miércoles, 1 de febrero de 2017

Inesperadas pero bienvenidas (y muy cortas).

Hace un par de semanas mi suegra estuvo ingresada unos días. Como me correspondían días por el ingreso, el día que me escribió mi jefe no estaba en el trabajo. Después de leer el correo, escribí a Dani.

(Recreación libre de la conversación)

-Mira lo que me dice mi jefe, que me quedan tres días de vacaciones del año pasado.
-¿Y eso?
-Pues no sé. Se habrán confundido al contabilizarlas. Como me incorporé en marzo de la excedencia lo mismo no lo han tenido en cuenta.
-Bueno.
-Pero vamos, que si me quieren regalar tres días de vacaciones no me voy a negar.
-Jajaja
-Jejeje
-¡O los que hagan falta!
-Jajaja
-Jejeje

...

Al día siguiente fui a trabajar y miré los días que había pedido de vacaciones el año pasado... Y la que se había confundido al contar fui yo. Gilipollas. Tras varios días cagandome en tó porque me he pasado las navidades currando como una tonta cuando podía haber tenido días libres, y de cachondeo por varios frentes, la semana pasada me cogí los tres días que me quedaban.

Tras luchar contra mi culpabilidad de madre (las madres nos sentimos culpables por todo, va con el gen que se activa en el parto) decidí que la chiquinina iba a ir a la guardería mientras yo aprovechaba los tres días. Primero para dormir. No mucho, porque el cuerpo no está acostumbrado a tanto sueño y me daba miedo morir de sobredosis de descanso en la cama, pero sus dos horitas más todas las mañanas, cuando Dani se llevaba a la peque a la guarde, han caído. Tengo que decir también que nos ha sorprendido lo bien que ha llevado la chiquinina el irse con papá al cole y que mamá se quedase en casa.

Bueno, pues el miércoles aproveché que Andrea tenía día libre también y nos fuimos al cine (sesión matinal) y después a comer a un japo. Fuimos por la mañana porque a las cuatro sale la peque del cole, claro. El jueves me quedé en casa leyendo, me di un baño y me dediqué un rato a mí misma. Sesión spa casera, que hacía como dos años que no tenía un rato así yo sola. Y el viernes me fui de compras y a comer con mi madre, que hacía mucho tiempo que no pasábamos una mañana así y se echa de menos.

Total, que no hice nada especial, pero me han venido de lujo estos tres días inesperados. Así no se me hace tan larga la espera de estas semanas hasta el puente de marzo.

Eso sí, la vuelta a la normalidad entre mala y horrorosa. Qué malo es trabajar. Ains.

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