lunes, 5 de marzo de 2007

El placer de la mala educación.

Da gusto a veces dejarse llevar por esas pequeñas cosas que tu madre lleva años diciéndote que no se hacen (¿Es que no te he enseñado nada? Eres peor que un niño de cinco años. ¿Qué te piensas, que vives en una pensión? bla bla bla...), y que haría más a menudo si no fuera por ese maldito sentimiento de culpabilidad que me tiene bien cogida. Maldita conciencia. Maldito civismo bien inculcado...

Por poner unos ejemplos:


  • Escribir en este blog cosas que a nadie le interesan, chorradas y tonterías que no me puedo creer que estén ahí, a la vista de cualquiera (¿No te han dicho nunca que es mejor mantener la boca cerrada y parecer tonto que abrirla y confirmarlo?).
  • Relacionado con lo anterior, decir tonterías asciende al 90% de la conversación que tengo con mis amigos. El 10% restante son guarradas, obscenidades y escatologías varias... (sobre todo cuando vamos de viaje).
  • Desperezarme, estirarme y bostezar sin taparme la boca es un placer al que nunca podré renunciar. Y es uno de los más recurridos últimamente (me aburro y estoy vaga).
  • Soñar despierta cuando me están hablando de algo que no me interesa. Éste lo practicaba muchísimo en la facultad. Ahora lo tengo un poco olvidado, excepto en ocasiones especiales. También se puede aplicar a los momentos de estudio. Todo el mundo debería fantasear más a menudo. Te quita de pensar en cosas más desagradables...
  • Perder el tiempo. Por mucho que un anuncio de coches me recuerde que cada día tengo 1440 minutos que no podré recuperar, soy incapaz de dejar de ver páginas estúpidas en internet, mirar programas de televisión sin pies ni cabeza, leer libros que me aportan más bien poco, quedarme en la cama vagueando aunque ya no tenga sueño... Qué gran invento la cama.
  • Decir tacos. No lo puedo evitar. No es que me guste especialmente, pero soltar la palabra adecuada en el momento adecuado (cada 20 segundos, aproximadamente...) es un ejercicio de liberación y de relajación que me mantiene alejada del tranxilium u otras sustancias de la familia de las benzodiacepinas, tranquilizantes y/o neurolépticos en pequeñas dosis. (J*der, c*ño, me cagüen la ost** p**a ya, hombre...). Menos mal que con mi cara de niña buena se suavizan un poco. Hijo de puta siempremás.
  • Hacer cosas sólo por el placer de hacerlas. No buscar un objetivo. No intentar alcanzar la perfección (¿Qué es perfecto?), ni siquiera hacerlo bien. Tan sólo hacerlas...

¡Uy! Pues me han salido más de las que yo pensaba... Al final va a resultar que mi madre tiene razón. Lo siento, mamá. Tú sabes que puedo comportarme como una señorita cuando la situación lo requiere. No te preocupes, que estas cosas las hago sólo en la intimidad o con gente de confianza, que ya me conocen y saben que realmente soy así...