lunes, 16 de octubre de 2017

De postpuente y despidiendo el veroño.

No recuerdo haber escuchado esto del veroño hasta el año pasado. En Madrid se solía notar el veranillo de San Miguel, a finales de septiembre, lo que significaba que por esas fechas ya había hecho fresco y volvía el calor por unos días. Este año llevamos calor non-stop desde finales de mayo hasta hoy mismo. Parece que mañana ya llega el otoño de verdad, y no es que me alegre que se vaya el calor, pero tampoco es natural este tiempo. En fin. Tocará cambio de armario esta semana, que yo seguía tan feliz con mis camisetas de tirantes, mis vestidos y mis alpargatas.

El puente, que no ha sido puente, hemos hecho cosas varias, como comidas familiares, compras de ropa de invierno para la chiquinina o excursión a Madrid (¡¡Pa Madriiiiiiss!!) con visita al teatro incluida. Estuvimos en un espectáculo de magia familiar y la peque se lo pasó bien y aguantó la hora y pico que duró bastante formal. Comidas fuera, cenas en terraza exprimiendo el veroño, ratos de parque y siesta en familia. Nuestros planes favoritos.

Y ahora tocará aclimatarse al frío, empezar a ir al parque más temprano, hacerse con el horario de invierno en un par de semanas (éste es más fácil de cambiar para los peques que en primavera) y pensar en los planes que tenemos hasta final de año para no amargarme de más. Ya tenemos disfraz de brujita para Halloween, tenemos tres puentes (que no serán puente, pero bueno) en noviembre y diciembre, cogeremos un par de aviones para ir a Dublín y a Madeira... Y antes de darnos cuenta ya tendremos aquí las navidades. Ay, madre, que se nos acaba el año ya. O_o

martes, 3 de octubre de 2017

Treinta meses.

O dos años y medio, que viene a ser lo mismo. Es lo que cumple la chiquinina. Y parece mentira bla, bla, bla... Lo rápido que se está pasando bla, bla bla... Y esas cosas que digo siempre. Al lío :P

Este verano ha pegado un buen estirón. La ropa de dos años se le empieza a quedar justa, así que debe andar por los 90 centímetros, me imagino. Y de peso está alrededor de doce kilos, o diecionce, como dice ella cuando se sube a la báscula. Hicimos una visita a urgencias por una otitis, y ha tenido varias gastroenteritis, lo típico del verano, vamos. Y ahora está con mocos y tos, lo típico de la vuelta al cole. Por lo demás, la pobre ha tenido pocas vacaciones, tres semanas nada más como nosotros, pero va muy contenta al cole todos los días. Ya va cogiendo confianza con su nueva profe, aunque creo que el feeling nunca será igual que con la anterior (es un poco más regañona, qué le vamos a hacer). En las últimas semanas está haciendo una huelga de hambre en el cole, yo creo que por un manejo regular y por el cambio de profe. Ya le hemos insistido a la profesora que no le obligue, ni le riña, ni le castigue por no comer, pero está chapada a la antigua y le cuesta. Sobre los dos años es normal que coman menos cantidad y que se nieguen a comer cosas que no les gustan mucho. La mejor forma de pasar esta época es seguir ofreciendo la misma comida de siempre, que ella coma la cantidad que quiera pero no sustituir por otras cosas que le gusten más. El que haya estado yendo al cole casi todo el verano es una jodienda, porque por las tardes a la hora que ya se puede salir, es casi su hora de ir a la cama. Así que hemos estado un poco descontrolados con los horarios, y con más sueño del habitual. Aunque por otro lado, este año parece que sí que ha disfrutado del verano a tope y le ha encantado: la piscina, la playa, los helados, la feria, el zoo, el chiringuito, ir a tomar una colacola (también conocido como sentarnos en una terraza)... Ains, se nota que estoy con la depre otoñal.

La operación pañal se quedó en una falsa alarma. Todavía no es su momento, y no tenemos ninguna prisa, la verdad. Alguna caca ha hecho en el orinal, y le ha molestado un poco el pañal con el calor, pero no pide pis ni caca normalmente, y todavía no le llama mucho el orinal. Hasta septiembre del año que viene, que empieza el cole de mayores, tenemos todo un año por delante para que ella esté más preparada para dejarlo. Aunque tengo que reconocer que el día que pueda dejar de limpiar plastas exparcidas por todo el culo seré más feliz, y perdón por la escatología.

Lo que sí ha ido mejor, sorprendentemente, ha sido la operación destete. Ya conté como ha sido en una entrada anterior. La verdad es que me lo venía planteando desde antes del verano pero no pensé que se fuera a destetar ya (con bastante empujón por mi parte). Pensé que en vacaciones, con eso de estar juntas todo el día, me iba a pedir mucho más, pero también estaba mucho más entretenida y se acordaba menos. Empezamos con la toma de después del cole, luego la de dormir, y después de las vacaciones estamos quitando la de por la mañana. Ahora ya sólo me pide de vez en cuando (cada dos o tres días) y los fines de semana al despertar, pero como no debo tener casi nada de leche, mama muy poco y enseguida lo deja. Creo que a la teta les queda poco, pero tampoco tengo mucha prisa por terminar.

En el tema de psicomotricidad también ha avanzado bastante este verano. Ya salta, sube y baja escaleras sin ayuda, ha empezado a quitarse la ropa y maneja el patinete de tres ruedas muy bien. Sigue siendo muy precavida y miedosa. Le tiene pavor a los señores mayores, no sé por qué, pero cuando alguno le dice algo se pilla cada berrinche fino. En la feria no quiso montarse en ninguna atracción, eso de que las cosas se muevan sin ser ella la que controla, no le mola.

Por otro lado, hace unos pocos días tuvo su primera rabieta. Con treinta meses no está mal. Sigue siendo bastante razonable para su edad, se le puede convencer o se contenta con otras cosas cuando algo que quiere no puede ser, pero a veces no hay manera, sobre todo si está cansada. En fin, tampoco le duran mucho, pero creo que es una persona con las ideas claras, como sus padres, y eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como todo en esta vida. Yo creo que, aunque esté buscando los límites y su individuación, no nos lo va a poner muy difícil porque es un amor de niña.

Y sí, cada vez la veo más niña y menos bebé. A veces hacemos el tonto y yo le pregunto quién es mi bebé o ella me pide que la coja como un bebé (acunándola), pero yo creo que es más una forma de despedirnos las dos de esa etapa que ya va quedando atrás. Ya va camino de los tres añitos, mi pequeña, y cómo estoy disfrutando hacer a su lado este viaje :)