jueves, 3 de diciembre de 2015

Ocho meses.

La chiquinina (cada vez menos chiquinina y más lechona) hace ocho meses ya. Creo que está ya cerca de los ocho kilos, aunque hasta que no vayamos a la revisión de los diez meses, no lo sabremos con certeza, y como somos unos padres desnaturalizados, no la pesamos mucho para saber cómo va (alguna vez en la báscula de casa en brazos, pero no es muy fiable). Yo la veo contenta, la ropa se le va quedando pequeña, y está echando una buena barrigocha, con lo que estoy tranquila.

Este mes ha sido el mes de jugar sentada en la alfombra. Le hemos puesto una cesta con unos cuantos juguetes y ella los saca y se entretiene con ellos bastante rato. También es verdad que desde que se sienta, está más vaga para moverse, sigue haciendo la croqueta en la cama, pero no hace mucha intención de reptar, y mucho menos de gatear. Creo que si en algún momento se empieza a desplazar será para intentar coger a los conejos, porque flipa con ellos cuando están sueltos por el salón y cuando pasan a su lado intenta echarles mano. Se nota que tiene mucha más fuerza en las piernas y le gusta ponerse de pie unos segundos cuando la tengo cogida. También ha empezado a hacer la pinza con los dedos y ya es capaz de coger y manipular cosas más pequeñas.

Con la comida he notado que este mes ha empezado a comer más, sobre todo desde hace un par de semanas. Antes jugaba y experimentaba con la comida, ahora le gusta comer y se nota que disfruta con ciertas cosas. Como ya sabe hacer la pinza, se lleva a la boca trocitos más pequeños, lo que ha aumentado el abanico de alimentos para darle: ha probado arroz, garbanzos, guisantes, jamón york y pavo picaditos... Ya va tolerando que yo le dé cosas en la boca, con mis dedos o con cuchara. Sigue mamando a tope, la verdad es que ni sé las tomas que hace al día, unas seis u ocho (qué diferencia a cuando eran doce o catorce). No me preocupo por controlar, y sigue comiendo más a oferta que a demanda.

Por las noches este mes ha sido el mejor con diferencia. Está durmiendo unas doce horas con dos despertares. Se suele dormir entre las nueve y las diez, y por la mañana se despierta entre las nueve y las diez. Hace dos tomas, sobre las tres o cuatro y sobre las seis o siete, casi sin despertarse, se queja un poco, come y sigue durmiendo. El mejor día fue el que se despertó cuando yo me acosté, sobre las doce, comió y durmió del tirón hasta las siete. A ver si seguimos este rumbo, aunque soy consciente que habrá temporadas de retroceso también.

Ya he dicho en alguna entrada que hemos estado tres semanas sin carro, porteando con la Emeibaby 24x7. Ella encantada, claro. Mi espalda, no tanto. Por casa ya casi siempre la llevo a la espalda mientras hago cosas y ella se echa sus buenas siestas. Por la calle, como ya hace fresco, la llevamos delante con el cobertor. A ver cuando nos devuelvan el carro si lo quiere o no, con lo bien que iba últimamente en él...

También he notado un cambio grande este mes en su apego. Ya no se queja tanto cuando la cogen otras personas que no seamos su padre y yo. Este mes se ha quedado un par de tardes con Dani mientras yo estudiaba, y han estado muy bien (y yo he aprovechado bastante). Cuando estamos con la familia o amigos no le importa pasar de brazo en brazo, siempre que no esté cansada, que entonces sólo quiere a mamá.

Hemos pasado ya completamente de la fase de gorjeo a la de balbuceo. Aparte de los mamamá, papapá y gagagá, ya va practicando tatatatata y dadadada. Y pedorretas a todas horas, claro. También pega gritos cuando está contenta o se pone nerviosa. Le pasa mucho con su primo, que se emociona cuando le ve y grita bastante. Ha aprendido a chocar los cinco (o algo parecido) y cuando le doy besos a veces ella se abalanza hacia mí con la boca abierta, como si me quisiera comer XD También se lo hace a veces a Dani y a las abuelas.

Este mes también ha sido su primer viaje al extranjero y en avión. Como siempre, me ha sorprendido lo bien que lo ha llevado y lo fácil que se adapta a cualquier cosa. Como ya he dicho, con la mochila para siestas y la teta para comer, la podríamos llevar al fin del mundo. Es una niña muy tranquila, que se entretiene con cualquier cosa. Es capaz de estar hora y media sentada en una trona en un restaurante si le damos algo de comer y juguetes. Al final se cansa, claro está, pero muchas veces me sorprende lo tranquila y paciente que es para ser un bebé. Desde luego es un cambio grande a cuando tenía un par de meses y yo tenía que comer de pie y turnarme con Dani. Y confirma mi idea de que respetando el ritmo de los bebés, al final todo llega.

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