domingo, 27 de noviembre de 2016

Y ahora, traductora.

Bien es sabido que las madres cumplimos múltiples oficios en el desempeño de nuestra maternidad: chef, chófer, enfermera, limpiadora, animadora de ocio y tiempo libre, maestra, proveedora, directora financiera, fotógrafa, guardaespaldas... Pero últimamente la que más me llama la atención es la de traductora. En las últimas semanas la chiquinina ha tenido una explosión del lenguaje alucinante. Cada día dice varias palabras nuevas, pero todavía le cuesta pronunciar. Yo, que estoy con ella todas las horas del día menos las que estoy currando, pues la voy entendiendo a base de ensayo y error.

-Mamá, esche...
-¿Esche? ¿Qué quieres, cariño?
-Esche, ¡amooo!
-Vamos, sí, ya vamos. Pero no sé qué quieres...
-¡Ameee!
-¿Hambre? ¿Tienes hambre?
-Tí. Esche.
-¿Leche?
-Tí.
-Acabáramos...

Y así todos los días. Algunas veces me entero y otras no. Y cuando estamos con otros, voy traduciendo para los demás.

-¡Abuuuu! Pitáaa.
Mi madre me mira con cara de no entender nada.
-Abuela, que quiere pintar.

Así que cuando la niña dice algo, los demás suelen mirarme para saber qué le pasa o qué dice. Eso sí, cuando suelta una parrafada tipo amanischepitichiaiéeeee... y todos me miran se me queda la misma cara de tonta que a los demás, aclaro que no la he entendido, mientras ella nos mira con cara de perdonarnos la vida XD

Me imagino que esto acabará en unos meses y lo echaré de menos, como muchas cosas que ya van pasando y se recuerdan con ternura*.

Y hablando de lenguaje, esta semana creo que es la primera vez que hemos oído a la chiquinina nombrarse a sí misma claramente. El viernes le estaba enseñando un vídeo que salía ella no hace mucho tiempo y se reconoció, se señaló y dijo Tutía. Es normal que me parezca la niña más bonita y más lista del mundo, ¿no? XD

*El otro día vi en el feisbuk que la última vez que la peque se echó una siesta encima de mamá fue el día de mi cumpleaños. Y los primeros meses parecía que nunca iba a dormir en otro sitio que no fuera en mis brazos... Ains, qué rápido se pasa todo, aunque en el momento parezca eterno :)

jueves, 24 de noviembre de 2016

Varias cosas variadas.

Un revoltijo de cosas, que todavía no he terminado la última entrada del viaje a Escocia, y llevo un montón sin actualizar.

Primero. La peque parece que ya está recuperada. Estuvo varios días con algo de gastroenteritis que se le juntó con mocos y tos. El apogeo fue el sábado, que tuvo casi 39° de fiebre. Llevamos como diez días durmiendo bastante mal, con varios despertares durante la noche, pero sorprendentemente el fin de semana hemos dormido hasta tarde los dos días. Tarde son las diez, un lujazo para cualquier progenitor reciente. En fin, que parece que ya está bien, con los mocos y un poco de tos, pero que son los habituales de estar en la guardería.

Segundo. Estoy releyendo mi propio blog desde el principio. La razón no es un narcisismo exagerado, sino que en enero hace diez años que empecé a escribirlo. Mientras lo hago, estoy sintiendo una mezcla de emociones muy curiosa. De las primeras entradas siento sobre todo vergüenza ajena. ¿Y por qué ajena si soy yo la que escribió aquello? Pues porque me cuesta mucho reconocerme en algunas cosas de aquella veinteañera posadolescente y salidorra XD Después siento pena y rabia con algunas cosas, sobre todo comentarios malintencionados y lo mal que me lo hizo pasar una "amiga". También añoranza de otras amigas de verdad con las que ya no tengo contacto. Pero sobre todo siento mucha alegría y morriña de muchas cosas buenas e increíbles que me han pasado estos diez años. Probablemente aquella Ana de 2007 se hubiera puesto loca de alegría si hubiera podido saber el futuro que la esoeraba: conocer al hombre con quien iba a compartir su vida, conseguir dedicarse a la profesión por la que estaba luchando, independizarse, conocer a nuevos amigos increíbles, casarse, tener el regalo más maravilloso del mundo en forma de una chiquinina que le hace rebosar de amor, viajar por medio mundo... No sé si dentro de diez años seguiré escribiendo este blog, pero espero que la futura Ana de 2027 pueda escribir algo parecido a esto (qué vértigo da pensar en eso).

