viernes, 30 de junio de 2017

Junio veraniego y fugaz.

Pues nada, que en un pis pas se me ha pasado el mes. Siempre me ha gustado mucho Junio, porque empieza el verano, aunque este año haya sido un poco duro por el calor. Lo hemos pasado entre aires acondicionados, piscinas y helados, para sobrellevarlo lo mejor posible. Laboralmente ha sido un mes tirando a horrible, a ver si no es la tónica general del resto del verano.

Y ya llegó Julio, el mes del día del amor, de las vacaciones en la playa, de mi cumple y de la desconexión.

Estrenando la Tonga con siesta, más siestas y besos
El templo de Debod, desayuno en terraza y días de piscina
Juego simbólico, atardeceres rojos y helados gigantes. 

miércoles, 21 de junio de 2017

Andar descalzos y comer helados.

Aunque parezca mentira, hoy le damos la bienvenida al verano de 2017. Mentira porque llevamos dos semanas de temperaturas infernales con una ola de calor que ya la quisiera Julio... Me he estado acordando de los calores que pasamos el año pasado, con una ola de calor tras otra y muy largas. En fin, a ver si se normaliza un poco y podemos disfrutar más de los primeros días del verano.

Lo del título lo he leído en estos días en las RRSS, no sé dónde exactamente. "El verano es para andar descalzos y comer helados". Lo estamos cumpliendo ya a la perfección y ni hemos empezado. En casa la chiquinina y yo somos pies negros. Dani no, siempre lleva zapatillas de casa. No sólo porque nos haga falta una asistenta con urgencia, es que ir descalzo es de lo mejor del verano (y a los peques les viene genial para el desarrollo de los pies y de la pisada). Y los helados, mola un montón ver cómo la peque los devora. Entre eso y la piscina, creo que este verano ya lo va a disfrutar de verdad.

Y eso, que nos quedan menos de cuatro semanas para las vacaciones. Tengo muchas ganas ya, a estas alturas del año el curro ya se hace un poco cuesta arriba, pero sólo falta el último esfuerzo. Mientras llega, seguiremos engañando a la mente con tardes de piscina, desayunos en la terraza, helados al salir de yoga y andar descalza todo lo que se pueda.

Así lo hemos celebrado esta mañana. 

Bienvenido, veranito :)

sábado, 17 de junio de 2017

Películas por año.

Esto lo vi un día en feisbuk y me hizo gracia. Se trata de mirar las películas que se estrenaron cada año desde que naciste y elegir tu favorita. Se pueden mirar en IMDB. Hay años que están complicados por los truños y otros porque es difícil elegir entre varias muy buenas. Y a partir de mediados de los años 2000 casi siempre son mejores las series que las películas. Interesante el cambio generacional.

Aquí van:

1981: En busca del arca perdida.
1982: Tron
1983: Episodio VI: el retorno del Jedi
1984: Los cazafantasmas
1985: Regreso al futuro
1986: Dentro del laberinto
1987: La princesa prometida
1988: Willow
1989: Indiana Jones y la última cruzada
1990: Despertares
1991: Robin Hood, príncipe de los ladrones
1992: Aladdin
1993: Atrapado en el tiempo
1994: Forrest Gump
1995: Mallrats
1996: Trainspotting
1997: El indomable Will Hunting
1998: American History X
1999: Matrix
2000: Alta fidelidad
2001: Amelie
2002: Spiderman
2003: Big Fish
2004: Olvídate de mí
2005: El jardinero fiel
2006: Casino Royale
Harry Potter y la Orden del Fénix
2008: Iron Man
2009: (500) días juntos
2010: Cómo entrenar a tu dragón.
2011: Thor
2012: Los Vengadores
2013: Star Trek: En la oscuridad
2014: Guardianes de la Galaxia
2015: Episodio VII: El despertar de la fuerza
2016: Animales fantásticos y dónde encontrarlos

PD: Haciendo la lista me he acordado de este vídeo de Chris Pine que hace un buen resumen de los últimos años del cine y sus "galanes" XD



Y es que a veces hace falta hasta hacer diagramas de Venn:

martes, 13 de junio de 2017

País Vasco francés, las Landas y Burdeos (VI).

La última entrada del viaje para contar la visita a St Emilion y la vuelta a casa.

