Y la canción es Extraño Regalo de Izal:



Abro la puerta de mi ático,
vuelvo del trabajo.
Me pongo cómodo, soy práctico,
fuera los zapatos.
Me ha dejado una nota muy romántica,
Quiere que quedemos otra vez.
Y dentro de una bolsa de plástico,
su extraño regalo.
Si quiso ser original,
lo ha hecho fantástico.
No me parece normal,
llámame clásico.
¿Cómo, cómo, cómo agradecerte este regalo?

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.

De un modo erótico tal vez...

Se lo he contado a los más íntimos
del grupo de amigos.
El asombro ha sido mayúsculo,
me quedo tranquilo.
Al menos sé que no soy el único
que opina que esta chica está fatal.
Todavía no he borrado su número,
no tiene sentido.
Y lo peor es que a pesar
de esta escena tan tétrica,
no me la puedo quitar de la cabeza.
¡Lo voy a hacer!
Digan lo que digan, ¡lo voy a hacer!
Cruzaré la fina línea
¡Lo voy a hacer!
Hacer el favor de no contarlo...
¡Lo voy a hacer!
Voy a correr el riesgo de intentarlo,
y ya, ya, ¡ya tengo preparado mi regalo!

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.

¿Qué será el puñetero regalo? ¿Habrá más canciones con macguffins? Seguro que alguna de LoL, con lo rarunos que son... Pero no pienso escucharlas detenidamente XD

PD: Sí, toda esta entrada para bailotear un rato esta canción que tanto me gusta :P

viernes, 11 de abril de 2014

De viernes y cerramos por vacaciones.

Esta semana se me ha hecho eterna, como todas las que suelen preceder a las vacaciones. También ha sido bastante intensa en el trabajo, después de una temporada de mucha tranquilidad, vuelve la tormenta. En fin, qué se le va a hacer, se ha disfrutado mientras hemos podido y ahora toca volver a un ritmo un poco frenético. Por suerte hoy es mi último día de vacaciones hasta dentro de diez días. Pues sí, me cojo la Semana Santa entera porque necesitaba desconectar. Demasiados meses sin descanso desde enero.

El plan es vaguear y aprovechar para hacer cosas hasta el miércoles que Dani curra, y del jueves al domingo irnos a una casa rural a Ávila con los amigos. Va a estar guay, lo único que seguro que a partir del jueves vuelve a hacer mal tiempo y nuestras ansias de barbacoa al solecito se pueden quedar algo frustradas. A ver si por lo menos no nos llueve mucho y nos podemos dar algún paseíto por el campo florido y hermoso.

Hablando de paseos por el campo, el domingo por fin (después de un año o así diciendo que lo íbamos a hacer), estuvimos de senderismo por la sierra de Guadarrama. Muy chulo el día, porque nos hizo muy buen tiempo, mucho solete, pero también estaba nevado y el camino fue muy bonito. Fue un poco paliza las cuatro horas de ruta, pero me gustó un montón. A ver si no tardamos otro año en repetir. Yo volví con la cara renegría, y eso que me puse varias veces crema con factor de protección 50... Ahora estoy rara, parece que voy con maquillaje tipo máscara porque tengo la cara más oscura que los brazos y que el cuello :S

En fin, nada que no se arregle la semana que viene tomando un poco el sol... si el tiempo nos lo permite.

Pues nada, que me despido hasta la vuelta, porque no sé si voy a tener tiempo/ganas para actualizar, aunque tengo una entrada con una receta de apfelstrudel en la recámara, con fotos y tó. Y otra más del viaje a Japón. Si no es en estos días, antes de final de mes espero tenerlas publicadas.

Y ya. Que me voy. ¡¡¡VACACIONESSSS!!! :)

PD: Bueno, y un poco de musicote, que lo tengo abandonado. Últimamente me gusta escuchar a los Foo Fighters en el coche. Voy practicando para le miércoles.

viernes, 4 de abril de 2014

Viaje a Tokio (V): Excursión al monte Fuji.

Qué mejor manera de empezar Abril que lloviendo como si no hubiera un mañana :( que posteando sobre el viaje a Japón. Sobre todo cuando es por petición de mi maridito :P

Cuando estábamos preparando el viaje, Dani comentó que quería ir a hacer una visita al monte Fuji. En un principio nos planteamos hacerlo por nuestra cuenta, pero después de visitar muchas páginas en busca de información, me parecía un poco complicado (que no imposible). Después descubrí una excursión con un guía en castellano en la página rutafujitours.tk y nos pareció más cómodo, aunque fuera un poco más caro que hacerlo por nuestra cuenta. Lo reservamos antes de ir para el martes día 12 de Noviembre.

Así que el martes nos levantamos prontito en Tokio porque habíamos quedado con Augusto, nuestro guía, en la estación de Shin-Fuji. Salimos a las siete del hotel, y vamos en metro hasta Tokyo Station, una vez más. Desayunamos un poco en la sala de espera y cogemos a las ocho el shinkansen de Tokaido. Al salir de la estación en Shin-Fuji nos enteramos que el JR pass del área de Kanto no vale para el shinkansen de Tokaido. Mala suerte o un poco de torpeza por mi parte porque no me dí cuenta que lo ponía en las condiciones del JR pass... Al final el tuvimos suerte y el revisor no nos hizo pagar el billete. Nos debió de ver caras de demonios gaijin confusos. En fin.

