jueves, 19 de enero de 2017

Cosas que te encuentras en los bolsillos siendo madre (y padre).

Hoy voy a hablar de la maravillosa aventura que es meter la mano en un bolsillo cuando eres madre. ¡Nunca sabes qué te vas a encontrar! Es vivir en la incertidumbre perpetua XD

Son cosas que meto conscientemente en el bolsillo (normalmente del abrigo) porque no tengo manos suficientes o no puedo buscar una papelera en ese momento. Luego se me olvida que lo he guardado ahí y cuando vuelvo a meter la mano en el bolsillo... ¡Sorpresa!

Y como soy un poco cuadriculada y hace mucho que no le doy a las listas (con lo que me gustan), aquí va la mía:

  • Migas. Siempre tengo migas en los bolsillos.
  • Un trozo de galleta o de pico chuperreteado (esto explica lo de las migas).
  • Unas manoplas talla bebé.
  • Una piedra, o un palo, o una hoja seca, o un trozo de piña...
  • Un currusco de pan duro (esto también explica las migas).
  • Unos patucos de Bebé (el muñeco de Sofía).
  • Una pintura o una cera.
  • Una toallita seca (es decir, inservible).
  • Una toallita húmeda (que no sé si es peor).
  • Un kleenex lleno de mocos y/o babas.
  • Una sorpresa del roscón de reyes.
  • Una pinza de la ropa.
  • Una pieza de fruta mordisqueada.
  • Una mini-goma del pelo o una mini-horquilla.
  • Una bolsa de gusanitos o de aspitos, vacía o a medias (más migas).
  • Una pegatina llena de pelusas y pelos por el lado adhesivo.
  • Un trozo de sándwich mordido.

Y hasta aquí la chorrada de hoy.

Probablemente escriba otra entrada con cosas que me encuentro en el bolso. O no :P

domingo, 15 de enero de 2017

Lisboa, muito bem.

He tardado unas semanas, pero es que se me ha echado la navidad encima. Más vale tarde que nunca, así que aquí va un pequeño resumen de nuestro viaje de tres días en Lisboa.

Es alucinante lo poco que conocemos en general Portugal los españoles, con lo cerca que lo tenemos. Yo fui con mis padres de pequeña, pero no recordaba mucho en concreto. Tenía recuerdos de polos de limón que sabían a piña, de playas blancas, de pan con mantequilla antes de comer, de gallos que cambian de color, de rodaballos enormes... Pero ha sido en este viaje, de adulta, cuando me he dado cuenta de que casi no conozco nada de un país que merece mucho la pena. Y más cerca no puede estar, y más cercano (que no es lo mismo) no puede ser.

El viernes teníamos el vuelo a las diez menos diez de la noche. A mediodía el señor Google me avisó que el vuelo de Easyjet iba a salir con una hora de retraso, pero en la página de Aena no ponía nada. Por la tarde terminamos de hacer las maletas y sobre las siete salimos de casa. Fuimos en nuestro coche y lo dejamos en el parking de larga estancia, que nos costó 33€, menos que un taxi y casi igual que el metro ida y vuelta desde Alcorcón, y muchísimo más cómodo. Últimamente lo usamos bastante porque suele ser económico y muy cómodo para ir y volver del aeropuerto con la chiquinina. Cogemos el minibus del parking y a las ocho estamos en la T1. Pasamos el control de seguridad por la zona de niños (sin colas) y vamos a la puerta de embarque. Al rato sí que pone que vamos a embarcar casi una hora más tarde... El señor Google tenía razón, ains. Buscamos un sitio para cenar algo, pero está todo cerrado, así que compramos unos sándwiches y bebidas en la máquina y esperamos pacientemente. Cuando nos toca embarcar lo hacemos de los primeros. El vuelo es muy corto y se pasa rápido y la peque se queda dormida poco antes de aterrizar. La metemos en la mochila y está dormida todo el trayecto hasta el hotel, que está en la parada de metro de Restauradores. El metro nos cuesta 1,40€ más cincuenta céntimos de la tarjeta recargable y tardamos un poco más de media hora en llegar al hotel.

