Ese día también nos vamos a pegar un buen tute de coche, pero merece la pena. Nos despertamos bastante temprano, gracias a nuestro despertador en forma de bebé preciosa y madrugadora. No tenemos desayuno, pero la habitación tiene un hervidor para hacer café o te y unas galletas, así que lo aprovechamos. Recogemos, hacemos check out, que es sólo dejar la llave porque ya pagamos el día anterior, y cogemos el coche. Sigo conduciendo yo, por tercer día consecutivo. Nuestra primera parada es el viaducto de Glenfinnan, aunque por el camino hacemos un poco de la ruta por la costa de Morar y bajo a hacer alguna foto a las playas de arena completamente blanca. La zona es muy bonita, me hubiera gustado parar un poco más, pero la chiquinina se ha dormido y hay que respetar su siesta mañanera. En total son unas treinta millas y tardamos como una hora, por las paradas y el desvío para ver la costa.
Playa de Morar
Cuando llegamos a Glenfinnan vemos que en el visitor centre hay que pagar, así que aparcamos cincuenta metros más allá que hay un parking gratis, donde empieza el camino para ir hasta los pies del viaducto. Subimos al mirador que hay en el visitor center y hacemos unas fotos. Cuando bajamos vemos un cartelito con el horario del tren que pone que pasa entre las once menos cuarto y las once. Son las diez y media, así que cogemos el camino que sale del parking, que va hasta el viaducto,vamos un poco rápido, pensando que no nos va a dar tiempo a verlo. Cuando llegamos a los pies del viaducto, subimos un poco por el lateral. Hay bastante gente esperando y justo medio minuto después aparece el tren. Mola un montón porque va despacio, hace sonar el pitido y echa un montón de vapor. Como dijo Dani, el maquinista se gusta XD Dani hace un vídeo muy chulo, pero mis fotos no son muy allá, no le hacen justicia. Es una de las experiencias que más me han gustado del viaje, y eso que fue sólo un minuto.
Camino al viaducto.
Monumento de Glenfinnan.
El viaducto.
El tren pasando.
Y el vídeo tan chulo que grabó mi maridito sexy:
Le damos a Sofía un yogur, unas chocolatinas para recargar nosotros energía y seguimos camino hasta el Glen Coe. No paramos en Fort William porque hay muchísima gente y tampoco había nada en la ciudad que nos llamase mucho la atención. Desde el viaducto son más de treinta millas y tardamos otra hora en llegar. Cuando llegamos al visitor center del parque nacional de Glen Coe, lo primero que hacemos es ir a la cafetería, porque es más de la una y tenemos bastante hambre. Comemos unos bocadillos y nos calientan el potito para la peque. Tienen tronas y un rincón con juguetes que le encanta a Sofía, que aprovecha para jugar un rato mientras nosotros nos enganchamos a la wifi gratis. Me pongo a la chiquinina en la mochila y hacemos un trail de una media hora por el valle. Con el meneíto y la tranquilidad que se respira, y la hora que es, la peque se duerme y sigue durmiendo al dejarla en el coche, cuando terminamos el trail.
La chiquinina jugando.
El Glen Coe.
Camino al lago Lomond
Camino al lago Lomond.
Seguimos la ruta hacia el lago Lomond, queremos ver el pueblo de Luss antes de ir a Drymen, que es donde está el Bed and Breakfast. Son 60 millas y tardamos hora y media, más o menos. Cuando llegamos a Luss y un señor que se va nos da su ticket de aparcamiento. Ahí nos damos cuenta de que, aunque es lunes, es bank holiday y por eso hay tanta gente en todas partes y tanto tráfico por la zona. Damos un paseo hasta el lago,viendo el pueblo que es bastante bonito, y nos sentamos a la orilla a darle la merienda a la peque. Hay mucha gente, muchos patos y la chiquinina disfruta del paseo.
El lago Lomond
El lago Lomond
Iglesia en Luss
Casita en Luss.
Volvemos al coche pensando si tomar algo o no, pero no encontramos ningún sitio que nos convenza, así que decidimos seguir camino. Ponemos la dirección del Bed and Breakfast en el GPS y vamos para allá, son como veinte millas y tardamos una media hora. Nuestro alojamiento es el Dunroamin Bed and Breakfast, nos cuesta 85£. La habitación es la mejor en la que hemos estado, la cama es de 1,80, es muy grande y moderna, con una decoración muy bonita, el baño es ideal. Tiene un jardín con caballos al lado, con un columpio y una cabañita. Vamos al pueblo a cenar, que está a dos millas, porque la casa está un poco en medio de ninguna parte, y los anfitriones nos recomiendan ir al pueblo. Aparcamos y vemos un sitio que parece que está bien y nos dan mesa para media hora más tarde. El pub se llama The Drymen Inn. Mientras hacemos tiempo damos una vuelta por el pueblo para que la chiquinina corretee un poco. Yo ceno unos fingers de pollo, que le doy un poco a Sofía, Dani una hamburguesa de pollo y una patata asada para la peque. Volvemos a la habitación a dormir en esa cama tan estupenda en la que cabemos los tres de sobra. Yo quiero una así para mi casa.
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