viernes, 18 de mayo de 2018

Reconciliándome con el rosa.


Cuando era pequeña no me gustaba nada el rosa. Bueno, más bien nunca me ha gustado el rosa, hasta hace bien poco nunca he tenido nada de color rosa. El rosa era un color de chicas, y lo que me transmitían era que las chicas éramos peores que los chicos en muchas cosas. No me gustaba ser peor que otros, así que no me gustaba ser femenina, débil, lenta, emocionalmente inestable, miedosa y menos lista. Me gustaba correr "como un chico", jugar al baloncesto con los chicos de clase, nadar más rápido que los chicos o, cuando ya he sido más mayor, conducir "como un hombre"... Vamos, toda una sarta de estereotipos y prejuicios, ideas machistas insertadas bien hondo en mis creencias, que me ha costado muchos años repensar y discutirme a mí misma.

Y la maternidad me ha ayudado mucho a hacerlo. A replantearme mi forma de pensar. A ser consciente de que si a mi hija le gusta el rosa está bien, no es ni mejor ni peor por ello. Sólo quiero que sea libre de elegir lo que quiera, que sea quien ella decida ser, y no porque la sociedad le diga que tiene que ser de una manera u otra. Si ella prefiere la ropa rosa y con brilli brilli, está bien. Y si en el futuro le gusta otra cosa, pues también estará bien. Ser madre también me ha hecho reconciliarme con mi parte femenina. Darme cuenta que las mujeres somos muy fuertes. Ver cómo mi cuerpo era capaz de dar a luz y alimentar los primeros meses a mi bebé me ha hecho sentir muy empoderada, aunque suene tópico y contradictorio.

Me estoy reconciliado con el rosa. Con la idea de que lo femenino es igual de bueno que lo masculino. Que si quiero puedo dejar de depilarme los sobacos, cortarme el pelo al dos, no usar joyas ni gota de maquillaje o ir siempre en deportivas. Y si quiero también puedo pintarme las uñas, llevar tacones, ponerme escote y vestir de rosa. Hacer lo que me guste, lo que me venga en gana. Y cambiar si quiero cambiar. Que como mujer soy diferente de los hombres en muchas cosas y parecida en muchas otras. Y también existen esas semejanzas y diferencias entre las mujeres. Porque somos personas, y cada una debería ser como es sin sentirse menos o juzgada por ello.

Toda esta reflexión porque me he dado cuenta de que iba con la chaqueta y los zapatos rosas. Quién me ha visto y quién me ve XD

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