viernes, 25 de abril de 2014

Soy motera... ¿de primera o de segunda?



Llevo unos días pensando en unos post que he visto por ahí, y me he decidido a hacer una reflexión aquí, en este, mi blog (traducción: en el que digo lo que me sale de los ovarios que para eso es mío y me lo frunjo cuando quiero).

Me da un poco de rabia cuando alguien que se acaba de sacar el carnet de moto y acaba de descubrir este maravilloso mundo se permite juzgar a los demás por la cantidad de kilómetros que hacen, por el tipo de moto que llevan o por la resistencia/ganas de aguantar la lluvia y el frío.

Esto no funciona así, machote.

Llevo montando en moto desde los tres años, aproximadamente, cual Pedrosilla o Lorenzilla de la vida. Eso sí, hasta que me saqué el carnet de moto lo hacía de paquete con mi padre o mis tíos principalmente. Mi primer correpasillos fue una moto. A los trece mi padre me llevaba a aprender a conducir el ciclomotor que teníamos, para que en cuanto tuviera catorce me sacara la licencia. Por desgracia nos lo robaron y me quedé sin moto. Después me saqué el carnet de moto, el A directamente, y me regalaron mi primera moto cuando terminé la carrera. Unos años más tarde me compré yo mi primera moto, mi motico bonita. Y desde hace un par de años me estoy planteando si me merece la pena cambiarme a una más grande (Bonneville, algún día serás mía...), pero todavía no he llegado a ninguna conclusión, sobre todo porque llevo una temporada que no le hago mucho caso a la moto, con más pereza para cogerla. He ido a una carrera del mundial, hace un par de años. A mi alrededor siempre ha habido motos de mi familia, mi padre, mis tíos, primos, novietes. En mi casa siempre se han visto las motos, pero el mundial principalmente, a las superbikes no les damos mucho.

Con todo esto, no me considero mejor ni peor que otras personas que les gustan las motos. No me considero menos que el que tiene una deportiva y se va a hacer curvas todos los fines de semana, llueva, nieve o truene. No me considero menos que el que se ve absolutamente todas las carreras cuando yo me niego a levantarme a las seis de la mañana un domingo, por mucho que haya hecho la pole mi Pedrosa, para eso las echan en diferido. Tampoco me considero más que ese que se acaba de sacar el carnet y está emocionadísimo con su moto nueva y la quiere exprimir al máximo. Ni me considero más que el que no tiene moto, por las circunstancias que sean, pero le gusta ver las carreras o disfrutar del mundillo de alguna manera.

Mi reflexión es: nos gustan las motos. Guay. Cada uno las disfruta a su manera, no juzgues a los demás, disfrútala con respeto (sí, también hacia los pobres conductores de utilitarios) y mucha precaución. A día de hoy puedes estar haciendo 500 kilómetros cada semana, pero si por circunstancias dentro de un tiempo tus responsabilidades, tu dinero, tu salud o tus ganas no te dejan hacerlo, ¿qué pasa? ¿Serás menos motero? Yo creo que no, pero por los baremos de algunos no lo tengo tan claro. Ser motero se lleva dentro, y sólo significa que de alguna manera disfrutas de las dos ruedas, ya sea con la sensación de libertad que te da conducirlas (o que te lleven), o con la adrenalina de verlas en acción.

Y ya. Pataleta accomplished :P

Uves pa' tós.

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