Mocos encontrándose.
Últimamente estoy perra hasta para escribir aquí, y ya es decir, porque con el coñazo que suelo dar... En fin. Tampoco se me ocurre algo extremadamente interesante, pero tengo una anécdota curiosa. Me he dado cuenta de que el mundo es un pañuelo muy pequeñito, debido a tres ejemplos tontos.
El otro día, hablando con mi compañera de fatigas, Marta, le conté que una azafata nos había pegado una chapa tremenda sobre puritos en un estanco. No sé por qué comenté que no la entendíamos nada porque era francesa, y va y me dice: Es belga. Y yo tal que asín o_O, le digo ¿cómorr? Pues resulta que ella había trabajado una temporada promocionando puritos también en estancos y conocía a la tía esa. Y, efectivamente, era belga.
Ayer estaba hablando con Vane y me dijo que le había contado a su nuevo churri (mundialmente conocido como Tocinillo) que su hermana tenía una caravana en un camping. Pues resulta que al final descubrieron que una amiga de él tiene también una caravana ¡en el mismo camping! Muy fuerte.
Y por último (pero no menos acojonante), el domingo, hablando María y yo con los tres chicos que conocimos en la Latina, la conversación derivó a los trabajos (como suele ser habitual) y la cuñada de uno de ellos había sido compañera de trabajo de María en el centro de menores. Nos hizo mucha gracia, porque la chica es muy maja y Mari se llevaba muy bien con ella.
¿A que es inquietante al menos? Vale, no. Pero es que no me pasan muchas cosas emocionantes de un tiempo a esta parte, y no quiero hablar de mis temas recurrentes siempre. ¡Jopeta!