Mi año viejo.
Que si cuando empieza, es nuevo, será que a estas alturas es ya viejito, el pobre. 2015 ha sido un año memorable, eso está bien claro. Es el año en que mi mundo ha sufrido un terremoto y se ha vuelto del revés, de dentro hacia afuera y de arriba a abajo. Ese terremoto decidimos allá por navidades del año pasado que se llamaría Sofía, y me ha hecho mamá, que es una palabra muy corta para describir todo lo que implica.
Este año también ha sido el año en que Dani se ha convertido en papá, y eso me hace quererle y admirarle aún más. Aunque la paternidad nos ha llevado a veces a lugares incómodos y farragosos, me alegro mucho que al final quisiera compartir esta aventura conmigo, formar una familia y ser mi mayor apoyo y mi mejor compañero.
Este año ha sido un año de buenas noticias. Sabemos que el año que viene seremos tíos otra vez. Y sabemos otra cosa que aún no puedo contar, pero que me hace mucha ilusión. El año 2016 también tiene una pinta estupenda.
El año también ha tenido sus cosas malas. La peor, que mi madre no está en su mejor momento. Esperemos que el año que viene sea un año mejor para ella, porque éste ha sido bastante regular. Aún así, mis padres han hecho todo lo posible por estar conmigo y ayudarme los primeros meses de maternidad, cosa que nunca les podré agradecer lo suficiente, aunque ahora entiendo mejor por qué siempre están ahí. Por suerte, este año no hemos tenido sustos grandes, para variar un poco, aunque mi abuela no termina de remontar, desde que se rompió la cadera en verano.
Ha sido mi año sabático, no he trabajado ni un día, cosa que no creo que se repita hasta que no nos toque el Euromillón, visto que la lotería de Navidad ná de ná. Eso sí, estos últimos meses lo estoy disfrutando como una enana (y con mi enana), aunque el tener la mitad de nuestros ingresos habituales me genera un poco de intranquilidad, todo hay que decirlo. Es una mierda tener tiempo pero no tener dinero para hacer cosas (sobre todo viajar). Y cuando vuelva a tener dinero, me faltará tiempo...
Hablando de viajar, parecía que no iba a hacerlo mucho este año, pero al final hemos estado en Murcia, en Galicia y en Dublín, con vuelo y todo. Es que con lo bien que se adapta a todo la chiquinina, da gusto, hasta nos deja viajar y todo. También hemos ido de boda, se fue Terry Pratchett, he hecho cientos de kilómetros por el pasillo de casa acunando a mi bebé, hemos perdido docenas de horas de sueño, hemos ido al cine con y sin niña, ha sido el año de el Episodio VII, hemos escuchado los pollitos millones de veces (y lo que nos queda), nuestro sobri ha aprendido a andar y se está soltando a hablar un montón, hemos pasado un verano infernal y un otoño veraniego. Ha sido el año que he empezado a entender mucho mejor a mis amigas que son madres (y he comprendido que la ignorancia suele ser muy atrevida).
Y sobre todo ha sido un año de disfrutar de nuestra familia y amigos. Casi todos han entendido bien que ha sido un año de muchos cambios para nosotros y que, aunque hayamos cambiado un poco y no podamos seguir con el mismo ritmo de antes, han hecho el esfuerzo de estar con nosotros, y notamos cómo quieren a la chiquinina. Desde aquí les doy las gracias por apoyarnos y querernos tanto, desde cerca en Alcorcón y desde lejos en otros países.
Y hasta aquí mi repaso de un año que ha sido muy intenso e interesante. A ver si el año que viene es un poco más relajado, que creo que me hace un poco de falta ya. Y propósitos no voy a hacer, porque hacerlos pa ná es tontería :P
Y deseos, los de siempre: salud para los que quiero, que estemos tranquilos y medianamente felices. Y que no me traumatice mucho volver a currar en marzo. Y que la peque no lo pase mal cuando la lleve a la guarde. Y una plaza de la oposición sería ya mucho pedir, ¿no? XD
¡Feliz año nuevo!
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