Tercero. Nos queda una semana para irnos a Lisboa de puente. Ains, qué ganas. De momento dan buen tiempo, pero tan a largo plazo y en esta época es difícil predecir. Mientras no los llueva los cuatro días me conformo. Me apetece un montón, sobre todo desconectar del curro unos días. Después me esperan unas semanas un poco chungas en el trabajo, de más curro, así que me va a venir bien cargar pilas para terminar bien el año. Y a ver si termino la entrada del viaje a Escocia antes de irnos a Lisboa, que siempre me pasa lo mismo y se me acumulan los viajes.

Cuarto. Menos mal que mañana ya es viernes. Se me está haciendo la semana eterna. Últimamente siento bastante conflicto en relación con la chiquinina y hacer planes sin ella. Por un lado me apetece hacer cosas, como ir al cine y a una fiesta de cumpleaños que tenemos el sábado por la noche. Pero por otro lado me siento mal porque todavía lo pasa regular cuando la dejamos con alguien. En fin, que me imagino que es ley de vida y normal, tanto lo mío como lo suyo, pero cuesta. Supongo que como yo tampoco llevo bien la separación, se lo transmito a ella, pero también es pequeña aún para entender nada. Con lo claro que lo tenía hace unos meses, que no cambiaba nada por estar con ella y lo que va cambiando la perspectiva con el paso del tiempo. En fin, ya veremos si nos animamos a salir de fiestuqui como cuando éramos veinteañeros o nos quedamos en casa como los padres maduritos que somos XD

Y quinto. Aunque no sea viernes, un poco de musicote nunca viene mal. Además es una costumbre que tenía al principio del blog, que he ido perdiendo, y las buenas costumbres hay que conservarlas. Últimamente escucho mucho AOR (me imagino que por ser una madre madurita XD), pero ayer me vine en coche al trabajo, y a la vuelta empezó a sonar Phoenix, y a pesar del día gris, el atasco y la mierda de reunión que acababa de tener, me dio un subidón increíble. Es que me encantan profundamente.


martes, 15 de noviembre de 2016

De la niña del exorcista (o incidentes caseros de madrugada).

Muero de sueño. Y escribo esto en el tren porque si me pongo a leer se me cierran los ojos.

Esta noche la cosa prometía nada más empezar. Cuando nos metimos en la cama, Dani me preguntó ¿se ha hecho caca la niña? Yo acerqué la nariz al pañal pero fue poco revelador porque tengo una buena congestión. Se acercó él a oler y al parecer no hacía falta meter la nariz en el pañal. Es una de las mayores ventajas de estar acatarrada, ser inmune a la peste de las cacas infantiles. Pero tiene la desventaja también de no enterarte de cuándo ha hecho caca tu hija. Por suerte Dani se levantó a cambiarla y después se durmió enseguida (la niña, no Dani, que también, pero es menos importante), así que no fue tan malo como parecía. En el transcurso de la jugada yo me fui al salón, porque me había tomado una copa de vino con la cena y si la peque me huele, pide teta impepinablemente.

A eso de la una de la madrugada (y a esas horas llevamos ya un par de horas durmiendo normalmente), oí un blurp a mi lado. Me quedé dos segundos pensando qué podía ser cuando se repitió el sonido y me di cuenta que era la chiquinina vomitando. Y ahí empezó la juerga. Le digo a Dani que encienda la luz pero la niña ya ha vomitado en la sábana, el saco de dormir, el pijama, el body y su propio pelo porque estaba boca arriba. La incorporo para que no se atragante con la siguiente arcada y no se me ocurre otra cosa que ponerle la mano para que no manche más la cama. Con la mano rebosante le pido a Dani una toalla y me trae una toallita de bebé... No sé cómo le miré, pero no muy amorosamente. Cuando trae la toalla, la chiquinina parece que ya ha echado todo lo que tenía que echar y me levanto a cambiarle el pijama, el body y limpiarle el pelo. Mientras, Dani cambia la sábana de la cuna e intenta limpiar el saco, cosa que resulta imposible. Nos volvemos a meter todos en la cama.

La chiquinina se quedó como en trance unos minutos, tumbada a mi lado y cogida de la mano, sin pestañear casi. Pero volvió a la carga. Esta segunda vez fui un poco más rápida en sacarla de la cama, pero no lo suficiente, y se manchó el pantalón del pijama y nuestra sábana bajera, así que vuelta a cambiar todo... Todo esto se repitió una vez más, aunque la última ya no hubo que cambiar nada, porque fui bastante rápida en reaccionar (y eso que me estaba quedando dormida) y la peque ya no tenía mucho que echar, la pobre.