A las nueve está Augusto esperándonos con otra pareja con los que haremos la excursión. El día allí está nublado y hace bastante frío. Nos lleva nuestro guía en un coche de siete plazas. Primero vamos al santuario Fujinomiya Sengen Taisha y los manantiales Wakutama. En el templo compramos una tablilla con el Fuji de fondo y en los manantiales bebemos agua purificada por el Fuji. Augusto nos explica que el agua de esos manantiales ha pasado siete años filtrándose a través de las rocas del monte y por eso son tan puras y transparentes.

En el templo.

Compramos un Ema de éstos como recuerdo.

Omikujis.

Dani purificándose con las aguas del Fuji.

El estanque parece un espejo.

El puente sobre el estanque.

Después de unas cuantas fotos y explicaciones, seguimos hasta las cataratas de Shiraito y Otodome. Durante los trayectos Augusto nos va contando cosas de la cultura japonesa, ya que lleva muchos años viviendo allí. También, cerca de las cataratas nos lleva a ver unos cuantos comercios donde venden productos típicos.



Después vamos a dar un paseo por el bosque de los suicidas. Nos cuenta antes de entrar lo que significan las cintas rojas que vemos atadas de vez en cuando a los árboles: como en el bosque es muy fácil perderse, la gente que no está segura de si suicidarse, ata cintas para poder volver si así lo decide. También nos cuenta que el ejército entra una vez al año a recuperar los cuerpos de los suicidas, y que en ocasiones los excursionistas que van por la zona se han encontrado un cuerpo. Después de eso, yo que soy una cagona que se sugestiona por menos de nada, ya voy acongojada y paso un mal rato en el dichoso bosque, que por otro lado es bastante bonito. Es curioso porque el bosque se formó después de una erupción y el suelo es todo como piedra pómez. Además está cubierto por una capa de hojas secas. Si no fuera por los suicidas sería muy bucólico. Al final del tramo que hicimos había un cartel ofreciendo ayuda a los posibles suicidas, parecido al que vimos en el Golden Gate.





Después de dar el paseo y de que nos nieve (!) unos pocos copos, nos vamos a la cueva de hielo. Nos cuenta nuestro guía que cada mes Enero la llenan con hielo y permanece con el hielo todo el año, incluso en verano.

La entrada a la cueva de hielo.

El hielo que en Noviembre todavía queda, desde Enero.

Como ya es mediodía, nos llevan a comer a un Kappa Sushi, ya que la comida está incluida en la excursión. Comemos sushi muy rico y es curioso el sitio porque la comida viene hasta la mesa en un shinkansen en miniatura. Dani, a pesar de ser tan especialito, come nigiris de hamburguesa y tempura de calamar.

Pantalla donde se hacen los pedidos, que llegan en el minishinkansen.

Nigiri de hamburguesa (o algo) para Dani.

Con la panza llena, vamos a ver uno de los lagos, de los cinco que le dan nombre a la zona, el Kawaguchi. Se empieza a intuir el Fuji, pero nos esperaban mejores vistas más adelante, a pesar de que casi habíamos perdido la esperanza de verlo en su totalidad. Augusto nos explicaba que el clima cambia muy rápido en esa zona, pero nos costaba creer que se fuera a despejar la cosa, con lo nublado que estaba.

El lago kawaguchi, con sus típicos pedales de patos.

Se empezaba a intuir el espectáculo.

El paseo por la orilla también era bonito.
Desde allí vamos a la aldea tradicional, que es una aldea que fue reconstruida tras un corrimiento de tierra, y ahora es un museo al aire libre y enseña cómo se vivía en la zona. Nosotros no nos atrevemos, pero la pareja con la que vamos se visten con trajes de samurai y con kimono. Nos invitan también a un té de cebada calentito, que no está muy bueno, pero viene bien con el frío que hace. Por fin se empiezan a levantar las nubes y podemos ver el Fuji, y ahí empieza el festival de fotos al monte. Es tan impresionante que parece casi de mentira y me recuerda a la sensación que tuve cuando vi el Gran Cañón.





Terminamos el recorrido visitando otros tres de los cinco lagos, haciendo docenas de fotos hasta que se nos va la luz y se nos hace de noche.

Desde el lago Shoji.

Desde el lago Sai.
Nuestro guía nos enseñó que la vista desde ese lago es la que se puede ver en los billetes de mil yenes: el billete y el detalle de la foto.




Y al final le tuvimos que decir adiós al Fuji, con bastante pena, eso sí.


Augusto nos lleva de vuelta a la estación de Shin-Fuji y desde allí cogemos el shinkansen de vuelta a Tokio. Nos vamos con muy buenos recuerdos y con la sensación de haber aprovechado muchísimo el día, viendo un montón de cosas que por nuestra cuenta no habríamos podido ver en un solo día.

Terminamos el día cenando en un restaurante alemán cerca del hotel, con unas salchichas y unas cervezas de por medio. Nos vamos a la cama cansados pero muy satisfechos con el día. Ya se nos ha terminado el JR pass de Kanto, así que los siguientes días los vamos a dedicar a ver Tokio, empezando por el palacio imperial, al día siguiente.

Para ver las otras entradas sobre el viaje:

Preparativos y presupuesto.
Viaje y llegada a Tokio.
Parque Yoyogi, templo Meiji-Jingu y Harajuku.
Nikko.
Excursión al Monte Fuji.
El palacio imperial, Ginza y Shibuya.
Shinjuku, Tokyo Government Building, Tokyo Tower y Roppongi.
Akihabara y Museo Edo-Tokyo.
Asakusa, Ueno y Shibuya.
Vuelta, resúmen y consejos.