El viernes la idea era visitar algunos pueblos cercanos a Burdeos, pero no nos dio para mucho, sobre todo porque Dani seguía malo y un poco flojillo. Aunque lo importante, que era ver Saint-Emilion, le dedicamos toda la mañana. Después de desayunar y prepararnos, cogemos el coche y ponemos rumbo a Saint-Emilion, que está a 50 kilómetros y tardamos casi una hora en llegar. Dejamos el coche a la entrada del pueblo, en la zona baja. La chiquinina se ha quedado dormida y esperamos un rato a que se despierte. Cuando termina su siesta, vamos a dar un paseo por el pueblo.

Saint-Emilion es patrimonio de la humanidad, y está bien conservado. Es famoso por sus vinos y por la iglesia rupestre, que está excavada en unas cuevas. Merece la pena pasear con tranquilidad, aunque no es muy grande pero tiene sus buenas cuestas.

Viñedos a las afueras de Saint-Emilion 
La tour du Roy
Vistas de Saint-Emilion 
La iglesia rupestre
Cuesta en Saint-Emilion 
Calle en Saint-Emilion 
También hay muchas escaleras 
Saint-Emilion 
Petit Fontaine 
Comemos en un sitio de bocadillos, porque nos da la impresión de que en los restaurantes nos van a pegar un buen palo. Dani y yo comemos bocadillo y la peque una quiche pequeña, con bebidas nos cuesta menos de 20€. Después de comer la idea era ir a ver el Chateau de Montaigne, que está cerca, a unos 20 minutos en coche, pero está medio lloviendo y estamos bastante cansados después de ocho días de turismo, así que decidimos volver para el hotel, descansar un rato y preparar las maletas, que al día siguiente tenemos una buena paliza de coche.

En el hotel descansamos un rato y bajamos a cenar justo al lado, en la misma acerca, en un sitio que nos sentamos a tomar un vino en la terraza, nos gusta (y nos da pereza movernos), así que decidimos quedarnos. Se llama La P'tite Brasserie y el camarero es muy majo. No tienen carta, te explican los platos del día y decides. Tienen platos para niños, y para Sofía pedimos nuggets de pollo que resultó ser dos filetes de pechuga de pollo empanada con patatas. Mucho mejor. Nosotros cenamos hamburguesas que estaban muy buenas. Con un par de cervezas y un par de vinos, nos cuesta unos 60€ la cena. Nos vamos a dormir pronto porque tenemos mucho kilómetros por delante el sábado.

El sábado desayunamos también en el hotel, cargamos el coche y hacemos checkout. Cuando salimos son las diez y pico. Hace buen día y da rabia pasar por las Landas con lo que nos llovió el día que estuvimos por allí. Desde Burdeos a la frontera son poco más de 200 kilómetros y tardamos algo más de dos horas. En ese rato cada pocos kilómetros hay un peaje, pasamos por tres 3,60€ y uno de 2,40€, y en la frontera pagamos 1,70€. Ya en Guipúzcoa pagamos el de la AP1 que con 13€. Paramos antes de llegar a Miranda, a echar gasolina y comemos un bocadillo (Comida 10€ y gasoil 50€). Después a la altura de Burgos pagamos otro peaje de 12€. Al final llegamos a casa a las seis y pico, sin hacer más paradas, y sin casi tráfico en todo el camino. Yo pensaba que iba a ser más paliza, pero la vuelta no ha ido nada mal.

En total hemos hecho unos 1900 kilómetros en ocho días, y nos hemos gastado unos 1500€. Viajar en coche con la chiquinina está resultando muy cómodo, después de esta experiencia y la de Escocia, podemos decir que nos estamos volviendo expertos en road trips familiares. También ha sido un poco accidentado por los virus de la peque, que luego se cogió Dani, y los días en el País Vasco francés y las Landas nos hizo bastante mal tiempo, pero a mí me ha gustado mucho. Burdeos es impresionante, la gente del sur de Francia muy maja, la comida y el vino estupendos, los paisajes son espectaculares y la verdad es que tengo ganas de volver pronto, a ver el valle del Dordoña, la ruta de los Cátaros o la Costa Azul y la Provenza. En fin, todo se andará.

