lunes, 10 de febrero de 2014

De hibernaciones, oasis primaverales y sancortinglés.

Voy p'allá con una entrada remezcla de esas que me molan, que hace mucho que no actualizo.

Hoy es sancortinglés, o San Valentín si prefieren. Ya he hecho varios años mi alegato a favor de quererse mucho todos los días del año, y no caer en la vorágine consumista de este día, pero también tengo que reconocer que a nadie le amarga un dulce. Así que esta noche me toca cena-chachi-guay con mi maridito, en casa, eso sí. No por el dinero, que afortunadamente tenemos curro los dos y de cenar fuera no nos privamos nada. Mis lorzas lo atestiguan. Más bien es porque hoy estará todo petao. Así que un buen plato de pulpo, un buen queso y nuestra paleta ibérica acompañarán a un vinito rico, en nuestra casa calentita, con pijama si hace falta. Estéticamente no es muy romántico, pero a mi me apetece un montón. Y las moñadas ya se las diré al interesado en directo esta noche :P

El finde pasado teníamos plan de salir a comer con unos amigos y sus hijos fuera, pero por circunstancias no se pudo hacer, así que decidimos, tal y como estaba el tiempo, hibernar un poco. Así que, el sábado nos pasamos la mañana yo dándole al portátil y Dani dándole a la Xbox, jugando a los zombies con Víctor online, en el sofá, pijamita aún puesto, y sin mucha intención de hacer nada hasta por la noche, que quedamos con Andrea para ir a cenar al Peggy Sue's y después nos tomamos una en un pub irlandés. Y el domingo más de lo mismo, nos levantamos casi a la hora de comer, haciendo una cura de sueño. Comimos y después de comer vimos el segundo capítulo de la tercera temporada de Sherlock. Por la noche se nos ocurrió la feliz idea de salir a cenar algo por ahí y pasó lo que tenía que pasar. Cuando volvíamos a casa nos cayó tanta agua que llegamos hasta con los paños menores empapados. Y eso que el bar está a diez minutos de casa... Si es que cuando hay que hibernar no se puede salir de juerga.

Y eso, que hace un tiempo muy asqueroso. Empiezo a estar un poco hasta el moño del invierno. Sobre todo porque hace muchos días que no veo el sol. El frío me molesta pero lo llevo, pero el agua me jode un montón. Así no hay manera de hacer la lagartija, oigan. El sol lo vi ayer, que hacía un día de primavera: solete y buena temperatura, y lo que me jodió fue tener que irme a currar. Pero me molan un montón esos días de febrero (que todos los años hay alguno), que si te quedas parada al sol no sabes si es febrero o principios de mayo. Bueno, porque los árboles están pelaos y no huele a primavera, pero si no...

Habrá que darse mucho amor mientras desespero porque llegue la primavera <3

lunes, 3 de febrero de 2014

Viaje a Tokio (III): Domingo. Parque Yoyogi,templo Meiji-Jingu y Harajuku.

Pues, como comentaba en la entrada anterior, sobre el viaje y la llegada a Tokio, el domingo sobre las once de la mañana, sin haber podido hacer check in en el hotel, dejamos el equipaje y salimos a nuestra primera toma de contacto con Tokio.

Empezamos dando un paseo por la calle del hotel, para reconocer el terreno. Hay bastantes restaurantes y muchas tiendas tipo seven eleven. Entramos en una tienda para comer algo, porque desde el desayuno en el avión no hemos comido nada. Andrea y yo compramos un onigiri para cada una y unas bebidas que no sabemos muy bien lo que son. La de Dani resulta ser agua con sabor a limón. La nuestra es té de cebada, pero no lo descubriremos hasta el día siguiente (está bastante malo, por cierto). Después de comer el desayuno tokiota vamos otra vez al metro para ir al parque Yoyogi. Son tres paradas en la línea Chiyoda, de Akasaka a Meiji-Jingumae, 160 yenes por cabeza.

Salimos del metro por la salida 2, hacia la estación de JR de Harajuku, que da al puente Jingu-Bashi, que es donde se suelen poner los rockabillys. Son poco más de las once, así que es pronto para verles. Está nublado pero hace muy buena temperatura, casi nos sobran los abrigos. Damos un paseo por el parque hasta el santuario Meiji. Hay muchísima gente, muchos niños y mujeres vestidos de manera tradicional, y algunas adolescentes vestidas de forma bastante estrafalaria. El paseo por el parque hasta el santuario es muy agradable.

El puente Jingu-Bashi

El torii que hay en la entrada al parque

Barriles de sake como ofrenda al templo.

Madre e hija vestidas de forma tradicional.

El santuario es uno de los más importantes de Tokio. El edificio actual es de los años 50 y fue construido en honor al emperador Meiji. Es sintoísta, dedicado a los espíritus del emperador y la emperatriz. Se terminó de construir en los años 20.

El rito de purificación.

La entrada el templo.

Los Ema que son oraciones y deseos.

El recinto interior del santuario.
Después de ver el santuario y muchas fotos, volvemos dando un paseo por el parque y nos dirigimos a Harajuku. Es la hora de comer y las fuerzas nos empiezan a fallar, así que damos un paseo por Harajuku y Omotesando, pero como no encontramos nada para comer que nos convenza (para mi que estamos un poco empanados y bloqueados), volvemos hacia Akasaka.

Una de las callejuelas de Harajuku.

Harajuku me recuerda a la zona de Fuencarral y Tribunal en Madrid: muchas tiendas modernas de ropa para jóvenes, muchas peluquerías que no sabes si es una peluquería o un pub o una galería de arte, mucho moderneo, mucho adolescente... Curioso para darse un paseo y perderse por sus callejuelas.

Curiosa entrada a un centro comercial.

El bulevar de Omotesando.
Omotesando son los Campos Elíseos de Tokio. Es una calle larga llena de tiendas, restaurantes y centros comerciales.

Con las fuerzas a menos tres, llegamos a Akasaka y vamos al Akasaka Sacas, que es un complejo de varios edificios, uno de ellos de oficinas que en los bajos tiene varios restaurantes. Al final comemos en un restaurante de "comida sana" que tiene poco de Coreano y mucho de franquicia, pero las fuerzas no nos dan para más. El restaurante se llama Bibigo y comemos los tres por unos 5000 yenes. Hacemos check in en el hotel después de comer y por fin me puedo dar la deseada ducha. Descansamos un rato en la habitación, aprovechando el wifi, dormimos una siestita muy corta y salimos a dar otra vuelta por la zona.

La zona de Akasaka, aunque no lo sabíamos lo acabamos descubriendo pronto, está llena de barbacoas coreanas, restaurantes españoles y karaokes. También se nota que es una zona cara, por los cochazos que nos encontramos de vez en cuando. Compramos el desayuno para el día siguiente en el Seven Eleven y a las siete de la tarde nos vamos a la cama porque el cuerpo no aguanta más. Además, al día siguiente nos espera la excursión a Nikko y hay que estar descansados.

Para ver las otras entradas sobre el viaje:

Preparativos y presupuesto.
Viaje y llegada a Tokio.
Parque Yoyogi, templo Meiji-Jingu y Harajuku.
Nikko.
Excursión al Monte Fuji.
El palacio imperial, Ginza y Shibuya.
Shinjuku, Tokyo Government Building, Tokyo Tower y Roppongi.
Akihabara y Museo Edo-Tokyo.
Asakusa, Ueno y Shibuya.
Vuelta, resúmen y consejos.