Yo, pecadora.
¡Me cagüen la leche! Estaba terminando el post y se me ha flipao el ordenador. Y no lo tenía guardado, of course... Estas son las cosas que me hacen jurar en arameo pensando en el señor Gates. Vuelvo a empezar. (¡¡¡Jodeeer, ostiaaaa, me cagüen la putadeorosssss yaaaa!!!).
Con tanta religiosidad en el ambiente me he puesto un poco trascendental esta Semana Santa. Lo de la Fe es algo que no puedo llegar a comprender. Ya sé que se tiene o no se tiene, pero precisamente porque no se puede racionalizar me resulta muy difícil entender a los Católicos (y demás creyentes). Puedo entender que la gente crea que hay algo más después de la muerte, porque pensar que no hay absolutamente nada da un poco de vértigo. Ésta es una de las razones de mi ridículo miedo a la muerte. Si pudiera creer que me espera el Cielo, la reencarnación en un plácido perezoso o ir con una sábana, gimiendo y distrayendo a Ikers Jimenez por el mundo, sería más llevadero. Pensar que te mueres y ya está, s'acabó, fundido a negro, produce cierto desasosiego. Pero es que no me puedo creer que seamos tan importantes, si sólo somos una mierdecilla en la inmensidad del universo (o del multiverso). Y con estas cosas tampoco se puede confiar demasiado en la jerarquía eclesiástica.
Supongo que la Fe en parte es algo que se aprende desde pequeño, y teniendo en cuenta que mi madre es más atea que ná, pues tampoco era muy lógico que yo fuera de los Legionarios de Cristo (pero bien que me bautizó, la tía). Aunque, bien mirado, también podía haber salido un poco asín, porque mi abuela es más católica que el papa (casi literalmente).
El Viernes Santo estábamos comiendo en un restaurante, ella potaje, claro, y yo un chuletón de esos que hacen historia. No sé si estaba escandalizada o ya está acostumbrada, la mujer. Porque algún disgustillo sí que le he dado. Cuando a mis tiernos ocho añitos dije que pasaba de hacer la comunión casi me deshereda, pero yo era muy joven para meternos en líos legales... y luego se le fue pasando. Yo estaba emperrada en que no me compensaba lo de ir dos años a catequesis y todos los domingos a misa por mucho vestido de princesa que me esperara (con lo cursi que era, esto es decir mucho...). Menos mal que vive a doscientos kilómetros y no se entera de que quiero apostatar, que si no le da un patatús.
Me estoy dando cuenta que soy una descreída, una materialista, una escéptica, una nihilista, una sibarita... Mmmmm... Me gusta.
Diría Carpe Diem, pero lo de no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy no va conmigo...