Al final, a las dos y pico se quedó dormida acurrucada contra mí, y ya nos atrevimos a apagar la luz e intentar dormir el rato que nos quedaba. La chiquinina hizo la croqueta hasta la cuna y la tapé con una manta y no se ha movido el resto de la noche.

Por la mañana ha tomado teta y la hemos llevado a la guardería, y no me han llamado porque esté mal, así que tiene pinta de que le haya sentado mal la cena y no de gastroenteritis (o cruzo los dedos para que no sea, plis).

Ains, lo que me he acordado de Lorz y sus desventuras con algún incidente parecido. Sobre todo cuando he llegado al trabajo y la mano aún me olía a vómito, después de tres o cuatro lavadas...

Argh.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Viaje en coche por Escocia (XI). Edimburgo, New Town.

Nuestro último día en Escocia, vamos a seguir explorando Edimburgo. Aunque el tiempo no está ayudando mucho, el día anterior disfrutamos mucho del Old Town.

Nos levantamos y para las ocho y media estamos listos para el desayuno. Desayunamos tostadas y huevos con cosas (yo champis, Dani bacon). Nos duchamos, y la chiquinina lo pasa regular porque la ducha es tipo lluvia, la tengo que duchar en brazos. Cuando estamos listos, cogemos el bus en la puerta del alojamiento y nos lleva a North Bridge en diez minutos. Ese día vamos a ver el New Town. Subimos a Calton Hill y hacemos unas cuantas fotos de las preciosas vistas de Edimburgo. Hay bastante gente haciendo lo mismo que nosotros, así que es complicado sacar fotos sin que salga algún turista. Bajamos hacia Princes Street y la peque ya se queda dormida en la mochila, no perdona su siesta mañanera. Damos un paseo viendo los edificios y el parque. Entramos en el Primark a comprar algo de ropa para la peque y un regalo para nuestros sobris. Pasamos un rato en los jardines para que la chiquinina ande y juegue un rato. Vamos hacia el final de la calle y como empieza a llover un poco, buscamos un sitio para comer. Terminamos en un italiano que se llama Ask. Tienen menú infantil y nos pimplamos una botella de rosado para celebrar nuestro último día en Escocia.

Vistas desde Calton Hill.
Calton Hill.
Scott Monument en Princes Street.
El castillo desde los jardines de Princes St.
Uno de los bancos de los jardines, que está dedicados a personas ya fallecidas.
Vistas del Old Town.
Jugando por los jardines.
Otra vista del castillo.
Después de comer volvemos dando un paseito por Rose St hasta North Bridge otra vez, planificando ya nuestro siguiente viaje (posible road trip por el norte de Italia, puente en Copenhague, sur de Francia con nuestro coche... Me encanta planificar cuando aún no hemos vuelto XD). La chiquinina se vuelve a dormir un rato en la mochila. Vamos hasta la Royal Mile para comprar algunos detalles para la familia: bufandas de lana escocesa para las abuelas y las tías, a Sofía una Nessie para la bañera, a los cuñados unas camisetas, al abuelo le cogimos una botella de whisky en el aeropuerto porque no me atrevía a meterla en la maleta, por si se rompía. Compramos algo para cenar en la habitación y nos volvemos para hacer la maleta.

Una última vista de Edimburgo desde North Bridge.
Aprovechamos la wifi para mirar cómo ir al aeropuerto y decidimos pedir un taxi. La señora del alojamiento nos comenta que su marido es taxista, y que los niños normalmente van el el propio cuco del carro o abrochados con el cinturón en el regazo de un adulto. Como no nos convence mucho llevar a la chiquinina así dentro de un taxi, Dani busca por Internet una empresa de taxi con sillas para bebés. Habla con ellos por teléfono y quedamos al día siguiente a las nueve y cuarto. Queríamos estar en el aeropuerto sobre las diez porque el vuelo salía a las doce. Hacemos la maleta, cenamos lo que habíamos comprado (incluido un trifle que nos recuerda a un episodio de Friends) y a dormir.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Viaje en coche por Escocia (X). Edimburgo, Old Town.

Ya estamos en Edimburgo. Vamos a estar dos días enteros disfrutando de la ciudad. Pero lo primero que tenemos que hacer es ir a devolver el coche que nos ha acompañado durante siete días de road trip.

