Adaptación a la guardería y primeros viruses.
Ésta que termina, ha sido una semana complicada. El lunes la peque empezó la adaptación en la guardería y, sobre todo para mí, ha sido bastante duro. Ella, como siempre, nos lo pone todo muy fácil (menos el sueño), y esto no iba a ser diferente.
El lunes la dejé y mientras me iba, se quedó con cara de apuro, pero sin llorar. No sabía lo que le esperaba, la pobre. Estuvo tres horas, y yo estuve bastante tranquila en casa, repitiéndome a mí misma que cuando está con otros niños, suele estar bien. Cuando fui a recogerla, la profe me dijo que había estado llorando a ratos, no mucho, pero sí... Vamos, que lo había pasado mal, la pobre. Yo me sentí la peor madre del mundo, lo normal, vamos, y me pasé el resto del día con la niña agarrada a mí como un monete. Lo normal también, vamos. El martes ya sí que se quedó llorando cuando la dejé, y yo me fui hecha polvo. Las tres horas se me pasaron mucho más lentas que el lunes. Pero cuando fui a buscarla, la profe me dijo que sólo había llorado un poco al entrar, el resto del tiempo había estado bien. El miércoles y el jueves fue un poco antes para desayunar en la guarde, y la profe consiguió que se tomara bastante biberón con leche que me había sacado el día anterior. El jueves cuando la fui a buscar me dijo que ya había estado mucho más tranquila, jugando y riéndose, así que el viernes íbamos a probar a que se quedase a comer. Pero el jueves por la noche tuvo fiebre.
Como ha estado mucho tiempo con la infección de orina, el viernes la llevé al pediatra y, por suerte, parece que no es lo mismo. Así que hemos empezado a coger virus de otros niños la primera semana también. El finde lo ha pasado en una fiesta de mocos y legañas verdes, aunque desde ayer ya no tiene fiebre. Y a mí ya me duele la garganta. Yuju, compartir viruses es lo mejor. Ains. Como ya está mejor, mañana vuelve al cole, y esta semana seguiremos aumentando horas, porque la semana siguiente yo ya trabajo y se quedará ocho horas.
En fin, que el lunes yo estaba fatal, pero al final la niña se está adaptando mejor de lo que esperaba. Es una campeona, la chiquinina. A ver cómo llevo yo la reincorporación al trabajo. Seguro que mucho peor que ella. Y a mí no me dejan hacer adaptación, jo.