Ya lo decía el señor Pratchett, toda una maldición esto de los interesting times. Nos ha tocado vivir un año terrible, en el que han muerto muchísimas personas, en el que nuestra vida ha dado un vuelco y hemos perdido libertad, estabilidad y tranquilidad. Nos ha tocado vivir con incertidumbre, con miedo, y sin muchas de las cosas que antes nos hacían felices. Mucha gente ha perdido su trabajo y está viviendo situaciones de mucha precariedad. Porque este año (y esta pandemia) ha puesto de manifiesto, y seguramente agrandado aún más, las desigualdades de nuestra sociedad. También ha puesto de manifiesto el resultado de muchos años de desmantelamiento de nuestra sanidad pública y la falta de recursos de la educación pública. Ha sido un año en que no he podido subirme a ningún avión, ni he podido pisar el extranjero, algo que no hacía hace muchos años. He pasado más tiempo en casa que nunca, obligada, claro, a mí que se me cae el techo de casa a los cinco minutos de estar tumbada en el sofá. Este año nos ha quitado de ver, abrazar, besar y tocar a los que queremos, sobre todo a los amigos, que se echan mucho de menos. Resumiendo mucho, un año de mierda, no tiene otro nombre.
Pero ya sabemos que soy de las que intenta buscar lo bueno de todas las situaciones, y mirando hacia enero el año podía haber sido mucho peor. Sé que es un argumento bastante mierdero, pero a mí me sirve. No he perdido a nadie cercano, mi familia, sobre todo los mayores, están sanos. Y eso es lo más importante de este año: que a pesar del miedo, seguimos estando todos y estamos sanos. En todos estos repasos del año que llevo haciendo, casi siempre le acabo pidiendo al año nuevo salud para mí y los míos. Este año lo pediré con mucha más fuerza porque me he hecho un poco más consciente de que es lo único importante en esta vida. Alguna pérdida sí que hemos tenido, y la que más nos ha dolido fue la de Damara, nuestra conejita, que nos dejó en julio después varios meses de enfermedad. Por otro lado el estar encerrada en casa me ha enseñado que no me muero si no viajo, si no salgo de cañas, si hay que comer en casa todos los días, si tengo que buscarme entretenimientos caseros en lugar de salir a hacer fotos. El confinamiento me ha enseñado que puedo ser feliz sin todas esas cosas que creía que me hacían feliz. Me encanta viajar, me encanta conocer sitios nuevos, me encanta la fotografía, son mis aficiones favoritas, pero lo que realmente me hace feliz es estar con mi familia y pasar tiempo con Dani y la chiquinina.
Y hablando de la chiquinina, este año nos ha enseñado que tenemos una hija que no nos la merecemos. Pasó el confinamiento sin una queja, aunque echando de menos mucho a sus amigos. Ha sido una campeona, adaptándose a todo lo que este año nos ha puesto por delante, asumiendo las nuevas normas mucho mejor que muchos adultos, ha llevado mascarilla desde mayo o junio sin rechistar a pesar de no estar obligada a ello hasta que cumpla seis años. Cuando volvió al cole también se adaptó perfectamente a las nuevas circunstancias y, después de seis meses sin ir, lo ha cogido con muchas ganas. En fin, que mi pequeña ha ayudado mucho a que este año mierder fuera mucho mejor. Como desde marzo yo no trabajaba, he podido pasar con ella todo el tiempo del mundo y eso me ha encantado. El verano también ha sido genial, a pesar de las circunstancias, y disfruté muchísimo de las vacaciones en la playa y del resto del verano en la piscina. No creo que vuelva a pasar otro verano íntegro de mi vida sin trabajar, así que creo que quedará entre mis mejores recuerdos de este año.
Este año también ha mejorado bastante mi relación con Dani, si pienso como estaba en enero/febrero. Parar nos ha servido para hablar de algunas cosas que con la rutina normal cuesta que salgan a flote, así que, como la Pataki, me alegro de haber estado encerrada varios meses en casa con mi marido, que no es Thor pero es mi #mariditosexy y no lo cambiaría por todos los vengadores unidos :P Y laboralmente el año no está terminando mal: a mí me han renovado seis meses más, con lo que voy a tener mi contrato más largo en la pública desde que dejé a mis yonkis, y Dani también ha encontrado un trabajo con mejores condiciones, y esperemos que mejor en general porque estaba bastante quemado con su empresa. Cruzaremos los dedos para que esta estabilidad laboral se prolongue durante todo el años que viene.
Así que, volviendo a resumir mucho, éste ha sido un año muy mierdero, pero me ha enseñado muchas cosas, sobre todo que lo importante no era lo que yo pensaba, que lo importante lo tengo muy cerquita de mí, y espero que siga así durante muchos años más.
Al año que viene sólo le sigo pidiendo salud, para mí y los míos (familiares y allegados :P). Ni más ni menos. No creo que en el año que viene vayamos a recuperar la vieja normalidad mágicamente, seguramente nos quedan muchos meses (si no es todo el año) de seguir más o menos en las mismas, pero por lo menos ya no nos pilla desprevenidos. Y a todo que el que se pase por aquí le deseo lo mismo: mucha salud, que el 2021 sea el año más aburrido de vuestras vidas, el más anodino, el más estable, el que tengáis más certidumbre, el menos interesante. Yo creo que ya hemos tenido suficientes tiempos interesantes para una vida entera.