Después de una noche regulera (la peque se ha despertado de madrugada y la cama no es muy allá), estamos listos para el desayuno a las ocho y media, aunque la peque ya ha desayunado un yogur en la habitación. Hay otras dos parejas mayores desayunando. Tomamos café y tostadas, y yo, unos huevos revueltos con bacon. Cogemos el coche y vamos a dejarlo a Arnold Clark en Seafield. Buscamos de camino una gasolinera para dejar el deposito lleno y damos un par de vueltas antes de encontrar el sitio, pero llegamos como a las diez a la oficina. Aparcamos, avisamos en la oficina, miran el coche un poco por encima y nos vamos.

Al final hicimos 1040 millas en siete días.
Justo enfrente de la oficina hay una parada de autobús, que pasa el 12. Compramos el Day ticket, que son 4 libras cada uno, y nos lleva hasta Princess St. En el autobús hay que llevar el dinero justo para el billete y se mete en una máquina al lado del conductor. También me llamó la atención que se sube y se baja por la misma puerta. Justo cuando llegamos empieza a chispear y la peque pide teta. Así que allí estamos, en un banco, con el chubasquero puesto y dando teta en el parque de Princess St. Cuando la niña termina vamos hasta el castillo dando un paseo y escalando cuestas. La chiquinina se queda dormida en la mochila y entramos al castillo. La entrada son 16,5 libras y para comprarla tenemos que hacer cola un rato. Durante toda la visita está chispeando a ratos. Vemos un poco de la exhibición de presos de guerra, las joyas de la corona escocesa y el gran hall. El castillo es muy grande y está muy bien conservado. Hace frío y mucho viento. Cuando la peque se despierta, le damos un tentempié, porque es casi la una y queremos ver el disparo del cañón. Pero justo cuando estábamos esperando se pone a llover a mares. Yo busco refugio con la niña y Dani se queda a grabarlo. El disparo es impresionante incluso desde lejos.

Llegando al castillo de Edimburgo.
Entrada al castillo.
Vistas desde dentro.
Una de las puertas interiores.



Nos vamos a comer, dando un paseo por la Royal Mile. Comemos en una especie de italiano. Yo pasta, la peque salchichas con puré, y Dani una pizza. Después de comer seguimos recorriendo la calle y alguno de los callejones. Llegamos hasta el palacio de Holyroodhouse. Ahí tenemos la duda de si volver un rato a la habitación a descansar o quedarnos a tomar algo y volver pronto a dormir. Como no nos acordamos del bus que vuelve a la Guest house y no sabemos donde se coge, vamos por Holyrood Rd y Cowgate hasta Grassmarket a tomar algo y ver la zona. La peque se vuelve a dormir en la mochila de camino.

Royal Mile
El café Hub, que era una iglesia.
La catedral de St Gilles
La parte de atrás de la catedral
Interior de la catedral
Royal Mile.
White Horse Close.
Writers' Museum
Victoria St.
Siesta en la mochila.
En Grassmarket pillamos una wifi y miramos lo del bus. Cuando la peque se despierta, vamos a un pub a tomar algo (Dani coronita, yo un chocolate caliente, que estoy helada) y a Sofía le damos la merienda. Vamos a coger el bus y nos lleva en diez minutos hasta la zona de nuestro alojamiento. Bajamos en el centro comercial, compramos algo de cena (aunque en teoría no se puede llevar comida "take away" a la habitación, pero son sólo unos sándwiches) y nos vamos a la habitación. En la guest house jugamos un rato con la peque, cenamos todos, aprovechamos un rato la wifi y nos vamos a dormir prontito.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Viaje en coche por Escocia (IX). Llegando a Edimburgo.

Ese día nos levantamos en Drymen. Habíamos pedido el desayuno a las ocho y media, pero a las siete y poco la peque ya está en marcha. De desayunar nos dan yogur y fruta para la peque y tostadas y zumo, con café para nosotros. Nos ofrecen huevos, bacon, etc, pero no nos apetece mucho. Recogemos el equipaje y pagamos la habitación al contado, son 85 libras. Es nuestro último día con el coche en ruta y lo vuelve a coger Dani para ir a Doune a ver el castillo de Ántrax*. Está como a media hora, unas veinte millas, y la peque se queda dormida por el camino, así que cuando llegamos, aparcamos en el parking y salimos primero Dani y luego yo a dar una vuelta y ver el castillo por fuera mientras la peque sigue su siesta en la silla del coche.

