sábado, 26 de mayo de 2007

Kaiser Chiefs (o el contagio de la locura colectiva).

Madremía. Son las cinco y media de la tarde y todavía estoy de resacón. Hacía siglos que no me pillaba un moco como el de ayer. La resaca del vodka garrafonero es mu malita. Pero merece la pena. ¡¡¡Vaya conciertazo de los Kaiser Chiefs!!! Fue hipercorto pero increíblemente bueno. Qué espectáculo, aunque sólo fuera durante una hora escasa.

El sonido era aceptable, pero ver a Ricky Wilson pegando botes todo el concierto, tirándose al público, paseándose por toda la sala, contagiando a todo el mundo de euforia, fue impresionante. Lo tuvimos a escasos dos metros de nosotros, aunque estábamos en el piso superior, gracias a que le dio un telele y se subió como un mono a la planta de arriba. Momento apoteósico también con I Predict a Riot. El momento Ruby nos lo perdimos un poco porque salimos a buscar a Lourdes a la puerta. Y dolor de garganta impresionante de gritar doscientas ochenta y cinco veces (por lo menos) Oh my God, I can't believe it, I've never been this far away from home. Se pasó tan rápido que me dio la sensación de que se habían quedado a la mitad del concierto, pero bueno, la gente es que no sabe reclamar los bises como es debido...

Después del concierto nos fuimos a cenar algo y luego al ? de la calle Echegaray. Casi me abren la cabeza en el baño, porque yo iba a salir y un tío iba a entrar y me arreó un hostión impresionante en toda la frente con la puerta. Tengo un chichón, como cuando era pequeña. Y esta mañana me quería morir. Cuando me he despertado me ha dado la sensación de que si abría los ojos podían suceder dos cosas: a) que me explotara la cabeza, o b) que se me saliera el cerebro por las orejas. He desayunado media botella de agua con un paracetamol, no digo más.

Tras acabar con la crónica quiero comentar algo raro que me ha pasado. El sábado pasado, volviendo a casa en el búho, nos fijamos en un tío con unas patillacas enormes porque llevaba las Converse todas viejunas y rotas, y estuvimos comentando con Chusa que no tenía que haber tirado las suyas, que todo se podía aprovechar. Pues al día siguiente, domingo, volvía de la Latina con Mari y nos lo encontramos otra vez en el metro. Me hizo gracia, porque pensé: joder, tenemos los mismos horarios de recogida y vamos a los mismos sitios. Pero lo mejor de todo es que ayer salimos Vane y yo del metro de Puerta del Ángel, dirección a la Riviera ¡y allí estaba el tío este otra vez! Iba también al concierto de los Kaiser. Nos miró como pensando Yo te conozco de algo... Pues dentro del concierto, que ya es difícil encontrar a tus propios amigos (lo que nos costó dar con Darragito y Fer) ¡me lo encontré saliendo del baño! Y nos miramos flipados los dos, claro.

Y yo me pregunto ¿es casualidad o es el destino? ¿Quién ha cruzado esas patillas repetidamente en mi camino? Creo que la próxima vez que le vea (si sucede tal cosa, que va a ser que no) le voy a decir que deje de perseguirme, o algo :)