El hotel es el Turim Restauradores, un tres estrellas bastante moderno y con muy buena ubicación. Nos costó 45€ la noche más la tasa de turismo, que es un euro por adulto y noche, en total 188€ las cuatro noches. Tiene dos camas de noventa pegadas y una cuna de viaje con un buen colchón. El baño está bien, renovado y bastante limpio, con ducha. Según llegamos al hotel, tiramos el equipaje, nos ponemos el pijama y a dormir, que son más de las doce, hora de allí.

Vistas del elevador de Gloria desde la habitación.
Al día siguiente como a las nueve estamos arriba. No tenemos desayuno en el hotel, así que nos preparamos y salimos a buscar alguna cafetería. Otra cosa no, pero en Lisboa les debe encantar tomar café con bollos, porque está lleno de sitios así. Está lloviendo bastante, así que nos pertrechamos con los impermeables y el paraguas. En la misma plaza de Restauradores, a 100 metros del hotel desayunamos en un sitio que se llama Taverna Imperial. El camarero muy majo nos pone dos cafés con leche muy ricos, dos zumos de naranja natural y dos croisants, todo por once euros. La peque se pone morada de zumo y croisant, y eso que ha desayunado leche con cereales en la habitación de hotel. Una vez que hemos cogido fuerzas, parece que ha parado un poco de llover, así que vamos paseando y vemos la estación de Rossio, el elevador de Santa Justa, bajamos por la rúa Augusta hasta el arco del triunfo y la plaza del Comercio. Como de costumbre, la chiquinina se echa su siesta mañanera en la mochila.

Desayuno lisboeta completo. 
Elevador de Santa Justa
Rúa Augusta.
Foto de Dani. 
Arco desde la plaza del Comercio. 
Cuando estamos en la plaza, empieza a llover otra vez. Queremos subir a ver el Barrio Alto, pero no queremos andar mucho, así que vamos otra vez hasta la estación de Baixa-Chiado, recargamos las tarjetas con un pase de 24 horas y aprovechamos las escaleras mecánicas que suben hasta Largo Chiado. Vemos el elevador da Bica y nos acercamos al mirador de Santa Catalina. Mientras estamos en el mirador comenzó el diluvio universal. Nos metemos en un bar que estaba a cien metros de allí y llegamos completamente empapados. Nos tomamos una cerveza y una coca cola, y media hora después sigue lloviendo a mares.

Elevador da Bica
Calles del barrio Alto
Vistas desde Santa Catalina. 
Decidimos volver a comer cerca del hotel para poder refugiarnos si no deja de llover. Comemos en O Pinoquio, en la plaza de los Restauradores. Este sitio me lo dijo mi padre, que ya iban mis padres a comer allí cuando visitaban Lisboa hace años. Comimos Dani un solomillo de cerdo al ajillo y la peque y yo un arroz caldoso con bacalao, más bebidas y postre. Después de comer sigue cayendo la del pulpo. Subimos en el elevador de Gracia, que está a veinte metros de nuestro hotel, y vamos al mirador de San Pedro de Alcántara. Intentamos también entrar en la iglesia de San Roque, pero hay algo dentro y no nos dejan entrar. Así que, como estamos empapados de pies a cabeza, no tiene pinta de dejar de llover y está anocheciendo, decidimos volver al hotel a secarnos y descansar.
Arroz con bacalao. 
Elevador de Gloria. 
Moñeamos un rato en el hotel, secos y calentitos. Yo me quedo dormida un rato y todo mientras la peque ve Peppa Pig con su papá. A las siete y pico nos da tanta pereza salir (sigue jarreando agua), que bajamos al bar del hotel, nos tomamos una cerveza y cenamos después en el mismo restaurante del hotel, que es un italiano que no está mal. La comida bien, tienen trona y nos calientan un potito para la chiquinina. Después de cenar volvemos a la habitación y a dormir pronto, a ver si podemos aprovechar el domingo.