*Doune Castle es famoso por ser el lugar donde los Monty Python grabaron Los Caballeros de la Mesa Cuadrada. Todos los castillos que salen en la película son Doune Castle desde diferentes ángulos. También se han grabado en Doune escenas de Ivanhoe, Juego de Tronos (donde es Invernalia) y Outlander (donde es el castillo de Leoch). Unas fotos:

"De residencia Real a película ridículamente absurda,
escucha a Terry Jones explicarlo todo dentro".
Doune Castle
Doune Castle.
La peque sigue frita, así que en lugar de entrar al castillo, decidimos ir ya a Stirling, que es nuestra siguiente parada de ese día. Son sólo ocho millas desde Doune, y tardamos como quince minutos en llegar. En Stirling aparcamos muy cerca del castillo en el centro y ponemos tiquet, que son dos libras para cuatro horas. Son las doce menos cuarto así que nos dará tiempo a ver el castillo y comer después de la visita. Subimos dando un paseo al castillo y vemos la iglesia del Holy Rude y el cementerio.
Argyll's Lodging
Cementerio.
Ya en el castillo compramos las entradas, que son 14,5 libras cada uno, nos dan un mapa del castillo y vamos para dentro. Acaba de empezar un tour guiado, pero con la peque es complicado seguirlo porque no para quieta, así que decidimos verlo por nuestra cuenta. Nos tomamos algo en la terraza que hay en el patio, porque desde que desayunamos ya va entrando hambre. Dani toma una Coca Cola con una bolsa de patatas fritas y yo un latte con un trozo de brownie. Vemos el castillo, que es muy bonito, y está ambientado para que te hagas a la idea de cómo era en el siglo XV, más o menos, pero sin ser muy recargado. A mí me gustó más que el de Edimburgo, pero no sé si tendría que ver el tiempo, ya que el día de Stirling nos hizo muy bueno y el de Edimburgo bastante malo.

Entrada al castillo.
Entrada al castillo.
Uno de los patios
El monumento a William Wallace desde el castillo.
Interior del castillo.
La capilla.
Otro de los patios. 
Detalles del interior

Terminamos como a la una y media, así que buscamos algún sitio para comer en una calle bastante comercial. Al final comemos en un Filling Station, que es una cadena de comida americana. Después de comer volvemos al coche y como es pronto, decidimos pasar por la capilla de Rosslyn antes de ir a Edimburgo. Antes de salir de Stirling, paramos un momento a los pies del castillo a hacerle unas últimas fotos.

Casa en Stirling
Vamos a comer.
El castillo.
Hasta Roslin son cuarenta millas, casi una hora. La peque se vuelve a quedar dormida de camino y cuando llegamos esperamos un rato en el coche hasta que se despierta. Le damos la merienda y entramos a la capilla. La entrada son 9 libras cada uno, un robo a mano armada. Es bastante bonita y curiosa, aunque, como dice Dani, si no fuera por Dan Brown, no vendría nadie, y desde luego no vale las 9 libras que cuesta la entrada, a no ser que seas megafriki de los masones y esas cosas... Cuando entramos en la capilla hay una señora explicando algo de la simbología y unos señores (turistas o peregrinos, quien sabe) cantando en la cripta, lo que da un poco de yuyu. La chiquinina, que no discrimina a nadie ni nada por creencias religiosas o pertenencia a sociedad secreta, pide teta y salimos al jardín para dársela. Aunque el papa vea bien que se dé teta en la basílica de San Pedro, no sé si lo masones opinan lo mismo.

La capilla de Rosslyn.
Capilla de Rosslyn.
Volvemos al coche y vamos al Guest house. No tardamos nada en llegar, con como seis millas hasta allí. La casa tiene un pequeño parking en la puerta, donde dejamos el coche. El alojamiento se llama Alpha Guest House, está algo retirado del centro, aunque bien comunicado. Las tres noches nos cuesta 300 libras. La señora nos enseña la habitación, que no está mal, es bastante grande, tiene cuna y está limpia. Lo malo es que da a la calle principal, que tiene mucho tráfico, la cama es un poco regulera y el baño Dani dice que era un armario, tiene ducha y el lavabo es el más pequeño que he visto nunca. La señora nos explica como ir al centro (un autobús que se coge en la puerta) y que hay un centro comercial que está muy cerca. Como está solo a una manzana, decidimos no coger el coche otra vez. Nos acercamos al centro comercial, pero a esas horas (las siete) sólo hay un Sainsbury abierto. Compramos comida para la peque y nos vamos a buscar algún sitio donde cenar. Al final la zona es muy residencial y solo hay casas y guest houses. Encontramos un pub, pero nos dicen que no tienen licencia para que estén los niños y que no podemos estar con la niña. Enfrente hay una gasolinera, así que compramos un sándwich, bebidas y guardadas varias, y nos volvemos a la habitación. Es un paseo largo y llegamos hechos polvo, así que antes de las nueve estamos todos en la cama.

La habitación para las siguientes tres noches.