Otras entradas del viaje en coche al País Vasco francés, las Landas y Burdeos:

Preparación y ruta
Viaje de ida y San Sebastián
País Vasco francés
Las Landas
Burdeos
Saint-Emilion y vuelta a casa.

viernes, 9 de junio de 2017

País Vasco francés, las Landas y Burdeos (V).

En esta entrada voy a contar los dos días completos que estuvimos de turismo por Burdeos.

Nos levantamos el miércoles sin mucha prisa, bajamos a desayunar y nos preparamos para salir a conocer Burdeos. Vamos dando un paseo hacia el centro, en menos de cinco minutos estamos en la plaza Gambetta. Pasamos por la Porte Dijeaux y paseamos por toda la calle de la Porte Dijeaux, que más adelante se convierte en la calle Saint-Remi y termina en la plaza de la Bolsa. No son ni las diez y la calle está llena de furgonetas descargando mercancía en los comercios, lo que le quita un poco de encanto. La plaza de la Bolsa, con sus edificios señoriales, su fuente, toda abierta al río Garona es impresionante. Hacemos un montón de fotos desde el Espejo de Agua, que es una de las vistas más famosas de la ciudad. Cada cierto tiempo la fuente se vacía y sale agua pulverizada por unos surtidores, y justo nos pilló allí y la chiquinina lo disfrutó un montón. Vamos por el borde del río a ver el monumento a los girondinos. En la explanada que hay frente al monumento, hay una especie de mercadillo de antigüedades. Muy curioso. Después nos acercamos a ver el Centro Comercial de les Grands Hommes, pasando por la iglesia de Notre Dame y el pasaje Sarget. El centro comercial es un edificio circular en el centro de una plaza circular, bastante bonito. Vemos la Ópera y paseamos por la calle Sainte-Catherine, que es una calle muy comercial, llena de tiendas. También nos acercamos a la plaza del Parlamento.

La plaza de la Bolsa
Plaza de la Bolsa 
Flipando con la fuente 
Monumento a los girondinos 
Iglesia de Notre Dame
Plaza del Parlamento 
Típica calle del centro de Burdeos 
La chiquinina está echando su siesta mañanera, así que vamos a la plaza Camille Jullian y nos sentamos en una terraza a tomar el aperitivo. Esta plaza tiene muchos sitios para comer y bastante económicos, se respira ambiente de estudiantes. Aunque el precio de una cerveza grande y una copa de vino fue el que luego comprobaríamos que es el estándar, 10€. Cuando la chiquinina se despierta, vamos hasta la catedral, la torre de Pey-Berland y el palacio Rohan. Comemos allí mismo, en una pizzería que hay al lado del palacio, porque son más de las dos y no tenemos muchas ganas de ponernos a buscar otra cosa. Comemos una pizza, una pasta, Coca-Cola, cerveza y menú infantil por 45€. La pizza está pasable, la pasta horrorosa (para que yo no me coma un plato de pasta tiene que estar mala con ganas).

La torre de Pey-Berland
La catedral 
Después de comer estamos un poco cansados y Dani sigue estando malo, así que volvemos un rato al hotel pero antes pasamos por el centro comercial de Meriadeck, que está de camino. Hay un Auchan y entramos a comprar alguna cosa típica para llevarnos a casa, vino, queso y dulces, aunque no compramos mucho porque no sabemos bien qué comprar. Decido que mejor lo miro luego en Internet con la WiFi del hotel antes de ponerme a comprar vinos de Burdeos a lo loco. Llegamos al hotel y descansamos un par de horas. Una vez que hemos recobrado fuerzas, volvemos a salir para dar un paseo y tomar algo. Burdeos es una ciudad que merece mucho la pena pasear sin mucho rumbo, sólo dejándote llevar y viendo lo bonito que es todo. Cuando nos cansamos de andar nos sentamos en una terraza, que esa es otra cosa que me encantó, hay muchas terrazas y un ambiente muy animado. Además el tiempo es bueno por fin, así que hay que aprovechar. Tomamos otra cerveza y otro vino por 10€. Precio estándar XD De vuelta al hotel compramos una baguette para cenar algo de picoteo, pero veo un sitio de sushi para llevar que está en la porte Dijeaux y no me puedo resistir. La baguette son 1,05 que tenemos que pagar con tarjeta porque no tienen cambio de 20€ (O_o) y el sushi son 6,30 una bandeja de 8 piezas. Muy rico. Cenamos en la habitación del hotel y nos vamos a dormir pronto, que Dani sigue un poco pocho.