El domingo se levanta lloviendo guanmortaim. La peque no amanece muy temprano, como a las nueve, así que aprovechamos para dormir. El sábado nos mojamos tanto que las zapatillas todavía están húmedas, pero como sigue lloviendo tampoco pasa nada, se van a volver a mojar. Nos preparamos y bajamos a desayunar otra vez a la Taverna Imperial. Ese día probamos los pasteis de nata, muy ricos. Cuando terminamos de desayunar, como tenemos el abono de 24 horas del día anterior y llueve bastante, cogemos el metro para dos paradas (y con un transbordo, somos asín). No nos va mal, porque cuando salimos en la plaza Figueira ya no llueve tanto. La idea es coger el tranvía 12 para subir al castillo, pero como llueve, hay bastante cola para cogerlo. Así que nos ponemos a andar hacia la Sé, la catedral. De camino la chiquinina se queda sopa, no perdona su siesta mañanera. Vemos la iglesia de la Magdalena, y cuando salimos justo pasa un microbús que pone que sube al castillo, así que lo cogemos y dejamos la Sé para cuando bajemos. El microbús nos deja en la puerta del castillo, pagamos la entrada y vamos para dentro. El castillo está bien, pero lo mejor son las vistas. Mientras estamos allí deja de llover y sale el sol. A ver si se arregla el tiempo.

Arco de entrada al Castillo.
Vistas desde el castillo.
Elevador de Santa Justa.
Plaza del Comercio.
Dentro del castillo.
Cuando nos aburrimos de vagar por el castillo, salimos y vamos bajando hacia Alfama. Damos una vuelta y nos asomamos al mirador de Portas do Sol, preciosas vistas. Seguimos bajando y vemos la Sé antes de plantearnos buscar un sitio para comer. Al final terminamos muy cerca de donde comimos el día anterior, y del hotel, en el restaurante Solar du Bacallhau, donde tienen plato del día. Dani comparte con Sofía un pollo a la brasa y yo tomo Bacallhau a bras. También compartimos media botella de vinho verde, que es parecido al Albariño. Muy rico todo. Después de comer volvemos a subir al barrio Alto. Damos un paseo, porque el día anterior con la que caía no vimos mucho. Aquí se nota más la decadencia de la que hablan los que han estado en Lisboa. Bajamos por el elevador de Santa Justa, porque para subir hay más cola y nos apetece verlo por dentro. Además sirve el mismo bono que para el resto de transporte público. Acabamos de nuevo en el mirador de San Pedro de Alcántara, en una terraza tomando algo mientras vemos como atardece sobre el castillo. Precioso. Bajamos al hotel en el elevador y cenamos otra vez en el restaurante del hotel porque estamos cansados y no nos apetece buscar nada.
Vistas de Alfama desde Portas do Sol.
Más vistas
Buganvilla, azulejos y vistas del Tajo.
Más buganvilla.
El tranvía y la Sé al fondo.
La Sé.
El elevador de Santa Justa desde el barrio Alto.
El pasillo superior del elevador.
Fachadas de azulejos.
Vistas al atardecer desde San Pedro de Alcántara.
Vistas de noche.
El lunes nos levantamos aún más tarde y no vamos a desayunar casi hasta las once. Por fin hace bueno y ha salido el sol. El plan es pasar el día en Belem. Como no lo miro bien, cogemos el tren en lugar de coger el tranvía, que nos hubiera servido la tarjeta de transporte. En fin, son cosas que pasan. Vamos en metro hasta Cais do Sodré y allí cogemos el tren hasta Belem. De camino pasamos por debajo del puente del 25 de Abril y es espectacular verlo tan cerca. A la chiquinina le gusta mucho el viaje en tren. Una vez en la parada, vemos el monumento a los descubridores y la torre de Belem, mientras damos un buen paseo por la orilla del Tajo. Vamos a ratos sin el abrigo porque hace muy buena temperatura, y la chiquinina aprovecha para corretear por todas partes, después de dos días de ir en la mochila mucho rato, por la lluvia. Después pasamos por el monasterio de los Jerónimos que está cerrado, así que no podemos verlo por dentro, pero por fuera es espectacular. Comemos en un sitio de bocadillos que está al lado. Después de comer nos sentamos un rato en el jardín que hay frente al monasterio porque la peque reclama teta. Y como nosotros tampoco hemos tomado postre, cuando ella termina, vamos a tomar un café con pastéis al sitio más famoso de Lisboa. No hay mucha cola para sentarse, pero tenemos que esperar unos diez minutos. Pedimos cafés y pasteles, que realmente se merecen su fama, están de muerte. Y cuando terminamos, con el estómago contento, volvemos a coger el tren porque hemos comprado un billete de ida y vuelta. Desde Cais do Sodré damos un paseo hacia el hotel, porque la peque no se ha echado aún la siesta y al final se queda dormida en la mochila.

