Celo y esterilización de los conejos enanos.
Bueno, para terminar bien el mes, otra entrada sobre conejines.
El celo y la posible esterilización de un conejo enano me parece uno de los temas, después de la alimentación y cuidados básicos, de los que mejor debemos estar informados los dueños. Los conejos enanos alcanzan la madurez sexual sobre los seis meses en el caso de los machos, y sobre los cuatro meses en el caso de la hembras. Cuando cambian su conducta debido al cambio hormonal, se le llama celo. Pero los conejos no tienen épocas de celo, como los perros o los gatos, su celo es constante una vez que llegan a la madurez sexual.
Durante el celo se pueden dar diversas conductas, dependen mucho del conejo en sí, de su temperamento, lo fuerte que sea el cambio hormonal y su relación con los dueños.
- Pueden volverse “guarretes” como ya he comentado en otras entradas, y dejar de usar su esquinera para empezar a hacer pises y cacas por todas partes. Esto lo hacen para marcar su territorio.
- Les cambia el olor corporal y de la orina y las heces, se vuelve más fuerte y desagradable.
- Pueden empezar a mostrar conductas territoriales, como gruñir o lanzarse a morder cuando sienten que invadimos su territorio (la jaula, por ejemplo).
- Pueden empezar a roer las cosas o a escarbar más a menudo y/o más intensamente.
- Las hembras, al parecer, pueden arrancarse el pelo para construir un nido, si tienen un embarazo psicológico.
- Pueden empezar a dar vueltas alrededor de nosotros y darnos pequeños mordiscos en piernas y brazos. Es su forma de “cortejarnos”.
- También pueden intentar montarnos, sobre todo los pies y las manos, que suele ser lo que tienen más cerca y les resulta más “manejable” de tamaño. Aunque Paul alguna vez ha intentado montarme teniéndole cogido en brazos XD
Ahora cuento nuestra experiencia.
Justo después de ponerle su primera vacuna, a primeros de Marzo, Paul empezó con el celo en todo su esplendor. Nos rondaba, nos daba mordisquitos e intentaba montarnos siempre que tenía ocasión. Estaba frenético, el pobre. Con el paso de las semanas empezó a dejar de usar su esquinera para hacer caca y lo hacía en cualquier sitio. Sobre todo en el sofá y cuando nos despistábamos y se subía a la cama. Después empezó a hacerse pis por ahí. Sólo lo hizo un par de veces, una vez en la cama y otra en el sofá, porque normalmente estamos muy pendientes de él y cuando le veíamos “tomar posición” no le dejábamos terminar la faena. No servía de nada llevarle a su jaula ni tenerle encerrado. Lo último fue cuando se empezó a poner agresivo. Un par de veces me ha mordido a mi, en situaciones en las que estaba muy nervioso, pero me ha pegado un par de buenos mordiscos...
Ante esto, yo ya había leído en internet sobre la esterilización, así que le preguntamos a nuestra vete. Nos dijo que le parecía bien y que era un buen momento, así que de un día para otro, sin poder pensárnoslo mucho, le llevamos a que “le cortaran los coscolos”, como dice Dani. Le llevé un martes por la mañana, que es cuando estaba el especialista en exóticos. Tuve que llevar un potito de iniciación a verduras porque le iban a empezar a dar de comer allí cuando se despertara de la anestesia. A las dos horas, aproximadamente, me llamaron para decirme que todo había salido muy bien, pero que estaba un poco dormidito aún y que se lo quedarían en la clínica hasta primera hora de la tarde.
Como a las cinco fui a buscarle y ya estaba bastante despierto. Le habían puesto un antibiótico y un calmante inyectado, así que no tuvimos que darle nosotros medicación. La vete nos recomendó que le diéramos bastante agua, para expulsar la anestesia y que le diéramos potito si él no quería comer por sí mismo. Esa tarde la recuerdo bastante mala. Polete casi no se movía, se le cerraba un ojito que no lo podía mantener abierto, le tuvimos que dar agua y comida con jeringuilla porque no quería solo ni a tiros. También le tuve que poner un saquito de semillas que tengo, de los que se calientan en el microondas, o tenerle en brazos bastante rato porque estuvo tiritando. Hubo un rato que estaba tan apagadillo que pensé que estaba muy malito. Afortunadamente a última hora empezó a hacer pis y a beber por sí mismo. Le tuvimos que poner un cuenco con agua, porque no llegaba a su bebedero.
Al día siguiente le llevamos a que le vieran la herida y estaba todo bien. Le pincharon más antibiótico y calmante y nos dijo la vete que le diéramos un poco de antiinflamatorio si le veíamos muy dolorido y no quería comer. Nos dio otra cita para el día siguiente porque todavía no había empezado a comer solo. Esa tarde empezó a comer un poco de heno y alguna chuche que sí le apetecía. Se le notaba muy dolorido, andaba con las patitas más abiertas de lo normal, y empezó a querer morderse los puntos. Pero ya estaba más despierto y se movía más.
El jueves le llevamos de nuevo al vete. Ya había empezado a comer y a hacer cacas. Le volvieron a inyectar antibiótico y calmante y nos dieron antibiótico para darle hasta el martes siguiente. El viernes ya volvió a su ser del todo, comiendo normal (como un fiera, después de un par de días sin comer casi), haciendo sus pises y cacas, y correteando normal. Eso sí, un poco más miedoso que de costumbre, lo que no es de extrañar, con la de putadillas que llevaba esa semana.
El martes le revisaron los puntos y estaba todo bien, pero se los dejaron hasta el viernes siguiente, diez días después de la operación. A día de hoy, dos meses después de la operación, se han acabado los pises y las cacas fuera de la esquinera. Está más tranquilo, con sus días porque es un conejín muy movido. Alguna vez ha intentado cubrirnos, pero mucho menos, casi nada en comparación. No ha vuelto a tener ninguna conducta agresiva o territorial. Sigue siendo un conejo muy travieso, todo lo tiene que morder y se tiene que meter en todas partes, pero es su forma de ser, eso no puede cambiar con una operación. Podemos decir que ha vuelto a su ser de antes del celo.