El jueves también nos levantamos tranquilamente cuando Sofía se despierta. Tomamos el desayuno, nos preparamos y salimos rumbo a los barrios de Saint-Michel y de Les Chartrons. Vamos a la parada del tranvía de St Bruno, que está al lado del hotel y cogemos la línea que nos lleva hasta Puerta de Borgoña. El día anterior no vimos de cerca el famoso Puente de Piedra, así que aprovechamos para verlo y echarle unas fotos. Pasamos por la puerta de Borgoña y vamos por la Rue des Faures hasta la Basílica de Saint-Michel. El ambiente aquí es diferente del centro, multicultural, algo más dejado y con un punto marginal. No sé si ayudaba que había un mercado de pulgas en la plaza de la basílica, y por eso me pareció un poco más cutre. Fuimos a ver también el marché des Capuchins, pero era muy pronto para hacer lo típico en este mercado, que es tomar una copa de vino blanco y ostras (además a ninguno de los dos nos gustan las ostras). Damos una vuelta viendo los puestos del mercado y después nos acercamos a ver la puerta de Aquitania. Como es la hora de la siesta de la peque, damos un paseo hacia el centro por la rue Sainte Catherine, la misma por la que paseamos el día anterior, por su parte más meridional, pero no conseguimos que la chiquinina se duerma. Vamos a ver la porte Cailhau que es preciosa, y nos sentamos en la place du Palais en una terraza a disfrutar de las vistas y de una cerveza y una Coca-Cola, por sus consabidos 10€.

Puente de Piedra 
Calle del barrio de Saint-Michel
con la torre de la basílica al fondo 
Puerta de Aquitania 
Porte Cailhau 
Porte Cailhau 
Como la peque no se ha echado siesta aún, vamos a comer pronto a una crepería que está al lado. Se llama Sel et Sucre, y nos gustó mucho. El local es muy bonito, con una decoración muy agradable y curiosa, tienen trona, cambiador de bebés y crepes para niños. Tomamos dos crepes saladas con una jarra de sidra dulce (al parecer es la bebida típica que se toma con los crepes) y Sofía una crepe de jamón y queso. Le pusieron cubiertos y vaso de plástico de colores y le dejaron un cuento para entretenerse. Además de económico, porque no llega 30€. Todo un acierto. Después de comer nos vamos dando un paseo a barrio de Les Chartrons por la orilla del río. Por el barrio, paseamos por la calle de Notre Dame, vemos la iglesia de Saint Louis de les Chartrons y nos tomamos un café en una terraza en la Halle de les Chartrons, era un mercado municipal de finales del siglo XIX reconvertido en sala de exposiciones. Yo en lugar de café pido algo que creía que era una tarta de queso (mi francés no da para mucho) pero resulta que es una copa de queso fresco batido con mermelada de frutos rojos. Muy rico. Volvemos al hotel dando un paseo largo y disfrutando de las últimas horas en Burdeos.

Exterior del Sel et Sucre 
Interior de la creperie
Jarra de sidra con los vasos típicos 
Paseo por el Garona 
Barrio de Les Chartrons 
Barrio de Les Chartrons 
Iglesia de St Louis 
Marché de Les Chartrons 
Después de descansar un rato, pasamos otra vez por el centro comercial y compramos, esta vez sí, vinos, quesos y canelés, que es el dulce típico de Burdeos. Vamos a tomar algo a un sitio cerca de la Porte Dijeaux al que le había echado el ojo el día anterior. Se llama Marcel Bistrot Français. Nos tomamos un vino y una cerveza, y como estamos a gustito nos pedimos una tabla de quesos y embutidos, todo son menos de 20€ y nos vamos cenados de vuelta al hotel. En el hotel le damos algo más de cena a la chiquinina, que ha picado sólo un poco de jamón, y nos vamos a la cama.
Cenita


Otras entradas del viaje en coche al País Vasco francés, las Landas y Burdeos:
Preparación y ruta
Viaje de ida y San Sebastián
País Vasco francés
Las Landas
Burdeos
Saint-Emilion y vuelta a casa.