El puente del 25 de Abril y el monumento a los descubridores.
La torre de Belem
Monasterio de los Jerónimos.


Con el paseo descubrimos una calle llena de restaurantes muy cerca del hotel, la rúa das Portas de Santo Antonio. Nos sentamos un rato en una terraza a tomar un vino, y cuando la niña se despierta vamos al hotel a cambiarle el pañal y descansar un rato. Salimos a cenar a un sitio que hemos fichado en la calle de los restaurantes, que se llama O Churrasco. Os podéis imaginar lo que cenamos: un chuletón a la brasa para los dos con patatas y ensalada, y media botella de vino, todo buenísimo. Y además muy barato, creo que no llegó a los treinta euros, y tenían trona para Sofía, no se puede pedir más. Después de cenar nos volvemos al hotel, hacemos las maletas y a dormir.

El martes nos levantamos tranquilamente porque tenemos que estar en el aeropuerto a la una, más o menos. Desayunamos donde todos los días, en la Taverna Imperial, y después hacemos check out en el hotel. Ya está pagado, así que solo hay que dejar la llave. Cogemos el metro hasta el aeropuerto y después el autobús hasta la terminal 2, que es la de los vuelos low cost. Aún así llegamos bastante pronto a la terminal. Pasamos el control de seguridad casi solos y ya en la terminal comemos algo en un burguer porque no hay mucho para elegir. El vuelo sale como a las tres y llegamos a Madrid a las cinco y pico. Como no hemos facturado, vamos directos a coger el bus del parking de larga estancia. Una vez allí pagamos, cogemos el coche y en media hora estamos en casa.

Y ya. Que nos lo pasamos muy bien en Lisboa y nos gustó mucho. La ciudad tiene es bonita, tiene mucha personalidad y encanto, y los lisboetas son muy majos y cercanos. La comida y la bebida estupendas. Lo único que nos falló un poco fue el tiempo, pero si a pesar de lo que nos llovió nos ha gustado tanto, será porque es una ciudad especial. Seguro que en el futuro repetiremos, además yo me quedé con ganas de conocer los alrededores de Lisboa, así que tenemos excusa ;)

miércoles, 11 de enero de 2017

Empezando el año regular.

Pues nada, estamos de vuelta a la rutina, que yo tenía ganas ya, no te creas, pero se nos está resistiendo encontrar la tranquilidad que yo había pedido. Tampoco es algo grave, pero tener a mi suegra en el hospital cada tres días no ayuda mucho al inicio del año. Joer, que yo solo había pedido salud y tranquilidad, y ni eso puede ser. Voy a empezar a pedir imposibles, que por lo menos no me llevo el chasco si no me llegan.

En fin. Para no contar sólo lo negativo, voy a empezar con la chiquinina unas clases de música para bebés. A ver si nos gusta. Me parece que lo va a disfrutar más que las clases de inglés desde un año, esas que están de moda, y que no tengo claro que sirva para mucho empezar tan pronto sin tener mayor inmersión lingüística... También quiero apuntarme a clases de yoga, para tener un rato para mí misma todas las semanas, y mover un poco el esqueleto, que lo tengo anquilosado. Dani dice que se va a apuntar a sacarse ya el carnet de moto, aunque ya estaba apuntado hace casi diez años, cuando nos conocimos, y bueno, parece que le cuesta encontrar el momento óptimo. También quiere hacerse un par de tatuajes. ¿Moto y tatuajes? No sé si se va a unir a los Ángeles del Infierno o es la crisis de los cuarenta un poco adelantada. O las dos cosas a la vez XD Yo también quiero hacerme un par de tatuajes, pero tengo que esperar a que la chiquinina decida destetarse, lo que no sé si ocurrirá este año o lo dejará ya para el que viene. Yo no tengo prisa.

La peque ha vuelto al cole y no le ha costado nada. También es verdad que no ha dejado de ir más que un fin de semana largo. Últimamente nos da un poco de guerra a la hora de irse a dormir. Cuando cae ya duerme casi siempre del tirón, pero estar con ella casi una hora para que se duerma, desespera un poco. Y más cuando hace un mes casi todos los días caía desmayada en diez minutos. No sé, lo mismo ya no necesita acostarse tan pronto, pero me da la impresión que los días que se acuesta más tarde va un poco pasada de vueltas. En fin, iremos probando a ver qué funciona. O será una temporada, como casi todo.

