lunes, 23 de noviembre de 2015

Un osito polar auténtico...

En fin, que de las olas de calor sahariano, pasando por el otoño primaveral, por fin ha llegado el frío polar (o siberiano... melagarrasconlammm... ¡Ejem!). Y me ha pillado un poco desprevenida, sobre todo en casa, que como no habíamos puesto aún la calefacción, hace un frío que pela.

Por lo demás, seguimos sin carro de la niña, dos semanas después. Ella está encantada porque va en la mochila o en brazos 24x7, y pocas cosas hay que le gusten más. Mi espalda empieza a quejarse, pero menos de lo que me temía cuando dejamos el carro para arreglar. Pero bueno, menos mal que compramos el cobertor y la peque va bien calentita aunque vaya en la mochila. Tengo pendiente escribir una entrada sobre el porteo con calor y otra con frío, que tiene sus trucos que facilitan la vida.

Y el viernes nos vamos a Dublín, a pasar más frío aún y a mojarnos un poco también, que Irlanda sin lluvia no es igual. A ver qué tal el primer viaje en avión de la chiquinina. La semana que viene intentaré escribir sobre ello, si el estudio y la peque me dejan un ratito libre.

PD: el título de la entrada viene de un chiste que, al parecer, mide el estado de embriaguez, pero siempre que hace frío me acuerdo de él... Supongo que como hace más de un año que no me embolingo, no me hace mucha gracia ya.

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