Lo que tengo son cruzados casi todos los dedos de las manos y de los pies para ver si nos libramos de la gripe. Yo hace muchos años que no la paso, pero me da mucha cosa que la peque la pueda pillar, y más este año que al parecer es más intensa y dura casi dos semanas.

Ah, y también tengo ya fecha para el examen de la oposición. Es el día 29. Voy más que nada porque he pagado las tasas y para ver cómo es el examen, porque no he estudiado nada de nada. Es una pena, molaría mil una plaza de adjunta en Madrid ya para siempre. Pero esta vez no era posible, he preferido disfrutar de mi pequeña y de su fase de bebé, que ya se está terminando y seguro que la echaré de menos.

Pues eso, que parece que a 2017 le ha dado por empezar intensito. Vete relajando, colega, que no tengo el chichi pa' farolillos.

martes, 3 de enero de 2017

Veintiún meses.

Ya nos acercamos a pasos agigantados a los dos años de la peque. Desde los quince meses se le ha notado un cambio enorme, ya anda perfectamente y últimamente está como una radio, todo lo que oye lo repite y no se calla en todo el día, a veces ni cuando duerme.

De talla y peso, hasta la revisión de los dos años no sabremos bien, pero está en su línea, con barrigocha y la ropa de la talla de 86 cm ya se le va quedando justa. Le han salido desde los 18 meses el otro paleto de arriba que le faltaba, y hace poco los dos incisivos laterales de abajo, dos muelas de abajo y una de arriba. Me imagino que de aquí a unos meses le saldrán los colmillos y ya descansaremos de dientes una temporada, aunque tampoco le han dado mucha guerra. Por suerte, porque cuando le salen, le salen tres o cuatro de golpe.

Del tema comidas, come ella sola desde hace unos meses, y además es que casi nunca consiente que le metan algo en la boca, tiene que ser ella solita. La papilla para cenar también la dejó de querer después del verano, y ahora cena comida normal, como nosotros. Le encanta la sopa de arroz, el yogur, la tortilla de patatas, las salchichas, las patatas fritas, las uvas y el pescado. Las verduras no le suelen hacer gracia, aunque yo se las voy poniendo para que se acostumbre a ellas. Intentamos luchar contra las chuches, todavía no come gominolas ni caramelos, chocolate ha comido muy pocas veces, y si alguien le quiere comprar un capricho intentamos que sean aspitos o gusanitos. Sé que no durará mucho, pero cuanto más tarde en engancharse a las chuches y el chocolate, mejor. Con la teta seguimos como hace tres meses, hay días que mama muchísimo y otros que hace una toma cuando se levanta y otra para dormir. En fin, que son temporadas. De nuestro alrededor hay veces que me hacen comentarios de cuanto tiempo le voy a dar el pecho, entiendo que no es algo habitual ver a un bebé de casi dos años tomando el pecho, pero insisto en que es lo mejor para ella, lo que recomienda la OMS y nuestro pediatra, y es lo que me apetece hacer (esto es lo más importante), que lo hago con gusto y no es algo que me agobie o quiera dejar. Y por supuesto que no es algo malo para ella, pero ya hablaré de este tema de la lactancia en niños un poco más mayores un poco más adelante.

Sobre el sueño, sigue igual, la mayoría de los días duerme toda la noche del tirón. Seguimos practicando el plan padre, porque si vuelvo a dormir a su lado, parece que me huele y se despierta más veces para pedir teta. Sigue echando una siesta de unas dos horas, entre semana en la guardería y los fines de semana antes de comer.

En la guardería sigue muy bien. Quiere a su profe un montón y se queda tan tranquila todas las mañanas. Yo creo que también habla tanto porque su profe le anima bastante. Ya dice los nombres de casi todos sus compañeros del cole. A veces vamos al parque y empieza a llamar a algún niño de su edad, y yo, que lógicamente no los conozco, flipo en colores XD Habla ya muchísimo, pero hablar casi de verdad. Lo repite todo como un loro, hace frases de dos palabras, llama por su nombre a un montón de gente, se sabe casi todos los colores, es capaz de decir algunos conceptos abstractos... Todavía hay muchas cosas que ni yo la entiendo, y sigo haciendo de traductora para los demás, porque tiene la lengua de trapo aún, pero es alucinante lo que avanza en la expresión semana a semana.

En todo el otoño no se ha puesto casi mala, solo ha faltado a la guardería la semana antes de navidades, que se cogió una faringitis con fiebre y todo. Ha estado con diarrea un par de veces, pero le ha durado dos o tres días y ya. Y la noche que parecía la niña del exorcista, que fue un show, pero poco más. Nos dieron el alta en el cardiólogo por el ARSA, aunque sigue con el seguimiento en el nefrólogo por las infecciones de orina que tuvo. La última fue antes del verano. Le hicieron pruebas para ver que no tenía ningún problema a nivel anatómico y está todo bien. A ver si no se repite más.

Le encanta pintar, aunque sólo hace garabatos, claro (pero coge las pinturas como una mayor, es alucinante), jugar con pegatinas y que le leamos cuentos. Ha empezado con el juego simbólico y le gusta mucho jugar con bebé, que es un muñeco de cuando yo era pequeña. Por Papá Noel le han regalado un carrito y le encanta pasear a bebé por la casa. Y también le han regalado un carro con cosas de médico que le flipa, sobre todo ponerse el termómetro y el fonendoscopio, y cortarnos las uñas con las tijeras de juguete XD Todo lo que sea imitar a papá y mamá le encanta. Ya se tira sola por el tobogán, nos pide que la columpiemos más alto, corretea por el parque y juega a pilla pilla. Últimamente está un poco más vaga y siempre quiere que la lleve en brazos. Como va haciendo frío, tampoco la importa mucho ir en el carro, tapada con el saco. Y cuando va andando ella sola no hay manera de que vaya de la mano y va a su bola totalmente (normalmente en dirección contraria a la que queramos ir o a sentarse en algún escalón). Está empezando a correr y a subir escaleras ella sola.

Sigue siendo muy tranquila, llora muy pocas veces. Últimamente se nota que estamos llegando a los terribles dos, y a veces llora cuando no le dejamos hacer lo que quiere, pero no suele durar mucho y suele dejarse entretener con otras cosas. Se nota que empieza a querer ser una personita independiente, con sus ideas y su voluntad, aunque todavía necesite mucho a sus padres. También es bastante seria, sobre todo con quien no tiene confianza. Como dice Andrea, es un público difícil y cuesta mucho sacarle una sonrisa. Para Dani y para mí es más fácil, y es un subidón de endorfinas escucharla reír a carcajadas, es una de las cosas que más me gustan del mundo. Eso y cuando me da un beso o un achuchón y me dice caiiiño (cariño), que parece su forma de decir que nos quiere mucho. Se me sale el corazón del pecho. Es muy paciente para ser tan pequeña, puede estar toda una comida en un restaurante sentada en la trona, jugando o pintando, podemos llevarla de compras (o a hacer la compra al super), podemos hacer viajes porque se suele quedar dormida en el coche o el avión, podemos salir con amigos (siempre que no sea su hora de dormir), podemos hacer excursiones. La verdad es que nos lo pone todo muy fácil, así da gusto ser papás.

Sigue bastante enmadrada, y que conste que no lo digo como algo negativo, sólo significa que su apego conmigo es intenso (como La Fuerza en Luke), pero se nota que ya va estableciendo apego con su padre sobre todo, y que va cogiendo algo de confianza con los abuelos, con los primos y los tíos, con Andrea y Alex... Cuando se queda con los abuelos o la abuela se porta fenomenal, aunque el primer rato que nos vamos lo pasa regular y llora, pero se le pasa rápido y se aprovecha de los abuelos lo que quiere y más XD

Está preciosa. La miro y va perdiendo su carita de bebé, pero sigue teniendo unos ojos tan bonitos como su padre, y una melena castaña, casi rubia, con unos tirabuzones que ya los quisiera yo. Vamos a tener que cortarle un poco el pelo en breve, a ver qué tal se nos da, porque la última vez no lloró mucho. Yo ya me voy apañando un poco más para hacerle kikis y ponerle horquillas, pero soy un poco desastre, como conmigo misma. En fin, será cuestión de práctica.

Que es la más bonita y lista del mundo, que últimamente te meas con ella y las cosas que dice o hace, que me encanta ser su mamá y que no se nota que me ciega el amor de madre, ni ná.

Y ya. Que la próxima entrada para el cumple de la peque.